El jueves y el viernes de esta semana se reunió por quinta vez el “Diálogo Estratégico Económico Estados Unidos-China”, encuentro que congrega dos veces al año al secretario del Tesoro, Henry Paulson, con el viceprimer ministro de la República Popular, Wang Qishan, titular del Consejo de Estado y miembro del Buró Político del Partido Comunista Chino (PCCh).
Dijo Paulson en la ceremonia de apertura, en referencia a la crisis financiera internacional: “Esta crisis es un acontecimiento global, y los gobiernos de todo el mundo se han comprometido directamente, a través de acciones específicas, a restaurar la estabilidad. Apreciamos el papel responsable que ha jugado China en los peores momentos de la crisis. Damos la bienvenida y reconocemos su activa participación en la cumbre del G-20, así como en otros mecanismos multilaterales de cooperación, como APEC y las instituciones financieras internacionales”.
“La cooperación de China no puede venir en un momento más crítico para Estados Unidos”, afirmó Paulson en Washington dos días antes de la cumbre de Beijing. “La economía norteamericana ha retrocedido fuertemente, y la economías china y la global se han desacelerado en forma aguda. Estados Unidos y China han sido los principales motores del crecimiento de la economía mundial en los últimos cinco años. La fortaleza de nuestras economías es crítica para nuestros ciudadanos y el mundo entero”, agregó Paulson.
En noviembre se perdieron 553 mil puestos de trabajo en los Estados Unidos, la mayor pérdida en 34 años, y la desocupación trepó a 6.7%, la mayor tasa en 15 años. En el tercer trimestre, el PBI se contrajo 0.5% y la contracción del cuarto trimestre sería 4% anual.
Frente a la agudización de la crisis norteamericana, la conclusión que extrajo China es la necesidad de multiplicar las inversiones en los Estados Unidos. En septiembre, cuando se produjo la caída de Lehman Brothers –cuarta banca de inversión del mundo–, y la nacionalización de AIG –la mayor aseguradora mundial–, China encabezó por sexto mes consecutivo el ranking de compradores de títulos del Tesoro, y llevó su cartera total a 585 mil millones de dólares, un aumento de 43.600 millones con respecto al mes anterior. Atrás quedó Japón, que es tenedor ahora de sólo 573.200 millones de dólares.
Se estima que la cartera real de treasuries en manos de China supera los 800 mil millones de dólares, porque el Banco Central de Beijing también los compra a través de terceros países (Hong Kong, Seychelles, Islas Vírgenes). China sería así, no sólo el principal comprador externo de títulos del Tesoro, sino el mayor acreedor de Estados Unidos, interno y externo.
El déficit fiscal de los Estados Unidos este año, con las dos sucesivas operaciones de salvataje –700 mil millones de dólares para el sistema financiero y 800 mil millones de dólares de rescate de hipotecas y respaldo al consumo–, superaría el trillón de dólares. El 50%, o quizá el 60%, lo cubre el crédito chino.
La multiplicación de las inversiones chinas en los Estados Unidos, en relación inversa a la agudización de la crisis y a la profundización de la recesión y el desempleo, es la vanguardia de una tendencia mundial.
En septiembre, las inversiones totales netas del exterior en papeles del Tesoro alcanzaron 66.200 millones de dólares, frente a 21 mil millones del mes anterior. Pero si se incluyen los títulos-valores de corto plazo, como el canje de acciones, los inversores extranjeros compraron, al agudizarse la crisis, activos financieros norteamericanos por un monto neto de 146.400 millones de dólares, siete veces más que antes de la caída de Lehman Brothers.
El resultado es que se profundiza la tendencia de los últimos ocho años, en que Estados Unidos, considerado como país individual, atrajo el 75% del total del flujo de capitales provenientes de los 67 países con superávit de cuenta corriente. China es el mayor exportador mundial de capitales, con un superávit de cuenta corriente que trepó a 399 mil millones de dólares (9.5% del PBI) en 2007.
Todos los países del mundo enfrentan la recesión o desaceleración de sus economías con políticas fiscales destinadas a sostener la demanda. China lo hace en los dos polos de la economía mundial de la actual fase de globalización del sistema capitalista: en su propia economía, con un paquete de inversión pública –sobre todo en infraestructura– de 586 mil millones de dólares; y también en los Estados Unidos, donde financia el 60% del déficit fiscal.
El “Diálogo Estratégico Estados Unidos-China”, reunido esta semana en Beijing, es el vínculo decisivo del sistema mundial de poder frente a la crisis; y todo indica que también lo será durante los próximos 20 o 30 años.