COLUMNISTAS
UN PAIS EN SERIO

Códigos de estética moral y visual

Ir de campeón a Devoto, o de Rusia a Ezeiza, depende de algo más que Messi. La Justicia, como otros, está del mate.

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La Justicia es independiente. Pero independiente de la oposición. Con el kirchnerismo, Boudou sería funcionario y Caputo y Aranguren estarían presos. | Cedoc Perfil
“Te cuento, George, yo soy un periodista, un hombre normal, pero tengo determinados códigos de estética moral y de estética visual. Estuve mucho hablando con el desarrollador del diario Perfil y tenemos un mismo perfil estético, moral y ético, y me parece que hay mucha gente que escribe en el diario que difiere mucho de eso. La gente no se ve mala, se ve buena, pero se ve que viene de barrios visualmente no muy buenos, debe venir a la redacción en colectivo, y la verdad que a mí no me divierte estar en la redacción de Perfil mirando esos hermosos grafitis del Muro de Berlín que compraste allá, George, y viendo gente que en una reposera de Mar del Plata escribe en el diario mientras toma mate. Si yo sabía que esto iba a ser así, no venía a escribir a este diario tan importante, me quedaba en el New York Times o en Le Figaro o haciendo mi propio blog. Yo no tengo problemas de guita, pero sí tengo problemas visuales. No me divierte ver gente escribiendo de política, de economía, analizando el discurso del Presidente, mientras toma mate, sin menospreciar a la gente que toma mate. Quiero que te quede claro, George: yo soy un hombre normal, un periodista, pero tengo determinados valores morales y estéticos y por eso me molesta ver que un grupo de gente entra con el perro en la redacción de Perfil. Y yo tengo que escribir mi columna seria, donde analizo en profundidad lo que pasa en el país, escuchando ladridos y escuchando a esas bestias que no tienen educación, que gritan y toman mate como si estuviéramos en la Bristol de Mar del Plata. A mí me gustan determinados parámetros estéticos, como estar en la redacción del Financial Times o de Le Figaro, donde nadie te va a tomar mate”.
Carla, mi asesora de imagen, sostiene su celular cerca de mí mientras yo escucho completo el audio con esas palabras, con mi voz.
—¿Vos enviaste esto? –pregunta Carla, enojadísima.
—Eh, bueno, yo…
—¡Sos vos! –insiste Carla.
—Mirá, yo te puedo explicar –digo, titubeando–. Pasa que el otro día fui a la redacción a escribir mi columna y era un caos y…
—¡¿Y entonces mandaste este audio a la dirección del diario?!
—Pensé que podía ayudar a solucionar algunas cosas que creía que no estaban bien –me disculpo.
—¿Vos estás loco? ¡Después de esto vas a tener peor imagen que De Vido!
—Bueno, tranquila –digo–. Ahora evitemos que se difunda y ya está.
—¡Imposible! ¡Esto ya se viralizó!
Me quedo callado.
—Ahora sí estoy en problemas –digo, finalmente.
—Podrías ir preso por eso –me dice Carla.
—¿Preso? –pregunto, incrédulo–. ¿Por qué?
—Porque sí. Pueden procesarte por mal desempeño del periodismo y… ¡adentro!
—Estás exagerando. No me pueden meter preso por eso.
—Lo único que te pido es que, si vienen a buscarte, cuando te pongan las esposas no estés en jogging –sugiere Carla.
—¿Vos estás defendiendo a Boudou? –pregunto, alarmado.
—¡Ay, los problemas de esta época! –se queja Carla–. ¿Cómo se hace para defender el Estado de derecho sin tener que defender a un impresentable?
—¿Pero Boudou te parece inocente?
—No dije eso. Digo que si la Justicia aún no determinó que Boudou es culpable, no debería estar preso. Por ahora. Y mucho menos humillarlo así.
—¿Por más que el tipo sea un corrupto?
—Ponelo de esta manera: ¿a vos te cae bien el Chiqui Tapia?
—Y, mucho no –reconozco.
—Bueno, suponete que Argentina sale campeón en el Mundial de Rusia. ¿Vos festejarías?
—¡Por supuesto!
—Me lo imaginaba –dice Carla–. No vas a querer que pierda Argentina para que le vaya mal al Chiqui Tapia, ¿no? Preferís que Argentina salga campeón aunque eso después consolide el liderazgo del Chiqui Tapia en la AFA, ¿no?
—¡Obviamente!
—Bueno, reemplazá “Selección” por “Justicia” y “Chiqui Tapia” por “Boudou” y vas a entender lo que pienso sobre el tema.
—No puedo poner eso en mi columna –digo.
—No te preocupes. Después de la difusión de este audio lo más probable es que no haya más columna.
—¡Por favor, necesito seguir escribiendo!
—Para eso tenés que ser gobierno.
—No entiendo.
—Claro, si sos gobierno no tenés ese tipo de problemas –explica Carla–. Por eso Caputo y Aranguren son funcionarios y Boudou está en Ezeiza.
—¡Eso no puede ser! –me quejo–. ¡La Justicia es independiente!
—Tenés razón: la Justicia es independiente. Pero independiente de la oposición.
—Me imagino que esta situación cambiaría si volviera el kirchnerismo.
—Por supuesto, con el kirchnerismo Boudou sería funcionario y Caputo y Aranguren estarían presos.
—No parece muy justo eso tampoco.
—Ah, vos querés hablar de justicia… no, ésa te la debo –dice Carla–. Igual, hoy existen más posibilidades de que De Vido sea el próximo premio Nobel de la Paz que de que vuelva a gobernar el kirchnerismo.
—¿Vos decís que el kirchnerismo no puede ganar? –pregunto.
—Bueno, quién sabe –admite Carla–. En algún pabellón de Ezeiza pueden llegar a hacer una buena elección. Igual los muchachos están un poco decepcionados. Esto de que la Jefa no ponga las manos en el fuego…
—Tal vez es porque la Jefa siente que ahora vienen por ella –opino.
—Puede ser –concede Carla–. Están metiendo presa a toda la gente que la gente no kirchnerista detesta. Sólo faltan Cristina y el Pipita Higuain.
—Igual me desconcierta un poco el Gobierno yendo tan a fondo con esta ofensiva judicial –digo.
—A mí también –agrega Carla–. Si siguen así, pronto van a destruir al kirchnerismo. Y si destruyen al kirchnerismo, ¿de qué van a hablar? Van a tener que empezar a dar explicaciones de economía, de política… y eso es un problema.
 —¿Vos decís que van a tener que ponerse a gobernar? –pregunto.
—¡Claro! ¡El horror!
—Me parece que en cualquier momento el Gobierno recurre a Greenpeace para que salve al kirchnerismo –opina Carla–. Quién te dice, en cualquier momento lo tenemos de vuelta a Orlando Barone haciendo un programa en la TV Pública.
—¡Sos una mina jodida! –exclamo–. No tenés códigos.
—¿Cómo que no? ¡Tengo los mismos códigos que ellos!
—¿Te referís al Código Penal? –pregunto.
—No, me refiero a unos códigos mucho más importantes –concluye Carla–. Hablo de los códigos de estética moral y visual. Y al que no le gusta, toma mate en la Bristol. n