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incertidumbres

¿Cómo está el clima allá?

Estoy trabajando en Roma y hoy me dije: “Si Argentina gana, escribiré una cosa. Si gana Uruguay, otra.” Pero un tornado que aterrorizó la ciudad, sumado al denso cocoliche que me obligo a hablar, hace que las urgencias nacionales se me tornen extrañas.

Rafaelspregelburd150
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Estoy trabajando en Roma y hoy me dije: “Si Argentina gana, escribiré una cosa. Si gana Uruguay, otra.” Pero un tornado que aterrorizó la ciudad, sumado al denso cocoliche que me obligo a hablar, hace que las urgencias nacionales se me tornen extrañas. A la hora italiana de esta errática columna no podré saber cómo salió el partido. No es que me importe mucho. Lo curioso es ese leve desfasaje innombrable que produce la distancia, ahora acortada falsamente por la ciberconexión. Son las dos de la mañana y las noticias en internet me parecen –husos mediante– viejas, aletargadas, enmohecidas. Que la jueza desbocada prefiere la probation, que otra senadora niega haber sido coimeada, en fin: una suerte de telenovela de la tarde alargada escabrosamente. El resultado del partido, pienso, es una cosa concreta y brevísima que debería aparecer en un flyer enorme, como la oferta de Viagra. Algo puntual que sirva para darle entidad simbólica a todo lo otro que dejamos atrás al partir. Esa relación simbólica es arbitraria. Queriendo en vano enterarme de algo que no cambia mi vida, me entero de otras cosas. Que vagamente me importan. Así es el imperio de la noticia, y su relación empresarial con el deseo de anclar simbólicamente en algún lado. No digo que para otros no sea un notición, lo que digo es que el viajar me otorga una inestabilidad emocional para la que no tengo nombre castellano, donde la llegada de noticias –cualesquiera– es un bálsamo. ¿Cómo están las gatas? Bien, claro. No les va a pasar nada sólo porque a uno lo sorprenda un tornado en San Pietro in Vincolo. ¿O sí?
Todo leve desfasaje provoca espanto. El otro día, Elisa, una amiga actriz que estudió Ciencias de la Comunicación, me contó que hace años tuvo que escribir como trabajo práctico el obituario de Mercedes Sosa. Se sacó un diez. Diez en Comunicación. Hablaba de cosas precisas y honrosas. Pero prematuramente. Sí; los obituarios se tienen escritos mucho antes de que el ilustre fallecido pueda hacer uso de ellos.
Tremendo, insolente desfasaje. Me quedo sin saber el resultado. Pero es sólo una más de las incertidumbres que me ligan a una tierra equis. A una gente y. A unos acontecimientos zeta.