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Controversias en el Día del Periodista

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El honor en la prensa. El premio Pluma de Honor de la Academia de Periodismo, Germán de los Santos, junto a la también homenajeada Graciela Fernández Meijide, Morales Solá, Fontevecchia y Silvia Naishtat (izquierda). Pase entre Jonatan Viale y Baby Etchecopar (derecha) sobre corrupción periodística. | pablo cuarterolo/Captura de pantalla

La Academia Nacional de Periodismo celebró el Día del Periodista, como lo hace todos los años, entregando la Pluma de Honor a un periodista en su sede de la Biblioteca Nacional, en este caso al corresponsal en Rosario del diario La Nación, Germán de los Santos, por sus investigaciones sobre el narcotráfico. Casi simultáneamente Jonatan Viale, el conductor del espacio de mayor rating del canal de televisión de la misma empresa cuyo corresponsal había ganado la Pluma de Honor, La Nación +, protagonizaba una conversación fuera de cámara en el pase de su programa de radio con Baby Etchecopar donde reflexionaban sobre el dinero que reciben los periodistas de los políticos. Paradójicamente, la conversación fuera del aire durante una tanda de estos periodistas dentro de un pequeño estudio de radio fue filmada y grabada sin la anuencia de sus protagonistas y se habría viralizado también sin su consentimiento.

Los periodistas no hablaban solamente de la publicidad oficial registrada públicamente que reciben los medios sino sobre dinero sin contraprestación documentada que recibirían algunos periodistas. “Horacio no entiende mucho cómo se manejan bien las cosas y cree que compra un paquete de periodistas que le responden, en parte es así, hay otros que no y no lo puede entender”, dice Jonatan Viale. Al tratarse de un paquete de periodistas, se desprendería que son quienes comparten un medio y tienen un comercializador común. A lo que luego Baby Etchecopar le responde: “A estos tipos (los políticos) hay que cobrarles y dejarlos que se estrellen”. 

Un periodista de La Nación recibió la Pluma de Honor y otro generó una polémica viral

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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Esta forma de corrupción en el periodismo, que se da en mucha mayor medida en los medios audiovisuales porque allí el conductor no puede ser corregido en vivo por un editor, como sí sucede en la prensa escrita, no es nueva. El modelo de criticar a un político primero como amenaza de seguir criticándolo si no paga se generó con la privatización de los medios audiovisuales, al comienzo de la presidencia de Menem. La línea editorial de los medios sobre lo que conversaban Viale y Etchecopar no tiene a Larreta como preferido sino a Macri y los llamados halcones del PRO.

Obviamente, los propietarios de esos medios audiovisuales son responsables por permitir esa mala praxis porque, si bien no pueden corregirla a priori, sí pueden no contratar a quienes deshonran al periodismo. En algunos casos el propietario del medio o de la productora en contubernio con malos periodistas reparte el botín.

Inoportunamente, la tarde anterior a la celebración del Día del Periodista Alberto Fernández, tratando de recalcar la libertad de prensa que se experimentó durante su presidencia, mencionó a periodistas audiovisuales (los llamó “locutores”) que viven en pisos cuyo valor no se corresponde con el sueldo que reciben.

Consciente de esta creciente problemática en gran medida también por la proliferación de nuevos medios, la Academia Nacional de Periodismo produjo veinte principios “inmutables” del buen ejercicio del periodismo, algunos que hasta parecen ingenuos por lo obvios, lo que condescendientemente fue resuelto al estar formalmente destinados a periodistas jóvenes que comienzan la profesión sabiendo que varios de estos principios son transgredidos por algunas señales de noticias y radios. Por ejemplo estos siete: 

– La viga maestra del periodismo profesional, independiente, ejercido de manera honesta, es una información basada en la verdad.

– La libertad de expresión tiene una limitación de hierro: no incitar al odio ni a la violencia, de modo que deben evitarse las agresiones verbales o escritas.

– Los errores deben ser corregidos e informados a las audiencias lo más rápido posible.

– Antes de dar a conocer una información que pueda resultar acusatoria, se debe recurrir a las personas o entidades que son objeto de esa información, para que den su visión de los hechos.

Neustadt fue el paradigma de quien, con la influencia del rating, cobraba por protección pública

– Deben evitarse los comentarios sexistas, racistas y los prejuicios de cualquier tipo; al igual que las generalizaciones que afecten a personas por su etnia, nacionalidad, ideología, religión, sexo, educación o condición económica, o que se basen en prejuicios de cualquier otra índole.

– El periodismo profesional rechaza el plagio, los sobornos, las extorsiones y otras prácticas similares. Ningún periodista debe aceptar pagos, retribuciones, dádivas ni privilegios que pudieran influir en el contenido de su trabajo.

– Es obligación de los periodistas respetar las leyes y el sistema que fundamenta y protege nuestra profesión, la democracia republicana, garantía del pluralismo y el respeto a las minorías. Un debate democrático es el que admite la pluralidad de voces y miradas que conviven en una sociedad.

Mucho antes de la publicación de estos veinte principios, hace 31 años en la fundación de la Academia Nacional de Periodismo el espíritu de la mayoría de ellos quedó plasmado en el propio Estatuto de la Academia en su capítulo Fines, donde se dice: “Postular que el ejercicio del periodismo se realice fundado en principios éticos y se manifieste por un constante ejercicio de la verdad, de la expresión de un pensamiento ecuánime para juzgar los actos individuales o sociales”.

Ecuanimidad: no hacen falta muchas más palabras porque con verdad sola no alcanza ya que se puede mentir con verdades eligiendo algunas y omitiendo otras para crear un registro distorsionado y hasta a veces opuesto a la realidad.

 

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