En las elecciones de medio término de este año se presentan miles de candidatos a senadores, diputados nacionales, diputados provinciales y concejales en provincias y municipios, pero a diez días de concluir la campaña parece que hubiera sólo una candidata: Cristina Fernández de Kirchner.
No sencillo explicar porqué los grandes comunicadores de la televisión y la radio argentina le dedicaron y dedican gran parte de su tiempo al aire para hablar —mal— de ella, en algunos casos dialogando directamente con su persona —ausente—, en un ejercicio donde la realidad se mezcla con lo fantasmagórico.
En esta obsesión con una Cristina omnipresente, muchos protagonistas privilegiados —por horarios y audiencias— del broadcasting argentino han abandonado el ejercicio clásico del periodismo: trasmitir hechos chequeados presentando diversos puntos de vista cuando son polémicos, para transformarse en propaladores de un mensaje cuyo objetivo era dejar fuera de combate a la ex mandataria.
En este aspecto, no puede dejar de señalarse que estos constructores de opinión se han asimilado al famoso “periodismo militante”, tan debatido en la era de 678. Sin embargo, el efecto real obtenido es precisamente el contrario observando que la única coincidencia en todas las encuestas electorales es que las encabeza Cristina.
Otro “fuego amigo” inesperado es que le simplificaron enormemente la campaña y pudo hacer algo que no logró durante sus presidencias, dosificar sus apariciones públicas, al punto de casi no necesitar carteles, ni difusión.
En las permanentes alegorías sobre la ex mandataria incluso le adjudican actos de poder a toda luces distantes de la realidad —como que de ella dependa que vengan o no venga inversiones. Algo de tenor parecido pasó con la campaña en Estados Unidos con Donald Trump cuando todo el sistema mediático, incluyendo las progresistas radios públicas hablaban sobre él las 24 horas, día tras día, analizando inquietos el surgimiento de ese candidato impensado.
Buena o mala, santa o pecadora, odiada o amada, Cristina está de vuelta, quizás para alegría de sus enemigos íntimos.
(*) Sociólogo (Twitter: @cfdeangelis).