En el análisis de la coyuntura mes a mes, si bien comienzan a observarse algunos aislados números positivos en términos de actividad económica, es necesario resaltar que el punto de partida es el subsuelo. Es decir, una base de comparación muy baja.
En materia de consumo, la demora en el cierre de paritarias pospuso la recuperación en el poder de compra, donde el salario en términos reales recién mostrará una mejora en el mes de septiembre. A esto debe adicionarse el deterioro en el mercado laboral, con un incremento de más de 200 mil desocupados en el primer trimestre de 2019 y una pérdida en el poder adquisitivo de los perceptores de la seguridad social que recién comenzará a revertirse en el noveno mes del año (a excepción de quienes reciben la AUH). Así, la caída en la masa salarial total en términos reales (ingresos y empleo) alcanzaría los cinco puntos en el año.
Tomando nota de esta realidad, las autoridades lanzaron un paquete de medidas entre las que se encuentran el relanzamiento del programa Ahora 12, el Plan Junio 0 km y créditos de Anses a tasa preferencial, entre otros. Sin embargo, en un contexto de fuerte deterioro del poder adquisitivo, la desaceleración de la inflación resulta una condición clave para lograr reactivar el consumo. En la actualidad, el ritmo de incremento en los precios se encuentra “anestesiado”, de la mano de la calma cambiaria de las últimas semanas y tarifas congeladas.
Por el lado de la industria, se advierte un leve rebote en la medición desestacionalizada (+0,6% en mayo), aunque desde un piso, registrando una caída del 9,2% respecto al promedio de 2017. Así, algunos indicadores sectoriales verifican tibios incrementos (molienda de soja: +8% i.a. en mayo, producción de gas: +7,6% i.a. en mayo), mientras otros continúan presentando fuertes bajas (producción automotriz: -39,3% i.a. en junio, producción de acero: -7,1% i.a. en mayo).
En cuanto a la construcción, se alternaron números positivos con negativos. En efecto, los despachos de cemento al mercado interno verificaron un incremento interanual del 4,3% en mayo, pero en junio se registró una caída del 11,4% interanual. Si bien los descensos en el sector resultan menos profundos que a principios de año (ISAC enero: -15,7% vs. mayo: -3,4% interanual), todavía es prematuro hablar de una mejora.
Respecto al sector externo, el quinto mes del año presentó registros optimistas para las exportaciones (+16,5% interanual), aunque en el acumulado el incremento es claramente más acotado (+2,5% interanual). Esto se explica en parte por la baja en los precios de los productos que exportamos, en conjunto con una caída en los envíos de manufacturas de origen industrial (-6,5% i.a. en enero-mayo). Este último punto es clave, ya que las menores perspectivas de crecimiento para la región, principal destino de nuestros envíos de manufacturas industriales, podría continuar afectando su evolución.
Mientras tanto, el crédito continúa retraído, con importantes caídas interanuales en el financiamiento comercial (-15,2% i.a. promedio 30 días móviles al 15 de julio). En paralelo, se observó un incremento en la morosidad, principalmente la de las empresas.
En materia fiscal, se cumplió con la meta de mitad de año, pero se verifica un superávit producto de los ingresos extraordinarios provenientes de la ampliación de los derechos de exportación (+0,4 p.p. del PBI en enero-junio) y de ingresos de capital (+0,3 p.p.) vía ventas de centrales termoeléctricas, entre otras cuestiones, en concomitancia con una fuerte reducción de las erogaciones en términos reales (-9% i.a. en el acumulado a junio).
En paralelo, la alta demanda de dólares sigue siendo un factor a monitorear. Según los últimos números del balance cambiario correspondientes a mayo, la formación de activos externos neta (FAE) se sostuvo en unos US$ 2.500 millones. Para evitar sobresaltos cambiarios una vez que finalice la etapa de mayor liquidación del sector agrícola, la FAE neta debería estar en línea con estos guarismos. Frente a este punto, deben monitorearse los pesos susceptibles de dolarizarse, teniendo en cuenta que existen vencimientos de letras en pesos en manos del sector privado por unos US$ 7.900 millones hasta diciembre. Además, hay unos $ 300 mil millones en nuevos plazos fijos, donde el 70% está depositado a menos de 60 días.
En definitiva, en estos meses se transita una calma cambiaria que puede despertarse en cualquier momento, mientras aún nos encontramos sin salir definitivamente del subsuelo. Así, se observan algunos tibios números positivos, pero el sendero será, en el mejor de los casos (de no mediar algún sobresalto cambiario), el de una tenue recuperación.