COLUMNISTAS
SEMANA 41 DE 2012

Cuidado: empezamos a temer(nos)

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Venía esta semana de rodar por la hipnótica Jerusalen (cada memoria usa su Gps como puede) y devuelto a la humectante porteñería mis neuronas me arrimaron una pista y sospecha. Nada menos que la historia moderna argentina está escrita por un uruguayo y que consta (tal su síntesis) de tres tomos vacíos. Sic. Esto por una magna y obvia verdad: no había nada nuevo que agregar a la genialidad sintética de sus títulos. Tomo 1: Los peronistas son patoteros. Tomo 2: Los radicales son nabos y Tomo 3: Los argentinos no se saben querer.

Este haiku histórico partió de la boca del presidente Pepe Mujica un día en que no atendía su huerta (como suele) y la prensa le buscó la lengua. Deberemos agradecérselo. Sucede que parloteamos desde décadas sobre como enyesar y curar el cuerpo del ser nacional y no salimos de la enfermería. Hoy mismo todo depende para algunos que el pseudomarxista Laclau ahonde en la fórmula del engrudo, en la regla de tres simple, para que una vera justicia social reemplace al camelo social. Farfulla mucho Laclau. Sin tantos libracos encima esa fórmula florece natural de la experiencia de un campesino lúcido que está a un paso de aquí. ¿No debería el infatuado (y próximo jubilado inglés) liberarse de lo que le inocularon en claustros anglos y hacer un curso de verano en una chacra de Montevideo?

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Pringosa como se vino la primavera encima nos sumó una inquietante novedad. Ya no solo no sabemos querernos: también hemos empezado a temernos. No se trata de sumar pánico pues el uso del plural es abusivo. De los 40 millones solo estarían implicados 40 mil. O tal vez ni lleguen a 4 mil. Pero joden, enrrollan, asustan y (de un lado y del otro) doblan apuestas. Ya no critican: amenazan. Que un 7D, que un 8D. Ni una columna sola(ni un columnista solo) puede situar el origen real de este encono binario que nos roe desde antiguo. Es asunto para conversarlo entre muchos. Y en Paz. La Cosa Pide Atención. Ahora se trata de apaciguar el Ahora. Dejemos por hoy el 1930 fascista, el 1945 justicialista, el 1956 dictatorial, el 1976 genocida. Con echar un vistazo desde 1983 hasta aquí se verá que los tres versículos de Mujica prueban que un pertinaz desprecio por el otro agrandó la grieta. Revelación que aggiorna la conseja de Martín Fierro que enaltecía la boca popular y la académica hasta no hace mucho y que hoy pocos citan: "Los hermanos sean unidos/ ésta es la ley primera...". En tanto que sí (dada nuestra veterana corrupción in progress) prevalece (y siempre entre cómplices sonrisas) la que sugiere "Hacete amigo del juez/etcétera".

No es momento (ni hay espacio) para dar nombres, casos, mafias. Lo cierto es que que llevamos 30 años sofocando una democracia bebé. En 2012 ella es tan solo un avatar informe de sí misma. Tres décadas que por bisagra de época que son, requerían de una clase dirigente al menos tan de su país como lo es la de chilenos, uruguayos, brasileños y alguno más de la barriada hispanoamericana. Bien vendría se ocupase alguien de escribir "La Historia de la Corrupción Argentina" desde su primer serpentario (la Aduana) hasta los que se ocultan delante de nuestros ojos.

Es mucho lo que dura nuestra corrupción. Pero no debe aceptarse como plaga imbatible. Estamos a las puertas de un cambio de época que no insinúa mucho, salvo miedo. Un cambio de época no es otra cosa que el momento en que una gran mentira reinante largo tiempo se desinfla y una aparente novísima verdad (o joven mentira de recambio) enciende la ilusión de un paisaje social distinto. Así es como al amparo de renovaciones en la mecánica, la energía y otros juguetes inhumanos despiertan y encuentran nuevas formas de unirse y contestar los "conejos" indignados. De a poco, cada tantas décadas, nos avivamos de algo más (pero siempre de a poquito). Hace 80 años alguien escribió "Delito no es robar un Banco sino fundarlo". Algunos pretendieron anestesiarla atribuyéndosela a Groucho Marx. Pero no pudieron. La frase de Bertold Brecht hoy se repite en paredes griegas, pancartas españoles y afiches franceses. Del último cambio de época a éste los indignados han pegado un salto: atisban, intuyen, que los politicos no son otra cosa que el invento de los banqueros para engatusar a los votantes.

Captar una sociedad es obtener la más fabulosa cartera de clientes en el país que sea. Es por eso que cada 4 años, por abajo o por arriba, apoyan a sus pingos y toda vez que las papas financieras se les queman por su mega avaricia, son los "pingos" comprados quienes legislan la tapadera de los agujeros de sus tan sensibles padrinos. Esta maniobra tiene fallidos famosos. La crisis de 1929 fue de las mayores y mostró por primera vez que también las finanzas y los bancos pueden tener mártires. Algunos de los Midas de aquella bancarrota optaron por no salir por la puerta sino por la ventana de un rascacielo neoyorquino. Ese caso, y otros, llevan a los mediocres a comentar que "no hay salida" o que "esto pasa en todo el mundo". Pues ya sería hora que dejáramos de "parecernos" al mundo. Y también de preguntar a los turistas cómo nos ven. Ni un esquimal lo hace.

(*) Especial para Perfil.com