COLUMNISTAS
Alicia en el país de las energías

De ladris a héroes, gracias a vos

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Diálogo. Fernández y Nardelli en Olivos el jueves. Aseguran que siguen las conversaciones. | Presidencia

“Convertimos a un grupo de ladris que quebraron una cerealera en héroes nacionales defendidos en las calles por los productores que ellos mismos estafaron”. La reflexión de un integrante del Frente de Todos el viernes resume el mood me-quiero-morir que hay en el Gobierno, a doce días del anuncio de intervención y expropiación de Vicentin.

Ayer hubo una protesta nacional y tras un fallo judicial local, ya no hay intervención y la expropiación se evapora. Ya nadie habla de tener una “empresa testigo” de nada y todo se reduce a la idea de un rescate que te juro es re pro capital privado.

Por error de cálculo o ceguera, el plan que cada vez queda más claro que salió de los equipos de Cristina Kirchner y después tuvo que abrazar Alberto Fernández, logró lo que ni Jaime Duran Barba en sus épocas de oro. Revivió y ordenó Juntos por el Cambio, justo cuando ya se miraban de reojo porque se descubre que se espiaban entre ellos.

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El pifie sobre cómo resolver una crisis como esta –originada por desmanejos públicos y privados en el gobierno anterior– fue tan grande que sacudió a un presidente que hasta entonces se las arreglaba para tener niveles de popularidad altísimos por gestionar con consenso una pandemia inédita, y eso que la gente está cada vez más harta de la cuarentena, con una crisis económica sin precedentes y siempre al borde del default. “Nos pusimos a cabecear granadas en el gasoducto”, grafica una espada del oficialismo, en modo metáfora.

Será por eso que hasta Guillermo Mitchell, que con su ex jefe en la AFIP Ricardo Echegaray había preparado un paper sobre qué hacer con la empresa, aclaraba esta semana que su planteo original no era esto que se anunció. Será por eso también que otras voces se preguntaban por qué fueron por todo antes de primero aunque sea cambiar la línea técnica del Banco Nación que aprobó los créditos a Vicentin, que hasta el viernes seguía intacta.

Las derrotas, se sabe, nunca tienen padres, pero dejan lecciones para cuando en el futuro surjan otras iniciativas que expresen solo a un ala de la coalición gobernante, por ejemplo, para el sector de los hidrocarburos. Allí, algunos ya hablan de que estamos ante Alicia en el país de las energías. La gobernadora de Santa Cruz y cuñada de la vicepresidenta terció primero para que llegara Aníbal Fernández a la mina de Río Turbio, traspasó a Andrés Cirnigliaro de la empresa de energía provincial a la eterna Enarsa y sonrió cuando el misionero Ignacio Barrios Arrechea, cercano a su hija, aterrizó en Yacyretá. Va por más. Con CFK, sueñan con que la Compañía de Inversiones Mineras SA, hasta ahora la arenera propia de YPF en Vaca Muerta, sea punta de lanza del Estado para proyectos mineros de gran escala. Todo podría ser la antesala de una batalla final post Covid-19: quién se queda con la Secretaría de Energía que hoy conduce Sergio Lanziani, cuyo mayor hito es haber sido detenido por romper el aislamiento.

Mamita. Y en eso, el mundo empresario que tiene más espalda da rienda suelta a sus delirios y contradicciones. Ahí grita por la propiedad privada la Asociación Empresaria Argentina, que nació en 2002 para que el Estado pesifique deudas y evite el cramdown de acreedores extranjeros sobre Clarín. Ahí anda Idea, armando think tanks por si un día vuelve un gobierno más de su palo. Ahí repta el Foro de Convergencia, multisello de catarsis corporativa haciendo siempre copy paste del mismo comunicado sobre la república salvo que, ponele, haya que condenar el espionaje ilegal de Cambiemos sobre hombres de negocios.

Y ahí está el Grupo Techint, que como no consiguió que la Unión Industrial Argentina saliera con los tapones de punta marcando que “se cruzó una raya”, mandó al lobbista que nunca habla, Luis Betnaza, a dar una entrevista con Jorge Lanata en radio Mitre para cuestionar la intervención, denunciar el parate productivo y recordar que la expropiación de Sidor en la Venezuela de Hugo Chávez en 2008 les dejó “huellas productivas”, aunque no se sabe si se refirió al pago de coimas que admitió en la causa de los cuadernos. Hubo mucha bronca con la actitud de la T. “Paolo Rocca te quiere llevar a romper todo y después arregla por las de él y quedás colgado”, se escuchó tras la caliente reunión por Zoom de la UIA.

Ante tanto disparate asoma una solución para la comunicación corporativa. Llega desde el mundo de los laboratorios y no se trata del lobby nivel Dios de cámaras nacionales o extranjeras en tiempos de testeos o vacunas. Es literatura. Alejandro Roemmers, el heredero escritor de una de las familias más ricas del país, aquel del cumpleaños fastuoso en Marruecos, acaba de publicar su primera novela, Vivir se escribe en presente (El Ateneo). Uno de sus personajes centrales es el magnate Ron Davies, que charlando en una estancia de la Patagonia con un estudiante de periodismo, ese arte del “cotilleo”, según machaca el texto, reflexiona: “Yo he hecho bastante dinero en mi vida, no siempre de una manera irreprochable”. El personaje se ha volcado al cuidado de la naturaleza y dice: “Uso mi dinero para encontrar esa belleza y protegerla. Y para evitar que la destruyan el egoísmo, la inconsciencia, la falta de sensibilidad y solidaridad, la desmedida ambición…”.