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Debates republicanos

1-11-2020-Logo Perfil
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Podemos empezar, como se suele, por el tigre que acecha un árbol en Facundo de Sarmiento y por el toro que se suelta del lazo en El matadero de Echeverría. Podemos seguir con los clásicos del siglo XX, la antinomia entre el aluvión zoológico, de un lado, y los gorilas del otro. Y podemos llegar hasta las formulaciones más recientes, con sus respectivas cargas ideológicas sobre clase y sobre género: la de yegua y la de gato.

Política y animalidad. Las figuraciones de lo animal sostienen en cada momento histórico un imaginario específico de aprensiones y domesticaciones soñadas, recelos y voluntad de control, ofensas metafóricas y reapropiaciones que invierten la carga valorativa. Me temo, sin embargo, que no es de ese orden la designación de los kirchneristas como “cucarachas roñosas” que Sandra Pitta aportó por estos días al debate republicano. Porque más allá de alguna resemantización puntual, como la del comienzo de Wall-E, no parece haber para las cucarachas otra posibilidad que la de ser pisadas y aplastadas. Que fue lo que de hecho propuso de inmediato la antedicha investigadora: pisarlos y aplastarlos.

El juego de la animalización, aun con toda su carga hostil, no dejaba de abrir una brecha de vaivenes y tensiones, de terror-fascinación. Me parece que eso se pierde al pasar, como se pasó en este caso, a la repugnancia por los insectos (un insecto aún más rebajado que Gregorio Samsa, que conservaba, pese a todo, la humanidad del lenguaje articulado).

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Las cucarachas, en especial con ese adjetivo de oprobio: roñosas, sólo han de inspirar, según creo, impulsos de aniquilación. Los publicitarios de Raid lo entendieron a la perfección (“Las mata bien muertas”) en el plano de lo referencial, en el plano de la literalidad. Pero en el plano de estas metáforas políticas, ¿qué hay que entender por pisar, qué hay que entender por aplastar? ¿Acaso pisar? ¿Acaso aplastar?