Tengo las Obras Completas de Borges y las tiras completas de Mafalda, de Quino. Son los dos únicos libros que puedo releer hasta el cansancio y siempre los disfruto igual. Hace dos años vi True Detective una serie empática que me gustó mucho. No me pareció una obra maestra (Como Mad Men, Los Vengadores o Los Soprano) pero me gustó. A comienzos de este año vi la segunda temporada y el primer capítulo me expulsó: no entendí nada de la trama, me aburrió. Martín Caamaño un amigo que es como un stalker de películas, me recomendó mucho la segunda parte de la serie y volví a insistir. Ahora casi que me pareció una pequeña obra maestra. Entonces ¿qué cambió?. Nic Pizzolatto es un guionista paranoico. Está en todo.
Tal vez por eso sus series duran pocos capítulos. Trabaja con condensación. En vez de dos protagonistas, esta vez son cuatro: Vince Vaughn, Colin Farrell, Rachel McAdams y Taylor Kitsch. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos queremos que nuestro día se entienda, pero los mejores días son aquellos que no se pueden traducir. No entendí mucho cuál es la trama policial de la serie. Eso me dejó de importar de inmediato. Creo que a grandes rasgos esta segunda temporada habla de la paternidad. La paternidad no se puede bajar como una aplicación. Es algo que se hace de a poco, que se aprende o no. Y somos construidos por padres oscuros y luminosos y a veces esas dos tensiones recalan en una misma persona. Como en Frank Semyon, el personaje magistral que interpreta Vaughn.