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Días de refundaciones imaginarias

Los actores políticos se mueven en un terreno resbaladizo, en un marco económico que promete miles de sobresaltos y traspiés.

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Inalterable, Cristina Fernández. | Pablo Temes

El acto del día viernes en el Chaco fue el puntapié inicial de la campaña de Cristina Kirchner rumbo a 2023.

Singularidades. En un país normal resultaría raro que una vicepresidenta haga un acto en la latitud opuesta del país y casi a la misma hora que el Presidente, pero un Doctorado Honoris Causa (para la cual no se precisa tesis) es una buena razón para (una vez más) tener expectante a buena parte de la sociedad argentina y a los medios de comunicación que especulaban con una ruptura espectacular. No es tiempo.

¿Cristina 2023? Es muy probable que un tercer mandato esté en el horizonte de sus deseos, pero no se le escapa que los problemas de la actual gestión la impactan y además, sus notorias advertencias sin respuesta también la debilitaron. Por eso buscó dejar en claro en su discurso (con forma de clase magistral) que tiene las herramientas conceptuales para superar el “kulfismo”. Sí, Matías Kulfas es ahora para Cristina el principal motor del disfuncionamiento del Gobierno, y quien se llevó los principales dardos, ya no vale la pena apuntar a Martín Guzmán, más cerca de la salida que de su escritorio, si surgiera un ministeriable posible. Por los propios altibajos en su intención de voto y la falta de claridad sobre las condiciones en que llegará la oposición, habrá que esperar hasta los cierres de lista para saber si Cristina es candidata presidencial o no.

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¿Por qué regresó a su escenario favorito, un atril y a una audiencia embelesada? Porque sabe que debe seguir nutriendo a su base electoral, también defraudada por la fallida experiencia del Frente de Todos, por más que uno de sus protagonistas, Sergio Massa haya intentado en estos días mediar entre las irreductibles posiciones y las demandas de rendiciones incondicionales: “mejor estar a prudencial distancia” debe haber pensado el fundador del Frente Renovador.  

Dame fuego. Lo que Alberto Fernández intentó apagar con gritos en Tierra del Fuego no pudo tapar lo evidente, que su compañera de fórmula lo buscar esmerilar hasta un punto de no retorno. Cristina hasta se vio obligada a explicar porqué lo eligió: porque no representaba ningún partido político. Esta apresurada respuesta (Alberto hasta fundó un partido con el premonitorio nombre Parte) muestra que recibe los interrogantes de los propios sobre aquella decisión. Pero también debe decirse que Alberto Fernández está dispuesto a resistir en su casamata hasta que la realidad le muestre la cruda verdad: sus apoyos políticos son cada vez menores, y los éxitos que insiste en mostrar tienen un aire de familia al genial concepto de “crecimiento invisible” que acuñó Mauricio Macri en 2018. No hay cifra estadística que estimule a una base electoral que se fue alejando y que está a años luz de brindar por el nacimiento de la industria del cannabis.

Pero a pesar de todo, la Argentina está lejos de 1973, cuando Perón le hizo saber a Héctor Cámpora y a Vicente Solano Lima que debían abandonar la Presidencia (tras apenas 49 días) y renunciaron sin chistar, a pesar de que el anciano General ni siquiera se dignó a atenderlos. Y el país está a mucha más distancia de 1975 cuando ya muerto el líder, las bandas de la Triple A de López Rega y del Comando de Organización de Brito Lima declararon la guerra (no simbólica) a la izquierda de la Tendencia Revolucionaria peronista. Dos motivos parecen sostener la “novedad”, 1) se sostiene la alta valoración de la institucionalidad por parte de la sociedad argentina que incluso se perdió momentáneamente en 2001 con los trágicos resultados conocidos y 2) la existencia de un partido conservador competitivo que le disputa en el terreno electoral al peronismo.

Juntos por la Lucha. Pero, el experimento político que fue mutando desde Compromiso para el Cambio, hasta Juntos por el Cambio pasando por PRO y Cambiemos (quizás la marca más exitosa) también tiene problemas tal vez ocasionados por la convicción del casi seguro triunfo electoral, lo que multiplica las ambiciones y las luchas políticas. Por una parte, este espacio ha perdido la novedad y la frescura que podía tener en 2015, para ser visto hoy ya como parte del problema, por ejemplo, su base electoral tiene más de sesenta años y no logra calar en los menores de 25 años.

En este contexto, la estrella de Horacio Rodríguez Larreta comienza a apagarse, sin haberse desarrollado por completo, como pasa con algunos soles en el cosmos profundo. Ese prematuro envejecimiento político se debe a razones intrínsecas de la interna de JxC, pero también a las extrínsecas por su confuso posicionamiento nacional. A ciencia cierta ya se pueden observar encuestas que lo dan por derrotado en unas hipotéticas PASO con Patricia Bullrich, e incluso quedando tercero cuando en el set de preguntas se lo incluye al mismo Mauricio Macri.

Incluso la herencia del quinto mandato del PRO en CABA (que completaría 20 años ininterrumpidos) también parece borrosa. Su sucesora natural María Eugenia Vidal lo acompaña en el (¿provisorio?) eclipsamiento del jefe de Gobierno. La oferta de la ex gobernadora de “ponerse la 10 de Messi” sonó tan forzada como jocosa. Otros jugadores salen al paso como el experimentado Jorge Macri, y un tapado muy parecido a Guillermo Dietrich. También Martín Loustau pretende que se cumpla una brumosa oferta para transformarse en alcalde porteño el año próximo.

Debe prestársele atención a esta demanda que podría significar un abandono de los radicales de JxC si obtuvieran que Facundo Manes se lance a la aventura presidencial y si obtuvieran el respaldo de Gerardo Morales. Algunos halcones del PRO respirarían aliviados si se fuera esa ala molesta ya que esperan poder abrazarse a la doctrina liberal ortodoxa y shock. Algo parecido pasa con Patricia Bullrich, todos los intentos para que se baje de las PASO parecen infructuosos y si la buscan bloquear tiene las herramientas electorales y mediáticas para dar el portazo y asociarse al mileisismo. Increíblemente la propia dinámica política de la principal oposición actualiza las posibilidades de Cristina Kirchner si mantiene su caudal electoral entre el 25 y el 30%.

Tiempos de revancha. Los actores políticos se han lanzado a un terreno resbaladizo, en un marco económico que promete miles de sobresaltos y traspiés. Probablemente tenga mayor éxito quien entienda mejor los humores sociales y sintonice con los deseos de la sociedad.  

*Sociólogo (@cfdeangelis)