Virtudes circunstanciales, en orden aleatorio, de pasar una temporada en España, centro de la industria editorial en castellano. Uno: la posibilidad de ver en escena a los autores que, por diversos motivos, es poco probable que pisen suelo argentino. En los últimos veinte días estuvieron en Barcelona Amélie Nothomb, Haruki Murakami, Hanif Kureishi y Jacques Vergès. En abril, para la fiesta de San Jorge, convertido en día nacional de la lectura (en el que se acostumbra regalar un libro a amigos, familiares, parejas), lo harán tantos otros. Estas visitas dan, como mínimo, la posibilidad de desmentir o reafirmar ciertos prejuicios: Nothomb es más simpática de lo que parece, Murakami más cándido e insoportable, Vergès tan inteligente como cínico. Dos: recibir las novedades editoriales que, probablemente por las mismas razones, no llegarán a la Argentina o lo harán con meses de retraso. Los servicios de prensa de los sellos funcionan a la perfección, y si bien saben que las reseñas favorables no siempre garantizan una mayor cantidad de ventas, no escatiman en gastos. Tres: es mentira que sólo en la Argentina existan sellos pequeños o independientes que se encargan de poner en circulación textos que escapen a la mediocridad general o a los meros intereses comerciales. Editar libros todavía es un negocio barato y rentable en muchos lugares del mundo y también en España, donde, por otra parte, se lee y escribe en cuatro lenguas: castellano, catalán, gallego y vasco. Lo que implica, si no siempre calidad, al menos una saludable diversidad.
Alberto Lema (Bamiro, Galicia, 1975, foto) publicó en apenas un año dos libros destacables. En 2008 su primera novela, Una puta recorre Europa, y hace pocos días las nouvelles Las muertes pequeñas y El síndrome Rubens bajo el título común Sidecar (Caballo de Troya). Lema es poeta, estudió filología inglesa y no vive de la literatura sino de su trabajo de viajante de comercio, vendiendo quesos y embutidos. Milita en el Frente Popular Gallego (FPG), una organización marxista e independentista, y escribe en su lengua “como una forma de resistencia y compromiso”. Una puta recorre Europa es la historia de una pareja de feministas que decide combatir la prostitución asesinando a los clientes: una divertida novela panfletaria con elementos del policial que transcurre posteriormente a los hechos narrados en Sidecar, en la que Lema muestra una mayor preocupación formal por los artificios lingüísticos y literarios. Hay algunos elementos comunes en los tres textos; una prosa liviana aunque trabajada, la voluntad de narrar las posibilidades (y, sobre todo, las imposibilidades) del amor en tiempos del capitalismo salvaje: “Suele pasar que cuanto más deseas a alguien, más difícil te resulta acercarte o, por lo menos, es así mientras la experiencia no te enseñe a esconder el deseo tan bien que acabes por perderlo”. Los personajes de las feministas Ada y Luz, los amigos César y Mario (presentes en los dos libros) resultan empáticos porque éstas son novelas escritas para sus protagonistas, y no contra ellos.
Por fortuna, algunas editoriales españolas decidieron comenzar a exportar sus libros a la Argentina, como ya lo estaban haciendo 451, Melusina o Acantilado. Errata Naturae es una, Caballo de Troya otra. Sirvan estas palabras, entonces, como introducción a la inminente llegada de los libros de Lema a Buenos Aires.
*Desde Barcelona.