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MARCHA PERONISTA VERSION CHILL OUT / PANORAMA

El ‘buscaglismo’ y la opinión pública vip

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| Cedoc

El financista tiene oficinas ahí en esa zona indeterminada entre Retiro y Recoleta, donde en el último mes se ha registrado un récord de gringos de Wall Street por metro cuadrado buscando algún tipo de respuesta sobre el futuro del país. Todos quieren saber si seguirá el oficialismo o qué deparará un triunfo opositor. No es curiosidad antropológica ni un trabajo de campo en la tierra de Borges. Ni a palos. La mayoría puso mucha plata en estos tres años de fiesta financiera y quiere saber si es hora de volver o más bien el momento justo de  terminar de desprenderse de cualquier resto de papeles de este extraño destino que oscila entre ganancias inigualables con amenazas permanentes de posibles defaults.
En esas cuadras alrededor del comienzo de la Autopista Illia, los restoranes de la Recova y el Hotel Four Seasons se yergue invisible la capital de la opinión pública vip, donde una nube de analistas financieros y consultores políticos alterna cafés y almuerzos para responder interrogantes de bancos y fondos de inversión extranjeros que por estos días no paran de escribir reportes a sus jefes y clientes regionales o globales.
El financista disecciona ante PERFIL el funcionamiento más íntimo de los mercados financieros y bautiza la versión actual de ese fenómeno como el buscaglismo, en referencia al que considera hoy el hombre de moda ante esa clientela: Marcos Buscaglia, ex economista jefe de Merryl Lynch para América Latina hasta 2015 y actual líder de  la firma de inversiones Alberdi Partners, mucho más popular desde que ocupa el lugar de columnista económico del programa Odisea que conduce Carlos Pagni en el canal de La Nación. Allí reemplazó nada menos que al ahora ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, con quien de hecho pudo charlar largo en la embajada argentina en Washington durante la reciente gira del equipo económico por Estados Unidos.
El buscaglismo, dice el financista, es apenas un genérico para llamar a una corriente que incluye, claro está, a los economistas de siempre en la City, y sobre todo hoy por encima de ellos, a los encuestadores top de la Argentina, que están saturados. No terminan de medir un escenario y ya tienen que salir a cotejar otro nuevo a pedido de sus clientes del exterior. Por eso, todos los sondeos que se filtran siempre están en inglés: el buscaglismo está a nada de ser un anglicismo, the buscaglism.
Con la novedad de la fórmula oficialista integrada por Miguel Pichetto como compañero de Mauricio Macri un mes después de conocerse que Cristina Kirchner irá como vice de su ex jefe de Gabinete más crítico, Alberto Fernández, se completó tal vez uno de los períodos más intensos de interpretación política por parte del mundo de las finanzas. O de cambios en la opinión pública más privada. Gurúes que la van de Robert Potash o Alejandro Horowicz detrás de terminales Bloomberg escribieron “thoughts on Pichetto’s candidacy” e informes de que “Cambiemos changes”. Así contaron esta semana cómo a su criterio la irrupción de un histórico PJ al lado de Macri puede ayudar al oficialismo “to seduce governors” y que la jugada le devolvió al presidente la “polítical initiative”. Además, como ya habían escrito antes que la fórmula de los Fernández venía a “moderate populism” quedó redondeado entonces el nuevo relato sobre el país que fluye en Wall Street: el oficialismo recupera oxígeno y muestra más cintura para “negotiate reforms” en un segundo mandato;  la oposición mostró voluntad de pago.
En tiempos donde además el mundo mezcla tensiones comerciales con posibles bajas de tasas que ayudan a los países medio pelo como el nuestro agrupados bajo la etiqueta de emergentes, la Casa Rosada anotó una de sus mejores semanas económicas (imaginate el resto). El dólar en $ 45 y el dato de inflación menos altísimo que en marzo y abril los puso exultantes. Hasta el más gorila ahora le dice Piketty al senador y se imagina la marcha peronista sonando en versión chill out entre globos en Costa Salguero. Ah, el nuevo leitmotiv del buscaglismo es este: cualquier diferencia de no más de seis puntos entre Alberto y Macri en las PASO será para euforia financiera porque anticiparía un triunfo oficialista en el ballottage. Andá a chequearlo a la cocina del Elena.
Lo que empieza a instalarse desde la irrupción de Pichetto en el imaginario del establishment es la decisión de Macri de avanzar, en caso de una reelección que de golpe les parece más probable, en un plan de shock, que se impondría en el debate con los gradualistas que insistirían en pedir otra oportunidad. “Cambio de gabinete y shock”, se autoconvencen en importantes torres de Catalinas. “Las reformas más fuertes siempre fueron con el peronismo”, le ponen fichas a Pichetto y se acuerdan de Menem en los 90. Lo ven de hecho llegando a Carlos Melconian con pleno poder en Hacienda para reemplazar a Dujovne. Ahí sería un problema para Buscaglia.
Pero si hubiera, como se daba por descontado hasta hace una vuelta en esta montaña rusa, un recambio en la Casa Rosada, no está claro qué rumbo tomaría una gestión del dueño de Dylan. Porque por un lado esta semana en Santiago del Estero la ex presidenta dijo que “alguien tendrá que poner los dólares que faltan”, en un mensaje que revela otra vez el menú de respuestas que prefiere para la restricción externa que sufrió en su último mandato. Pero por otro, en el libro Los tres kirchnerismos, Matías Kulfas, asesor del candidato presidencial, asegura sobre el origen del cepo cambiario que “Cristina hizo una lectura política de la adquisición de dólares” y que “la desligó de los desequilibrios macroeconómicos” que, remarca, “no se propuso corregir”. ¿Cuál receta primaría en 2020? Porque dólares nunca sobran acá.
A propósito de libros, la presentación en el juicio por fraude al Estado de Cristóbal López y Fabián De Sousa, ex hombres fuertes del Grupo Indalo, también tuvo algo de literario. El ex amigo de Néstor Kirchner lució sobre la mesa Sinceramente, best seller de CFK. Llamen a un guionista para entender si el mensaje es un “gracias por todo, te banco siempre” o un “cómo me dejaste acá tirado”. Su ex socio, en tanto, apiló de cara a las cámaras otros dos textos: Topología de la violencia, un ensayo de Byung-Chul Han que habla de la “violencia que no se ve” e incluye un capítulo sobre “derecho y violencia”, y La calesita argentina, del politólogo argentino Nicolás Tereschuk, que habla de la repetición de los ciclos políticos a lo largo de la historia. n