Hace un tiempo, Noam Chomsky confeccionó una lista con “las diez estrategias de manipulación de masas” a través de los medios. Ya había reflexionado al respecto en su libro Armas silenciosas para guerras tranquilas. Lo que el gran filósofo y lingüista norteamericano expresa en cuanto a los mass media es perfectamente aplicable en materia política.
Aquí vivimos un año electoral, donde el discernimiento y la necesidad de un voto reflexivo y responsable se vuelven vitales para nuestro devenir.
Veamos el decálogo de Chomsky:
La estrategia de la distracción: Básica para el control social, consiste en desviar la atención pública de los problemas importantes, a través de un alud de informaciones insignificantes. “Hay que mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar”.
Crear problemas y luego ofrecer soluciones: Ejemplo: dejar crecer la violencia urbana u organizar atentados, estableciendo un control ulterior que lleve a coartar la libertad. O bien: crear una crisis económica para que la gente acepte como un mal necesario cierto retroceso de los derechos sociales.
La estrategia de la degradación: Para obtener la aceptación de una medida inaceptable, basta con aplicarla progresivamente, a lo largo de los años. A saber: desocupación masiva, salarios indignos, etc.
La estrategia de diferir: Presentar una decisión impopular como “dolorosa, pero necesaria”, obteniendo así la aceptación de la gente para aplicarla en el futuro. Esto deja tiempo para resignarse y acostumbrarse a la idea del nefasto cambio.
Dirigirse al público como a niños de corta edad: Cuanto más se busque engañar a la gente, más se adoptará ese tono infantil. Dice Chomsky: “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese 12 años, entonces, por ser sugestionable, probablemente se obtenga una respuesta o una reacción tan desprovista de sentido crítico como la de una persona de 12 años.”
Apelar a lo emocional más que a la reflexión: Es una técnica clásica para producir un cortocircuito en el análisis racional y, por ende, en el sentido crítico de los individuos. Es más: el uso del registro emocional permite abrir la puerta al inconsciente para implantar ideas, deseos, miedos, pulsiones o actitudes.
Mantener al público en la ignorancia y la tontería: “La calidad de la educación brindada a las clases inferiores será la más pobre posible, de manera tal que la fosa de ignorancia que aísla a las clases inferiores de las clases superiores sea incomprensible para las clases inferiores” (Chompsky dixit).
Alentar a la gente a complacerse en la mediocridad: Estimular a las personas a considerar cool, divertido, moderno, el hecho de ser tonto, vulgar e inculto.
Reemplazar la rebeldía por la culpa: Hacerle creer al individuo que él es el único responsable de su desdicha. Así, en vez de rebelarse en contra del sistema económico, la persona se autodesvaloriza y se culpabiliza, lo cual crea un estado depresivo donde la acción queda inhibida. Y “sin acción no hay revolución”.
Conocer a los individuos mejor de lo que se conocen a sí mismos: En las últimas décadas, los enormes progresos de la ciencia (la biología, la neurobiología, la psicología aplicada, etc.) permiten al “sistema” conocer muy bien al ser humano, física y psíquicamente. Por lo tanto, se posee un mayor control y poder sobre los individuos que éstos sobre sí mismos.
La manipulación es una agresión encubierta. Con su mensaje, los manipuladores buscan obligarnos a hacer –sin darnos cuenta– lo que ellos quieren, no lo que nosotros deseamos. Pretenden torcer así nuestra voluntad e imponer la suya.
“Todo manipulador posee una gran habilidad para fabricar impresiones de la realidad, ilusiones virtuales que le permiten esconder artimañas y ficciones. (…) son grandes prestidigitadores” (G. Husmann/ G. Chiale, La trampa de los manipuladores).
Para escaparle a la manipulación hay que entender cuál es el juego, cuáles las estrategias utilizadas y cómo autoprotegerse. A veces los mecanismos son tan sutiles como perversos. ¡Atención! Pueden ser armas silenciosas para guerras no tan tranquilas.
*Escritora y columnista.