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El fin de la grieta

Grieta Temes
La polarización que reinó durante dos décadas se disipa con Milei. | Pablo Temes

Mario Rapaport es un economista que suele coincidir con la ideología del peronismo y que siempre ha sido muy crítico del neoliberalismo. Miguel Ángel Broda también es es un economista pero que, en cambio, sintoniza con los postulados del antiperonismo y que ha cuestionado al populismo en muchas ocasiones. En tanto que Maristella Svampa es una historiadora de izquierda que rechaza el extractivismo de los recursos naturales y pondera la trayectoria de los movimientos sociales. Mientras que Graciela Fernández Meijide es una defensora de los derechos humanos que ha mantenido en los últimos años algunas posiciones ideológicas que la acercan a la centroderecha. Por último, Andrés Cisneros es un politólogo conservador especialista en relaciones internacionales, que defendió abiertamente la diplomacia del menemismo en los noventa. Y Jerónimo Guerra Iraola es un abogado identificado con las ideas nacionales y populares, que coordina un centro de ex combatientes de Malvinas desde el cual se ha denostado a Menem en relación a las decisiones que tomó su gobierno en torno a la disputa por la soberanía de las Islas.

Rapaport, Broda, Svampa, Fernández Meijide, Cisneros y Guerrero Iraola no tienen nada en común y, en las últimas dos décadas, se han posicionado en veredas diametralmente opuestas en relación a las distintas coyunturas políticas argentinas. Pero algo cambió en las últimas semanas, especialmente, desde que Javier Milei se convirtió en el político más votado de la Argentina. Desde entonces, Rapaport, Broda, Svampa, Fernández Meijide, Cisneros y Guerrero Iraola, junto a un centenar de intelectuales, cientistas sociales y economistas que habían estado enfrentados en los últimos años, se unieron para mostrar su rechazo y preocupación frente a un posible gobierno libertario. Finaliza una semana antigrieta en la Argentina: Milei lo hizo.

Porque es importante advertir que la despolarización que se vislumbró en los últimos días se fundamenta en una sola razón: la crítica al candidato de La Libertad Avanza.

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El lunes, por caso, se conoció un documento firmado por casi dos centenares de economistas de posiciones muy opuestas. Es muy difícil encontrar semejanzas entre Ricardo Delgado, Pablo Gerchunoff, Javier González Fraga, Martín Rapetti, Miguel Kiguel, José Luis Machinea, Eduardo Levi Yeyati, Andrés Borenstein, Marina dal Poggetto, José María Fanelli, Federico Poli y Lorenzo Sigaut. Pero todos ellos han coincido ahora en la condena a la dolarización propuesta por Milei. “No permitamos que, por miopía y desesperación, la difícil situación en que nos encontramos nos lleve a tomar un falso atajo que sólo nos conduzca a una nueva y más dramática frustración”, concluyó el documento de los economistas argentinos. La respuesta del libertario fue, una vez más, antidemocrática. “Fracasados”, los llamó.

Pocas horas después de que apareció el escrito antipolarizador de los economistas críticos, se conoció una proclama rubricada por decenas de cientistas sociales que habían estado en las antípodas ideológicas pero que ahora acuerdan en señalar su inquietud por el futuro de la democracia argentina si triunfan los libertarios. No es una tarea sencilla encontrar otros puntos de contacto entre intelectuales tan disímiles como Beatriz Sarlo, Pablo Alabarces, Roberto Gargarella, Adrián Gorelik, Claudia Hilb, Roy Hora, Alejandro Katz, Federico Lorenz, Mariano Llinás, Camila Perochena e Hilda Sábato. Pero Milei los unió.

La carta fue titulada Compromiso electoral: ante las amenazas a la democracia y allí advierten: “Las sociedades democráticas se ponen a prueba en los momentos de crisis terminal. El triunfo en las PASO del movimiento libertario que lidera Javier Milei es uno de esos momentos, una conmoción de los fundamentos del pacto democrático instituido en 1983”. En su respuesta, Milei volvió a apelar a su falta de apego al diálogo y disparó: “Si los 'intelectuales argentos' están en alerta quiere decir que vamos por el buen camino”.

Milei lo hizo: finaliza una semana antigrieta en la Argentina.

Pocos días después se produjo otra curiosa coincidencia entre quienes se pensaba que la distancia que los separaba era infinita. Milei los acercó. Se trata de quienes estaban enfrentados sobre la cuestión Malvinas, una diferencia que no es solo ideológica sino también visceralmente pasional desde la guerra desatada en 1982. La última sintonía entre semejantes polos opuestos se produjo luego de que Diana Mondino sostuviera que un gobierno libertario tendría en cuenta “los derechos de los isleños en Malvinas”. La respuesta llegó en dos partes, primero fue Cisneros: “Silencio absoluto por parte de quienes puedan aparecer preocupados por respetarle derechos a quienes no respetan los nuestros”. Y luego llegó el turno de los excombatientes: “Eso va en contra de la posición histórica de la Argentina de rechazar la 'autodeterminación' que plantea Londres”. Menem los dividía. Pero Milei los enlazó.

Los sociólogos Luis Alberto Quevedo e Ignacio Ramírez editaron recientemente un libro paradigmático sobre la era del odio en la Argentina. El ensayo se titula Polarizados y analiza el devenir de las disputas partidarias que siempre dividieron tanto a este país en las últimas dos décadas. “¿Por qué, si todos decimos que la odiamos, que ha llegado el momento de terminar con ella, que es necesario que los políticos dejen de lado sus diferencias para ponerse de acuerdo, al final siempre gana la grieta? ¿Por qué, si gritamos que no nos gusta, que estamos hartos, vivimos polarizados?”, se preguntan entonces los autores.

El trabajo es un muy interesante intento por rastrear las causas profundas del enfrentamiento y analizar las consecuencias fundamentales de la polarización que sufrió Argentina en los últimos años, a través del estudio del sistema político, el rol de los partidos, la desigualdad social y las redes sociales. La conclusión fue que la bipolaridad se aglutina en torno a la disputa kirchnerismo-macrismo que aglutinó el debate. Una polarización que se rompe con la irrupción de Milei.

Es que ya lo había anticipado Borges: “Sombra final se perderá, ligera. No nos une el amor sino el espanto”. Los senderos que antes se bifurcaban, ahora se unen en el laberinto borgeano que inauguró Milei.