Los últimos días y horas revelan que la Argentina ha entrado en un proceso de gran deterioro político e institucional. En 18 días el Gobierno forzó la aprobación en el Congreso de una reforma judicial que ha puesto en jaque a uno de los pilares de la democracia representativa, republicana y constitucional: la independencia del Poder Judicial.
Desesperados, un millón de argentinos volvió a salir a la calle por tercera vez en siete meses para protestar contra un gobierno autoritario y autista, que ya no ve y ni escucha, y sólo busca eternizarse en el poder y garantizar su impunidad.
Impunidad en un país donde la presidenta de la Nación multiplicó su patrimonio por diez en pocos años. Impunidad en un país donde los contratistas del Estado se enriquecen meteóricamente y pagan las coimas en euros y por kilo.Se dice que los siete miembros de la Corte Suprema amenazaron con renunciar en bloque si el Poder Ejecutivo les quitaba el manejo del presupuesto del Poder Judicial. Pero no fueron los únicos que quisieron irse. También el ministro de Economía soñó con huir. “¡Me quiero ir!”, gimió, al darse cuenta de que estaba hablando del tema prohibido, la inflación real, frente a una cámara de televisión. Ante tanto desquicio, el dólar paralelo que revela la desconfianza en el peso y “el modelo”, el jueves marcó una diferencia de casi el doble con el dólar oficial.
Frente a este panorama realmente acuciante, la ciudadanía nos pide unidad y firmeza, pero también generosidad y mesura para conformar un frente opositor capaz de derrotar al kirchnerismo en las elecciones legislativas de octubre y convertirse en una alternativa genuina de gobierno en 2015.
Conformar desde ahora un frente político amplio, capaz de sustituir al justicialismo en 2015, es mi principal y único objetivo actualmente. Desde el año pasado, junto a la mayoría de los dirigentes de la Coalición Cívica ARI en todo el país, entre ellos, Alfonso Prat Gay, Adrián Pérez y Pablo Javkin, estamos trabajando para recomponer las relaciones y sellar acuerdos con nuestros socios históricos, la UCR y el Partido Socialista (ahora FAP). Con estas fuerzas políticas compartimos los mismos valores, un espacio ideológico similar y una misma visión de país compartida.
Elisa Carrió no estuvo de acuerdo con esta estrategia, que el partido refrendó en varios congresos partidarios. Ella proponía pasar a la resistencia y mantenernos en el aislamiento. Como denunció el miércoles en la Cámara de Diputados, para ella la mayoría de los partidos de la oposición, especialmente el socialismo, el radicalismo y ahora también yo, somos socios del kirchnerismo. En esa bolsa ahora entraron algunos ministros de la Corte Suprema.
Lamentablemente, sus palabras ya no resultan creíbles. Es una pena, porque durante muchos años su voz fue una voz sólida y señera que yo acompañé.
*Senadora CC-Ari.