La economía italiana creció 2% en 2006, la tasa más alta de los últimos 6 años; se había expandido 2,3% en 2000, y luego había ingresado en una etapa de estancamiento casi completo: no creció en 2003 (0%); aumentó 1,1% en 2004, y tampoco creció en 2005 tras haberse derrumbado un punto en menos de un año. En estos 6 años, el producto industrial italiano cayó 6,1%.
Italia ha sido en los últimos 15 años el país de menor crecimiento de la Unión Europea, por detrás de Alemania. Su competitividad internacional es cada vez menor por la estructura predominante de sus unidades económicas (pequeñas y medianas empresas), que intentan competir sobre la base del bajo costo laboral en sectores sometidos a una brutal competencia global (textiles, calzado, muebles) proveniente, sobre todo, del Asia-Pacífico (China, India, Bangladesh).
Más del 2/3 de sus trabajadores industriales se desempeñan en firmas de menos de 100 empleados, mientras que en Estados Unidos son el 37% y el 31% en la República Federal Alemana.
Italia, que sobrepasó el PBI británico en 1987, tiene hoy sólo 80% de la riqueza del Reino Unido; y su productividad es negativa en los últimos 3 lustros; su economía, además, perdió su tradicional instrumento de recuperación de competitividad, la devaluación. Se lo impide la incorporación al euro en 1998; por eso aumentan los costos y disminuye, en términos absolutos, su presencia en los mercados mundiales. La deuda pública fue 108% del PBI en 2006; y el déficit fiscal asciende a 5% del producto, 2 puntos por encima del límite establecido por el Tratado de Maastricht. Por eso, más del 25% del gasto público se destina al pago de los intereses de la deuda.
Los datos demográficos son convergentes con los económicos: 24,5% de la población tiene más de 60 años y la tasa de natalidad es negativa. La Segunda República Italiana ha sido así sinónimo histórico de estancamiento, disminución y envejecimiento de la población, y de pérdida de competitividad. El sistema que la precedió (Primera República: 1946-1992) fue, en cambio, una historia de éxito económico y estabilidad política. Los gobiernos de la Primera República fueron breves, pero con el mismo personal político e iguales partidos. Los primeros ministros se repetían a la cabeza de las coaliciones gobernantes 10, 11 veces (Giulio Andreotti); y la coalición de 5 partidos estuvo siempre hegemonizada por la Democracia Cristiana (DC), a lo largo de más de 50 gabinetes. El sistema fue estable porque estuvo encuadrado por dos “macrodecisiones”: la incorporación a la OTAN (1949) y el ingreso al Mercado Común Europeo (Tratado de Roma, 1957); por eso los gobiernos de la Primera República tuvieron sólo una agenda política doméstica. La inserción en el mundo se presumía. La Primera República era un sistema estable pero congelado, porque el principal partido de la oposición, probablemente mayoritario después de la Segunda Guerra Mundial, el Partido Comunista Italiano (PCI), estaba excluido del poder por definición, en el contexto de la Guerra Fría y de la incorporación a la OTAN. No había ni podía haber alternancia en el poder.
El resultado es que el régimen se mantuvo en el poder casi 50 años, y creó, inevitablemente, su estructura de financiamiento (“Tangentopolis”).
Son los años del “milagro italiano”, en los que la economía crece 8, 9, 10% anual, sobre la base de los bajos costos laborales y a través de un extraordinario aumento de la productividad, surgido de la migración masiva del campo (“Mezzogiorno”) a las ciudades del Norte.
Tras 15 años de estancamiento y decadencia, se aproxima en Italia el momento de la verdad. El sistema político no muestra capacidad de cambio endógeno: o hay crisis externamente provocadas, o continúan y se profundizan la parálisis y la decadencia.
El colapso de la Primera República no se debió a una movilización moral contra la Tangentopolis sino al fin de la Guerra Fría y a la desaparición de la Unión Soviética. Cayó la URSS (1990-1991), y súbitamente se despertó la indignación contra el sistema de financiamiento, vigente, notoriamente, desde 1950.
Esta semana, tras 9 meses de gobierno, renunció el primer ministro Romano Prodi, del Polo del Olivo (centro-izquierda); cayó por el voto en contra de dos senadores de su coalición; ahora lo probable son elecciones anticipadas, de inmediato o a través de un “intermedio técnico” que modifique el sistema electoral. En ese caso, las encuestas indican un triunfo de Silvio Berlusconi y su coalición de centro-derecha, La Casa de las Libertades. Berlusconi gobernó cinco años por segunda vez (2001-2006), el gobierno de mayor duración desde 1945. En esos 5 años no hubo cambios de fondo, de ningún tipo, y la decadencia se profundizó.
El mundo cambia, Italia no.