Si alguno de los presidenciables sabe de oro, ése es Mauricio Macri. Y viene desde la cuna. No se originan en la política sus cerca de $ 100 millones de patrimonio declarado. Sergio Massa presentó bienes por casi 3 millones y Daniel Scioli... se niega a dar a conocer su estado patrimonial.
Pero no es de ese tipo de dorados de los que trata este texto. Hasta hace un par de semanas, al jefe porteño todo le salía bien, casi como tocado por la varita. Ascendía en las encuestas, no pocos dirigentes opositores al Gobierno y a él aspiraban a acercarse para la foto, ofrecía una fuerza homogénea y parecía encaminarse al podio del nuevo golden boy de la carrera 2015.
Las fotos de los últimos días lo muestran frenado en los sondeos y hasta con algún retroceso. Esa imagen está más a gusto con la lógica de su asesor, Jaime Duran Barba (golpeado dentro y fuera del PRO por la mala elección en Brasil de su promocionada Marina Silva). El consultor ecuatoriano veía con preocupación que el ascenso de MM se diera un año antes de la elección y no seis meses antes, en el sprint final.
Tanto aquel crecimiento, como el actual declive, acentuaron ciertas grietas en el planeta amarillo. La principal es la estrategia de alianzas electorales. En varias provincias, dirigentes radicales o anti K con posibilidades de llegar a sus gobernaciones se cansaron de esperar acuerdos con el PRO y se mostraron con Massa. Salvo con Aguad y Juez en Córdoba, en el resto del interior se apostó por fuera de los partidos tradicionales, por ahora.
Hay un sector del PRO, liderado por Marcos Peña, que defiende la línea de buscar coaliciones distintas para mostrar la bandera de lo nuevo. Otros, como los más pragmáticos Ritondo y Santilli, creen que hay que sumar como sea para tener chances de llegar al ballottage. El coqueteo sin fin de Carrió –con su intención de hacer unas PASO con Macri– implosiona aun más estas diferencias. Massa intenta sacar provecho de ellas, al asegurar que Lilita está a la cabeza del grupo de demolición macrista en su contra, a partir de sus denuncias orales por narco-Estado.
Tampoco calma las aguas la posible candidatura a la vicepresidencia de Michetti. Otra vez el choque entre principistas y pragmáticos: “ella representa lo nuevo” vs. “dos porteños no pueden ir en la fórmula”. Pocos admiten que llevar a la senadora otra vez como número dos de Macri deja el camino despejado para que Rodríguez Larreta sea el próximo jefe de Gobierno porteño. En la Ciudad parecen no correr riesgos: los niveles de aprobación al PRO son altísimos (por encima del 70%) y hasta se sobrevivió a las torrenciales lluvias de esta semana sin inundaciones.
Otro punto de fricción lo empezó a generar el llamado G25, un grupo creado por los ministros Dietrich y Bullrich (y el patrocinio intelectual del influyente empresario Nicolás Caputo), con el original objetivo de que sea un detector de “talentos” provenientes de la actividad privada, dispuestos a animarse a una eventual gestión pública nacional. Con el tiempo fue creciendo en cantidad de interesados, tanto en sumarse como en aportar fondos. Y se empiezan a escuchar voces que ya lo señalan como un espacio fronterizo entre la política y los negocios.
MM, como buen ingeniero, trata de estar alejado de estas confrontaciones, aunque estimula el touch and go con Lilita, con la UCR (con la que hará varios actos en homenaje a Frigerio, el fundador del MID) y hasta con algunos massistas desencantados, como el sanisidrense Gustavo Posse.
Más reservados son otros encuentros. Como los que mantiene con Hugo Moyano o popes del sindicalismo kirchnerista. Lo mismo con la áspera reunión que habría tenido con Paolo Rocca, el mandamás de Techint. El potencial se aplica en este caso porque desde el PRO se confirma pero desde la empresa se niega.
Las mismas confirmaciones y desmentidas se aplican a una cumbre insólita que se habría llevado a cabo. PERFIL accedió a la información de que Macri habría estado con el ministro de Economía, Axel Kicillof. En el Palacio de Hacienda lo niegan pero una fuente macrista calificada la corrobora. Según ésta, el presidenciable PRO quedó impactado por el convencimiento que mostró Kicillof al explicar sus posturas y medidas económicas. Pero su balance fue más mundano y menos filosófico, a lo Macri: “Este pibe nos va a hacer chocar”.