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El patológico olvido de nuestra historia

La tempestad de la crisis económica vuelve a azotarnos con dureza. Los fríos números demuestran que, otra vez, estamos en el abismo. Pero nada es nuevo, esta catástrofe ya la vivimos.

Los peligros de la deuda
Deuda externa. | cedoc

La historia avanza, impiadosa, va dejando registros en nuestra memoria, pero no podemos usarlos como anticuerpos para evitar los desastres que nos dejan aquellos que, cada cierto tiempo, repiten decálogos que siempre nos hundieron un poco más.

El punto de partida fue el 19 de agosto de 1822, cuando Bernardino Rivadavia se convirtió en el primer responsable de endeudar al país con el Empréstito Baring Brothers donde “se empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1 000 000 de libras esterlinas y su interés”. Desde los albores de nuestra patria hasta hoy, las crisis de deuda nos sacudieron con dureza.

1873 y 1890 fueron los primeros años donde se evidenciaron situaciones que luego se irían repitiendo una y otra vez. Fuerte ingreso de capitales, especulación, déficit externo y nuevo pedido de ayuda es el ciclo vicioso de lo que ocurrió siempre.

Argentina ha sabido, en el curso de pocos años, acumular deuda de vastísimas dimensiones, que claro, nunca se puede pagar por la propia inconsistencia de los gobiernos que las generan.

La profundización de esta situación se dio con la última dictadura cívico militar. La deuda externa del ’76 al ’83, pasó de u$s 8.279 millones a u$s 45.087 millones y todo terminó en el desastre del ’88 y ’89. 

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Luego, la ley de convertibilidad buscó generar “confianza” en los inversores extranjeros, la flexibilidad laboral, la liberalización del régimen de cambio, y la especulación a la orden del día. Durante el gobierno de Carlos Menem, la deuda externa se duplicó y la deuda pública total superaba la mitad de lo que producía el país: pasó del 25% del PBI al inicio de los años ’90 al 52% en 2001. Todo terminó en el negro diciembre del 2001.

Cada vez que estos procesos de toma de deuda se iniciaban, Argentina era el modelo del mundo financiero. El FMI se refería al país como "el alumno modelo”, el "mercado emergente sin contraindicaciones", siempre lo mismo.

Ahora, con un gobierno que llevó al pie de la letra los pensamientos de la ortodoxia, todo se inicia, una vez más. Según la consultora EcoGo, a junio de 2019 la deuda externa total ascendía a u$s 337.000 millones, lo que equivalía al 80% del Producto Bruto Interno. Un 27% de lo que recibió Macri. Hoy, la relación deuda/PBI está muy cerca del 100%.

El año que viene el gobierno debía afrontar pagos por u$s 23.000 millones, y como nos ocurrió siempre en periodos de extrema exposición financiera, esos dólares no están, el FMI le soltó la mano a Macri y el mercado lo está “facturando”.

El decimoséptimo informe del Observatorio de Deuda Externa detalla que “a la próxima administración le esperan vencimientos de deuda en moneda extranjera por u$s 20.376 millones en 2020, u$s 31.608 millones en 2021, u$s 49.923 millones en 2022 (el monto más alto para todo el período 2020-2045)y 46.594 millones en 2023, mientras que los desembolsos que se esperan del FMI son de tan sólo u$s 3.875 millones y u$s 1.937 millones de dólares para los años 2020 y 2021, respectivamente”.

El mundo sabe que no podemos pagarlo, no hay posibilidad alguna de devolver todo lo que prestó el FMI en los tiempos acordados, y las consecuencias las estamos viendo durante las últimas semanas. El gobierno lo sabía, pero igualmente tomó esta brutal cantidad de dólares sin pensar una serie de incentivos e inversiones en sectores que promuevan exportaciones, para generar valor agregado y obtener los dólares que hoy no están y así se volvió, si, de nuevo, insustentable el pago de sus compromisos externos.

Argentina está viviendo, nuevamente, una crisis de deuda. El 28 de octubre, si, el 28 de octubre y no el 10 de diciembre, Argentina tendrá que, otra vez, ver como supera una historia conocida. Lo vamos a hacer, porque está en nuestro ADN, pero llegó la hora, de una vez por todas, de evitar estos sesgos políticos PRO deuda y aprender de nuestra historia, porque esto ya lo vimos y como evitarlo, también.

* Analista Económico
@leoanzalone