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PRAGMATISMO POLITICO

¿El peronismo da para todo?

Dicen que el peronismo da para todo, que puede ser cualquier cosa, de derecha o de izquierda, nacionalista o globalizador, todo según las ocurrencias de sus dirigentes, a quienes todos siguen por deseo de poder, y si se pelean se trata sólo de una interna, rápidamente arreglada cuando uno gana, y los demás lo siguen.

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Dicen que el peronismo da para todo, que puede ser cualquier cosa, de derecha o de izquierda, nacionalista o globalizador, todo según las ocurrencias de sus dirigentes, a quienes todos siguen por deseo de poder, y si se pelean se trata sólo de una interna, rápidamente arreglada cuando uno gana, y los demás lo siguen. ¿Será entonces que Hillary Clinton es peronista, pues tras haberse dicho unas cuantas cosas duras con Obama se encolumnó detrás de él como si nada? En Italia, en cambio, cuando el Partido Comunista se volvió socialdemócrata, Fausto Bertinotti no quiso encolumnarse, y formó un partidito propio. Claro que él no es peronista, simplemente es un obsesivo como tantos otros izquierdistas de raíz marxista en el mundo.
La cosa no pasa por ser peronista o no, sino por ser suficientemente pragmático, y suficientemente conocedor de cómo es la política, como para actuar de manera realista en ese campo. Hay marxistas que se “encolumnan”, o que están dispuestos a concertar alianzas un poco extrañas, como los que forman el núcleo del PT de Lula, y por el momento una semejante unidad caracteriza a los salvadoreños del Frente Farabundo Martí que acaban de ganar las elecciones.
El otro ejemplo máximo de un partido totalmente orientado hacia el poder, con corrientes internas sistemáticamente peleadas y reconciliadas, es el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó a México por muchas décadas, y parecía imposible que alguna vez perdiera la Presidencia. Sin embargo lo perdió en las elecciones de 2000, cuando el Partido de Acción Nacional, de derecha, asumió el mando y lo retiene hasta el momento. ¿Cómo pudo ocurrir semejante milagro? Ocurrió porque a pesar de la capacidad de reconstituirse del PRI, en un cierto momento las tensiones internas se hicieron insostenibles y el partido se dividió, generándose a su izquierda el Partido de la Revolución Democrática con varias de sus costillas. ¿Será porque dejaron de “ser peronistas” y les picó el bicho del divisionismo, que normalmente se alimenta en la izquierda dogmática? Lo grave del caso es que al parecer desde hace unos años los peronistas han dejado también ellos de “ser peronistas”, y ahora están divididos, esta vez sí sin remedio.
En los Estados Unidos el propio Partido Demócrata, a pesar de su pragmatismo, del que lo de Hillary es simplemente un caso más, en algún momento dejó de “ser peronista” y se quebró sin retorno. Fue cuando ante la agitación de derechos civiles en el sur los demócratas de ese estado, que eran lo más reaccionarios y racistas que se pueda concebir, rompieron su alianza con los progres del norte (por su común oposición a los ricos del país rico, o sea los republicanos). Si esa ruptura se hubiera dado antes, Roosevelt nunca habría podido gobernar. La ruptura implicó que lo que era una sólida y casi permanente mayoría demócrata en el país se convirtió en una casi permanente minoría por décadas. O sea, fue un suicidio, porque a veces la gente, y hasta los partidos, se suicidan. Pero a diferencia de la gente, los partidos a veces renacen, como les ha ocurrido a los demócratas yanquis.
Mi pronóstico es que esta vez el peronismo queda dividido de manera permanente, aunque muchos individuos puedan seguir oscilando entre uno y otro grupo. Por un lado está lo que por facilidad de terminología podemos llamar “peronismo K”, y por el otro el “peronismo disidente”. En su enfrentamiento cada uno buscará aliados, y que Dios los ayude a encontrarlos, porque sería bueno que termináramos con una bipolaridad a la chilena. Y no me vengan con que yo esto hace tiempo que lo vengo diciendo, y no se da. Porque alguna vez se me tenía que dar, y el próximo par de años, hasta los comicios presidenciales de 2011, la cancha estará marcada por estos contrincantes y sus complejas estrategias. Será casi como un experimento controlado, un regalo del cielo para los sociólogos. Ojalá para los ciudadanos no sea un infierno.

*Ex secretario de Cultura de la Nación.

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