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RACING CAMPEON

El precio de la experiencia

Los años no vienen solos. En este caso parecen que llegaron con experiencia, canas, calidad y goles.

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Veteranos. Cvitanich, 34 años, y Licha, 36. Son los goleadores del campeón. | Fotobaires

Los años no vienen solos. En este caso parecen que llegaron con experiencia, canas, calidad y goles. Así lo demuestra el actual campeón de la Superliga. Racing supo encontrar el equilibrio entre la madurez de sus referentes y la calidad de sus juveniles. Claro que los más grandes no solo aportaron sabiduría, también cuentan con un enorme cúmulo de cualidades que quedaron demostradas partido tras partido. Suena paradójico que, así como hay un promedio alto de edad en el plantel (más de 30 años), Eduardo Coudet es un técnico joven que solo dirigió tres equipos. Joven y con poca trayectoria, pero a este reciente título también podemos sumarle los dos subcampeonatos en la Copa Argentina con Rosario Central. El Chacho ya no es un proyecto de entrenador, es una realidad y quedó demostrado. No solo por los resultados, sino con la altura que maneja a sus dirigidos. Todos recordamos la polémica con Ricardo Centurión y cómo el pulso no le tembló cuando dejó afuera del plantel a uno de los jugadores con más condiciones del fútbol argentino.

“Los viejos” no son solo experiencia. A falta de un partido, además de campeón, Racing es el equipo más goleador del torneo y más de la mitad de esos tantos fueron anotados por Lisandro López, de 36 años, y Darío Cvitanich, de 34. El poderío que transmite Licha al verlo en cancha es increíble. Un tipo que demuestra que a su edad no solo se puede jugar, sino también se puede dar un plus y ser pieza fundamental en el armado de este rompecabezas ganador. La vuelta del hijo pródigo que vino a triunfar y dejar una huella imborrable en el corazón de Avellaneda.

Al título que ganó y a la delantera más goleadora, se le agrega otro punto: la Academia tiene la valla menos vencida. Eficacia en todas las líneas, con resultados más que elocuentes. Gabriel Arias, afianzado bajo los tres palos, lleva esa calma necesaria que todo arquero de estirpe ganadora emana. En la defensa, Donatti y Sigali son los patrones que ningún delantero querría encarar. Dos centrales que se destacan por la firmeza y el buen juego aéreo. Por la izquierda, el chileno Mena se estableció y consiguió un puesto que siempre es complicado. Renzo Saravia, el más joven de los de abajo, maneja niveles de calidad admirables por la banda derecha. Tan es así, que sus buenos rendimientos le valieron la convocatoria para la selección argentina.

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El medio campo tiene dos características impresionantes: velocidad y precisión. En el buen pie de Marcelo Díaz y Nery Domínguez encontraron el principio del peligro. Esa calidad, sumada a la rapidez de Solari, Zaracho y Pol Fernández, se convirtió en un arma letal para asistir a los de arriba. Otra virtud que encontró Coudet es que al funcionamiento le puede alternar jugadores y conseguir el mismo resultado. Soto, Orban, Neri Cardozo, Cristaldo son algunas de las variantes que utilizó y rindieron. Siempre es necesario un as en el banco.

“Me enamoré de este grupo”, dijo la semana pasada Cvitanich. BebeCvita lo apodó Cristaldo, en un juego de palabras con una canción de reggaeton. La infinidad de chistes que se hacen en público sobre sus edades, sobre sus (pocos) pelos y demás chicanas muestran un grupo descontracturado, que así como se entiende dentro del campo también se relaciona de la mejor manera cuando la pelota no rueda. Esos mismos vínculos se ligan al técnico. Eso se vio cuando lo apoyaron durante el conflicto con Centurión. A pesar de que muchos de los jugadores eran amigos del 10, puertas para afuera todo se manejó en términos de respeto y silencio. Se vio esa unión desde lo profesional que no afectó en los resultados finales.

Experiencia y calidad. Frescura y profesionalismo. Un liderazgo serio y comprometido. Y no olvidemos el esoterismo: del “paso a paso” a la bufanda en verano. Un plantel y un cuerpo técnico que supieron manejar la presión de tener un competidor tan fuerte como lo fue Defensa y Justicia, que le respiraba en la nuca, resistió todo lo que pudo y mostró siempre un gran nivel. La Academia, siempre con templanza, se concentró en no tropezar más que en cualquier otro foco.

Podemos debatir sobre si la mano de Coudet potenció al grupo o si fue al revés. Prefiero creer que es una relación simbiótica, donde todos resultaron ganadores y mostraron grandes versiones de sí mismos. Y dejaron en claro que los años no vienen solos: también vienen con campeonatos.