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Defensor de los Lectores

El público merece más que insultos e información basura

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Harlem Désir. “Necesitamos más y no menos información de todo tipo de fuentes”. | afp

“Los gobiernos deberían proporcionar información confiable a los medios. (…) La libertad de expresión e información, combinada con un panorama de medios pluralista, son contribuyentes importantes del crecimiento económico y herramientas cruciales para fortalecer los lazos sociales y las estructuras democráticas.”

El encomillado pertenece a un artículo publicado por Deutsche Welle (DW), la agencia de noticias alemana, y quien lo firma es Harlem Désir, representante de libertad de los medios en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), el ente intergubernamental orientado a la seguridad más grande del mundo.

Désir apunta con su trabajo en dos direcciones: por un lado, la responsabilidad que tienen los gobiernos de aportar información cierta, completa y clara sobre sus políticas en torno a la lucha contra el Covid-19, eliminando toda traba a la difusión de noticias y opiniones sobre el tema; por otro, el compromiso que deben asumir los medios de prensa al transmitir al público esas informaciones y también la toma de posición sobre decisiones gubernamentales o privadas.

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Esto forma parte, en verdad, de la base misma de la libertad de expresión, lo que no implica aceptar sin comentarios lo que la prensa publica o lo que periodistas, comunicadores/as y animadores/as ofrecen desde los medios gráficos, electrónicos o digitales. Quiero remarcar esto para que no haya dudas: no está bien que desde el poder se califique con palabras poco afortunadas lo que se transmite por los medios (y lo que suelen proclamar, con escasa responsabilidad, dirigentes políticos, sociales y económicos), pero tampoco es aceptable que ciertas personas con acceso a cámaras, micrófonos o prensa escrita asuman con escasa responsabilidad informaciones falsas, sesgadas o engañosas. 

En estos días, se vio una vez más en la Argentina –al menos, en el área metropolitana– cómo se hace abuso (hasta el límite de lo exasperante) de la libertad de expresión para insultar, denostar, influir sin argumentos sólidos sobre la opinión pública. El colmo: una periodista especializada en chismes de la farándula devenida comentarista de todo lo comentable, con razonable rating e influencia, afirmó sin respaldo científico alguno que “los hisopados tienen metales o unas cosas extrañas, no sé cómo explicarlo fácil, que bueno, te ponen eso y te va a dar positivo. En realidad no sos vos, pero lo ponen para meterte en tu casa”. Si no fuese una definición insólita debiera ser, al menos, objeto de análisis por un comité de expertos… en psiquiatría.

Si no fuese tan grave (ocupó un espacio en un canal de aire y lo replicaron casi todos los medios, aunque fuere para rebatirlo) este claro ejemplo de irresponsabilidad profesional vuelve a poner sobre la mesa el conflicto entre quienes ejercen ese oficio siguiendo los principios que le dan sustentabilidad y quienes ignoran esos principios con una impunidad alarmante. Desde estas columnas del ombudsman de PERFIL se ha invitado en numerosas ocasiones a no caer en la trampa de falsos comunicadores, de influencers, de habitués de las redes sociales, y a buscar información confiable, sustentada con argumentos, datos y fuentes de calidad, aunque estos tengan posturas controversiales. Es, justamente, de la controversia de donde resultan las síntesis necesarias para acercarse a la verdad.

“Los rumores –señalaba Harlem Désir– se afrontan mejor al asegurar el acceso a fuentes de información pluralistas e independientes. No creo que las autoridades ganen mucha confianza del público si se percibe que intentan ocultar información o restringir los medios. Entonces, en lugar de más restricciones, necesitamos más transparencia”.