Desde el comienzo de la pandemia el sentimiento que ha prevalecido en la sociedad ha sido de una gran incertidumbre, económica, sanitaria y social.
Luego de un año y medio de pandemia, la permanencia de ese estado afloró sentimientos de angustia y desolación, que en muchos casos comenzó a manifestarse en enojo y en falta de confianza a las instituciones que debían dar respuestas a las problemáticas sociales emergentes.
Las encuestas así lo reflejaban: ocho de cada 10 no tienen confianza en la justicia, seis de cada 10 no tienen confianza en los medios y siete de cada 10 no tienen confianza en la dirigencia política.
A modo de corolario de la coyuntura política y electoral, nuestros estudios cualitativos ponen en evidencia un grado elevado de apatía y desinterés en las elecciones, los candidatos y sus propuestas. Las frases más repetidas de los grupos focales pueden resumirse en: “Los políticos están muy preocupados por la elección en lugar de ocuparse de los problemas de la gente”, “Me da vergüenza hablar de elecciones en este contexto” o “Lo único que les importa es el voto”.
Este desánimo no sorprende ya que actualmente la inflación, desempleo y pobreza son los temas más recurrentes mencionados por más del 54% de los encuestados mensualmente. Una cifra que ha venido creciendo rápidamente desde comienzos de 2021 y que se suma a un pesimismo constante sobre el futuro económico del país: casi el 60% cree que el país estará peor o mucho peor en los próximos meses. Este desinterés se asocia con un crecimiento significativo en las tasas de no respuesta de las investigaciones cuantitativas, especialmente en aquellas preguntas que miden intención de voto: los niveles habituales que en 2019 rondaban el 10% hoy se acercan a valores cercanos al 25%.
El resultado de las PASO refleja el enojo de la sociedad
Existe hoy, la percepción de que la receptividad por parte de instituciones a sus demandas es escasa y a esto se agrega el desprestigio de la dirigencia y de los partidos y alianzas políticas.
¿En este contexto, nos toma por sorpresa la apatía y el enojo de los ciudadanos con el proceso electoral? ¿Nos extraña pensar que algunos ciudadanos opten por candidatos antisistema o puedan votar en blanco o no presentar interés por ir a votar? Si bien se ha alcanzado en esta elección una participación de casi 68%, los valores han ido disminuyendo desde el 2011 a la fecha.
¿Y quién pierde finalmente con ese enojo? Por supuesto que la que se lesiona es la democracia y nuestro sistema político, que ojalá pueda, de cara a noviembre, rever sus propuestas y campañas focalizándose en los principales problemas que atraviesa la sociedad.
Las elecciones siempre son un mensaje. Ojalá este enojo y apatía se convierta en una oportunidad para modificar el camino y defender los valores de la democracia.
*Socio directora Management & Fit.