Desde el comienzo de esta pandemia que nos tiene en vilo, los clubes en la Argentina empezaron a promover todo tipo de actividades para colaborar con los sectores más vulnerables de la sociedad, desde ollas populares para personas en situación de calle hasta hospitales de campaña en sus instalaciones para cooperar ante un eventual colapso del sistema sanitario. Todos estos gestos por parte de instituciones que están sufriendo un impacto económico sin precedentes no hace más que poner de manifiesto el importantísimo rol social que cumplen en nuestro país, extendiendo aún más la lista de argumentos de quienes defendemos a ultranza este sistema por sobre las sociedades anónimas, que por definición excluirían de su esquema a cualquier actividad no redituable.
Pero con la extensión de la cuarentena y el regreso del fútbol en Argentina en un horizonte cada vez más lejano, el esfuerzo es mayor y la situación se vuelve más compleja. ¿Qué ayuda reciben en estos momentos? El Estado dice presente. Ferro fue el primer club en pedir ayuda a través del Repro, un programa inicialmente orientado para pymes pero que aceptó el pedido de algunas instituciones deportivas. Y hace algunas semanas el Ministerio de Turismo y Deportes, conducido por Matías Lammens, anunció el lanzamiento de un subsidio de hasta 60 mil pesos para solventar los gastos prioritarios de los clubes, aunque varios de ellos aún están a la espera de una respuesta. La AFA también brindó un apoyo extra con fondos provenientes de la Conmebol que alcanza a todas las categorías.
A la hora de hablar del futuro, Cristian Malaspina, presidente de Argentinos Juniors, es determinante: “Ante la merma en los pagos de cuotas sociales y de sponsors, la clave está en el ingreso de la televisión”. Sin eso, a muchos se les haría imposible mantener estructuras que generan miles de puestos laborales y mantienen actividades en su mayoría deficitarias. Y para los clubes del ascenso, la situación es aún peor. Gabriel Ostanelli, máximo dirigente de San Martín de Burzaco, manifestó que lo que más le preocupa es el día después de la pandemia, “cuando haya que volver a la normalidad luego de sufrir un deterioro económico tan grande”.
Pero más allá de las realidades que viven en cada categoría y las diferentes prioridades a las que tienen que atender, los dos coinciden en cuál sería la respuesta de un club administrado por sociedades anónimas en cualquier contexto, pero sobre todo en momentos de crisis: pérdida de puestos de trabajo, cierre de actividades, prioridad absoluta al fútbol profesional (masculino, claro) y, ante todo, la ausencia de la contención social que tomó más fuerza que nunca ante la necesidad.
Por eso, cuando podamos dejar atrás esta realidad que nos toca atravesar debemos tener más presente que nunca cuál fue el papel de nuestros clubes, cómo se pusieron la situación al hombro, y entender que además de cuidar de la pasión que nos moviliza a los futboleros tienen una función en la sociedad que es digna de admirar.