Durante años escuchamos que los “pilares del modelo son los superávits gemelos, el fiscal y el externo”. Pregunta: ¿si desaparecen los “pilares” desaparece el modelo? Veamos.
El “superávit fiscal”, el primer pilar, se ha ido evaporando en el tiempo. En 2008 las provincias presentaron déficit fiscal, que se agravó en el 2009. La Nación compensó durante el 2008 el déficit provincial, pero no lo pudo hacer en 2009.
Computando bien el resultado fiscal de la nación (esto es, sacando la contabilidad creativa, como los ingresos por DEG de la capitalización del FMI y otros más) en el 2009 el déficit fiscal fue de -1.3% del PBI, que sumado al acontecido en las provincias (-1.2% del PBI) ubica el déficit consolidado en -2.5% del PBI.
Nos mandamos “un viaje” de más de 7 puntos del PBI (del superávit de 4,5% vigente entre 2004 y 2006 al déficit del -2.5% en 2009). Si bien contablemente el superávit fiscal existe, en la realidad ha desaparecido.
El segundo pilar, el “superávit externo”, se va reduciendo, si bien no desaparecerá en el presente año. Desde 2003 Argentina inició un ciclo de superávit externo superior a los US$ 10 mil millones anuales. Eso le permitió acumular reservas al BCRA y disponer de divisas para atender los pagos financieros y comerciales en un país que casi no tenía acceso al crédito externo. Ese saldo se conseguía creciendo las exportaciones y las importaciones en paralelo, tal como puede observarse en el gráfico.
La crisis financiera internacional de fines de 2008 destruyó el comercio internacional, situación que no se observaba desde la Segunda Guerra Mundial. Y no estuvimos exentos: cayeron nuestras exportaciones en cantidades pero más fuerte lo hicieron nuestras importaciones, lo que permitió mantener un superávit comercial de casi US$ 17 mil millones. La fuerte caída de las importaciones en cantidades (-23%) fue producto de la recesión que enfrentábamos en el mercado interno, donde el PBI cayó un -4 o -5% (aunque las cifras oficiales no muestran eso).
La crisis financiera internacional se fue “deglutiendo” a lo largo de 2009, y la economía mundial comenzó a mostrar signos de recuperación, sobre todo en los países emergentes. El comercio mundial se recuperó significativamente y los precios internacionales de los bienes también lo hicieron, no llegando a los niveles récord de 2007 y 2008. El 2010 se perfilaba como un año de crecimiento, el cual podría ser aprovechado por nuestro país (las estimaciones de la OMC para 2010 es que el comercio crecerá un 9%). Apareció el problema de Grecia, el cual puede tener un efecto contagio sobre otros de los países que forman parte de la UE. Sin embargo, los pronósticos sobre crecimiento mundial aún son positivos.
Pese a la destrucción del comercio mundial los países no impusieron barreras arancelarias y paraarancelarias a las transacciones, siguiendo la recomendación de la OMC.
Se esperaba que los países con gran presencia en el comercio mundial que amenazaría su mercado interno y el empleo establecerían barreras, cosa que no aconteció. Dado que la participación de Argentina en el comercio mundial es bajísima (0,4%) no se esperaban cambios en su política comercial, pero ello no fue así.
Desde hace años nuestro país viene utilizando distintos instrumentos para contener las importaciones desde el resto del mundo. Primero fue el uso de los derechos antidumping y salvaguardias, luego el aforo de aduanas, seguido por la implementación de las licencias automáticas y no automáticas.
El último incorporado ha sido la restricción no escrita a la importación de alimentos que tengan como contrapartida la existencia de algún productor local. No nos olvidamos de implementar ninguna de las restricciones, excepto la más básica, que es subir los aranceles de importación, que no podemos implementar pues formamos parte de la unión aduanera del Mercosur, la cual tiene un arancel común hacia terceros países.
Este tipo de restricciones tiene un denominador común, por un lado afecta el bienestar de los consumidores pues enfrentan precios más altos, y por el otro, “no son gratis”, esto es, suponer que si a los productores externos de los distintos países de donde importamos les colocamos restricciones las va a aceptar de buena forma y que no tomarán represalias, es un error, especialmente si lo hacemos con nuestros principales socios comerciales, Brasil y China.
En el primer trimestre de este año dirigimos el 23,3% del total de nuestras exportaciones a Brasil, y más aun, Brasil se lleva casi el 39% de nuestras exportaciones de origen industrial (MOI). A China destinamos el 3,8% del total de nuestras exportaciones, porcentaje que no parece significativo, pero si se tiene en cuenta que ese país absorbe el 8,3% de nuestras exportaciones de origen agropecuario (MOA), la situación cambia.
¿Por qué colocamos restricciones? Anteriormente se hacía para proteger algunas industrias en particular. Otra de las razones fue para mantener un superávit comercial para poder financiar la importante fuga de capitales desde el país (principalmente en 2008 y primera mitad de 2009) sin que el BCRA perdiera reservas.
Actualmente porque el país está recuperando fuertemente el nivel de actividad económica en 2010 y los pronósticos, de no agravarse la situación internacional, son que el país continuaría creciendo en 2011.
Dada esa situación, se observa en los últimos meses que, si bien las exportaciones vienen creciendo, las importaciones, que se han recuperado, vienen aumentando por arriba de las exportaciones. Eso es debido al impulso del consumo local, y determina una reducción en el saldo comercial.
Pongamos esto en términos simples: si se crece, las importaciones aumentan, el saldo comercial se reduce y se tiene menos disponibilidad de divisas. Dado que el nivel del PBI de 2010 será levemente superior al de 2008 (máximo absoluto anterior), se podría suponer que las importaciones de 2010 podrían ser similares a las de 2008, lo que da como resultado que el saldo del balance comercial sería inferior a los US$ 10 mil millones, por primera vez desde 2003. Esa situación se profundizaría y se iría camino a que el último de los pilares, superávit externo, se desvanecería.
Para peor, en el 2011 hay elecciones, y a medida que se acerque la fecha de la misma puede haber un aumento de la fuga de capitales ante la incertidumbre de cuál será el programa que aplique quien sea electo en octubre. Y debe tenerse en cuenta que las reservas del BCRA son finitas, por lo cual no pueden ser utilizadas para financiar los pagos externos, al Gobierno, la fuga de capitales, etc. El tercer pilar se está deteriorando y ello pone en juego la acumulación de reservas antes realizada.