Juan Manzur admite su origen humilde como también que hoy es un empresario poderoso, una suerte de zar de la aceituna. Tiene 46 años y acumula al menos 15 en la función pública: se recibió de médico, se especializó y casi inmediatamente debutó en la política, en el gabinete de Adolfo Rodríguez Saá. No tuvo tiempo para desarrollarse como médico puesto que, a continuación, ingresó en el equipo de Alberto Balestrini, en La Matanza, y después regresó a Tucumán para integrarse al gobierno de José Alperovich, donde pasó de ser un sanitarista desconocido a convertirse en el delfín del alperovichismo. En el ínterin, encabezó el Ministerio de Salud de la Nación durante cuatro años y medio. Manzur atribuye sus caudales a la familia de su esposa Sandra Mariela Mattar Sabio, pero tal versión no consta ni en la causa iniciada en su contra por la denuncia de un presunto enriquecimiento ilícito ni en las declaraciones juradas que presentó al Estado tucumano, al fisco y a la Oficina Anticorrupción. Según esas relaciones patrimoniales, Manzur adquirió sus bienes con ingresos propios, con la excepción de una donación de $ 200 mil expuesta ante la AFIP en 2008. Hasta 2012, cuando por la política de “democratización de la Justicia” cambiaron los formularios de la OA y desaparecieron los datos de familiares, Mattar Sabio exhibía un patrimonio discreto. La esposa de Manzur incluso fue “bajando” su peculio: en la DD.JJ. de 2003 informó que su participación en Alsusasi SRL, la empresa familiar, era de $ 750 mil y que percibió dividendos por $ 24 mil, pero en la de 2009 asignó $ 400 mil a la misma cuota societaria del 12,5% y no consignó ingresos.
*Periodista y co-autora del libro A su salud, la biografía no autorizada de Manzur.