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como enfrentar las crisis

Elecciones islandesas

Islandia, como es sabido, es un pequeño país de 320 mil habitantes cuyo nivel de vida hasta el año 2000 era de los más altos en Europa, tanto desde la perspectiva social y económica como medioambiental.

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Islandia, como es sabido, es un pequeño país de 320 mil habitantes cuyo nivel de vida hasta el año 2000 era de los más altos en Europa, tanto desde la perspectiva social y económica como medioambiental. En aquel año, el poder financiero tomó el mando. Se desregularizó la economía y se privatizaron los pequeños bancos locales, que adquirieron préstamos por 95 mil millones de euros, cifra que es diez veces la economía islandesa. Las agencias de calificación le otorgaron la triple A, al tiempo que los bancos crearon productos financieros a través de los cuales era factible comprar, entre otra clase de operaciones, compañías en el exterior. La amalgama entre el poder político y el sector financiero era tal que en los viajes gubernamentales compartían plazas los dirigentes y los banqueros. Cuando el sistema colapsó, a pesar de la buena calificación que había obtenido –tan positiva como la que disfrutaban las entidades financieras griegas e irlandesas hasta la víspera del crash–, los bancos quebraron y el desempleo y todos los efectos nocivos de la crisis cayeron sobre Islandia junto con la nube de contaminación producida, entre otras causas, por las nuevas empresas de fundición de aluminio autorizadas por la desregulación. Sin embargo, inesperadamente, Islandia reaccionó ante el poder financiero. En lugar del suicidio o la escritura de una carta a Bruselas para ser leída por un tecnócrata, los ciudadanos prefirieron intentar su propio relato reescribiéndose a sí mismos. Tal como en el cuento de Borges, “Pierre Menard, autor del Quijote”, volvieron a narrar su relato nacional para recuperar en la reiteración el sentido de la democracia a la luz de una nueva realidad. 

La primera reacción al colapso fue que en las elecciones generales los dos partidos mayoritarios, representantes del bipartidismo local desde 1927, fueron laminados y surgió una coalición que tomó el poder. Se nacionalizaron los bancos, es decir, volvieron a su situación original, se creó una nueva moneda y se redactó una nueva Constitución por el camino más democrático posible: se elaboró a través de la red y fue supervisada por una comisión de ciudadanos elegidos por la población. Hoy Islandia ha recuperado su propio destino, su relato original.

La revista francesa Le Magazine Littéraire, en su edición de junio de 2012, incluyó un dossier dedicado a Borges que se ilustró con la reproducción de una página del manuscrito del cuento “Pierre Menard, autor del Quijote”. Se trata del folio de un cuaderno de contabilidad, de color salmón, con las columnas destinadas a las cifras impresas en color rojo y la palabra “Haber” en el margen superior derecho en letras góticas. Borges utilizó tinta azul y una pluma de punta fina. La caligrafía es pequeña, prolija, fácil de leer y muy respetuosa de la disciplina de los reglones. La página reproduce los tres primeros párrafos del cuento y un fragmento del cuarto. 

En la primera línea se encuentra ya la dedicatoria: A Silvina Ocampo. Todas las palabras que en la edición aparecerán en cursiva están subrayadas, y la única informalidad es una frase del tercer párrafo, que fue, está claro, pensada a posteriori por Borges, escrita en la parte superior del texto y en sentido contrario al resto, con lo cual para leerla hay que girar el folio. De esta manera, con el agregado final, Borges ocupó la totalidad del espacio que ofrece la página, que no estaba destinada para tal fin sino para registrar el movimiento contable de alguna empresa o, por qué no, de un banco de la época. Es posible que Borges haya utilizado este libro de contabilidad por tenerlo a mano, por comodidad, o que lo hiciera como un juego íntimo de transgresión, usándolo de esta manera para cuestionar su función original. El procedimiento lleva a pensar en el relato emprendido por los islandeses ante la crisis y la pérdida de su destino como ciudadanos, su propio relato republicano escrito nuevamente sobre la página del “Haber” que el poder financiero les dejó vacía. 

*Periodista y escritor.

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