La gente toma fotos del verano,
por las dudas que alguien piense que se lo haya perdido
y para mostrar que existe de verdad
No puedes tomar una foto del amor que recibiste de mi
Cuando éramos jóvenes y el mundo era libre
The Kinks
Se puede pensar en los mozos, porque en esa mesa alguien servía la comida. También se puede pensar en los encargados de cocinar y de armar la mesa, que por en ese evento seguro aumentaron sus chances de contagio. También se puede uno preguntar sobre si los asistentes fueron con un PCR negativo o a qué riesgos estuvo Fabiola expuesta mientras la dejaban tan “pituca”, con peinado y maquillaje, para su brindis de cuatro horas. Gracias a todas las amenazas y señalamientos peyorativos recurrentes con los que el gobierno nacional montó su diseño comunicacional de 2020, la foto es fácilmente analizable en todas sus ramificaciones posibles, por grandes porciones de la población que aprendieron, y sufrieron, de la mirada estigmatizadora del discurso oficial. Algo así como entrenar muy bien, para la indignación futura, y desde allí activar el caos.
Para mucha gente la política es vivenciada de manera esencial, como si efectivamente los desempeños de los partidos políticos pudieran expresar, en sus operaciones, una relación perfecta, punto a punto, con sus supuestos valores ideológicos. Este gobierno ha hecho un abuso evidente de esta característica, intentando vincular las acciones en la pandemia con sus convicciones, e involucrando a sus votantes, en una militancia supuestamente ética y coherente de ellos versus los enemigos.
En las batallas políticas esto es generalmente expuesto con intensidad, se esté del lado del Gobierno o de la oposición. Ayuda sensiblemente a brindar argumentos sobre qué decir en toda ocasión que el discurso de defensa, o acusador, deba ser utilizado. Es decir, que si hay que pelearse, es importante poder encontrar de qué hablar. De cualquier manera, esta noción constructivista no es la que habita en los seguidores y seguidoras, que no logran diferenciar las circunstancias que dan forma a las acciones del mundo real, de los supuestos ideales que los identifican. La pandemia se vistió en este tiempo, de ese mismo vestuario.
Como todo lo que la política agarra, y Fernán Quirós lo sabe, las decisiones sobre el covid fueron cargándose de tensiones entre Gobierno y oposición, en los que los discursos ideológicos fueron también presentándose de una manera esencial. Unos eran la vida, porque no pensaban en la economía, y los otros la muerte, porque eran la derecha.
Los seguidores de ambos bandos usaron mucho tiempo de sus acciones en convencerse de que esto realmente representaba una descripción fáctica y concreta de lo que unos son, y los otros serían. Escribieron en redes, se rieron de sus enemigos y defendieron las decisiones de gobierno como si fueran realmente una batalla entre el supuesto bien, contra el verdadero mal. Sobre ese esquema, en esa construcción asumida como real, es donde más violentamente golpea la foto.
La foto es atroz para los que militan y creen...
Los procesos de decepción masivos no son nuevos en el mundo moderno, ni tampoco sus esfuerzos por compensarlos e intentar simular un regreso a un supuesto estado anterior. Los protagonistas del peronismo revolucionario, y sus nuevos seguidores juveniles, han producido un gigantesco olvido en relación a la figura de Perón y sus todavía poco estudiadas relaciones con la Triple A, aunque con un poco de interés se pueden encontrar documentos en internet (por ejemplo el “Documento reservado del Consejo Superior Peronista”) o el video del mismo Perón recriminando a la periodista Ana Guzzeti. El terror stalinista era tratado por los mismos familiares de detenidos como una combinación entre culpabilidades supuestas y el aparente desconocimiento del mismo Stalin de la realidad, algo que se puede encontrar en el abrumador trabajo del historiador Orlando Figes en su libro “Los que susurran”. Para el análisis, es tan interesante el desengaño como sus esfuerzos de compensación.
Las relaciones de la política con sus públicos masivos no pueden más que ser genéricas y basada en ideas sencillas sobre sus líderes. Aunque son vividos como reales y esenciales, y sobre los cuales esos mismos seguidores y seguidoras involucran sus vidas personales, los detalles privados y específicos son siempre incómodos, aunque asumidos como coherentes con lo que de ellos se imaginan. Esta revelación abre inquietudes electorales, de cualquier manera, no en los acumulados de convencidos y convencidas, que por necesidad emocional no tienen a dónde huir, sino en aquellos agregados en 2019 que permitieron un primer puesto con un porcentaje de votos abrumadoramente exagerado. La foto es atroz para los que militan y creen, pero una sencilla puerta de salida para los prestados de hace dos años. En eso, en la chance de pérdida, vive el pánico peronistas de estos días.
...pero es una sencilla puerta de salida para los votos prestados del 2019. Esa posible pérdida de pánico
Con casos como estos, los caminos son el olvido, la justificación o el cambio, y es difícil pensar que los argumentos del Presidente en Olavarría permitan el recurso del olvido para semejante contradicción. Las justificaciones tampoco son demasiado sólidas. Alberto dice que hoy se da cuenta que eso no debería haberse hecho, lo cual muestra que más de un año no fue suficiente para reflexionar sobre que él también debía cumplir las reglas que su personaje de presidente había establecido con tanta rudeza a pocas semanas del brindis eterno. El cambio y el descarte acechan, en lo inmediato en el voto, y en los fanáticos y fanáticas, en el mediano plazo. El refugio en Cristina y en una esencia conocida, parecen la salida necesaria para que la decepción no sea irrecuperable. Cambiar uno por la otra, puede permitir seguir construyendo la idea de que la política es una cuestión de ideologías, porque Cristina, al mismo tiempo, hay una sola.
Como dicen The Kinks, no se puede tomar un foto de los sentimientos, pero si encontrar en las fotos siguientes, de qué ánimos se trata hoy, la vida cotidiana de quien amenazaba con seguridad y disfrutaba de un supuesto poder inédito. De eso y otros temas se habrá discutido en algún brindis clandestino, pensando en que todavía 2023 era un tiempo del futuro posible. De esos tiempos solo quedan las fotos.
*Sociólogo.