La multiplicidad de conflictos en el universo político argentino recibe tal vez una atención equivocada. En general, sus descripciones se ofrecen en formato de crítica, ya que se conjetura que no deberían existir, al mismo tiempo que dan al público la intensidad de los detalles de cada caso con informaciones periodísticas sobre rumores y secretos, con los que la audiencia puede simular cierta cercanía y seguimiento de aquello que combina realidad con imaginación.
La otra manera de tratarlo es desde la idea del caos, la desintegración o la falta de liderazgo. Para ninguno de estos casos los conflictos poseerían carácter productivo, es decir que es más lo que quitarían que lo que generarían. Esto debería ser revisado.
Los procesos sociales no son más que acumulaciones y secuencias que suceden en función de aquello que acaba de ocurrir. Todo lo que acontece, hasta lo más anecdótico y sencillo, deja los condicionamientos necesarios para las posibilidades siguientes, algo de lo que cualquier interacción puede sencillamente dar cuenta. Una respuesta cordial a un pedido cualquiera (por ejemplo, pedir que alguien hable más bajo), establece las bases para una probable secuencia cordial en condiciones similares para esa comunicación; una respuesta ruda permite un camino de desafíos diversos.
Procesos sociales de mayor complejidad, como la política, ofrecen sus secuencias operativas bajo condiciones similares, y todo lo que ocurre no puede nunca ser apartado de lo que acaba de suceder. Cada nuevo paso en la sociedad construye a esa sociedad.
Alberto Fernández se ha convertido en un atractivo experto en ofrecer situaciones diferentes en cada enlace nuevo del sistema político, sin que se logre comprender o prever lo más o menos probable de su siguiente acción. En algunas ocasiones sus avances y relatos son cordiales, amenos y atractivos, con gestos amistosos y fraternales, generando con sus equipos condiciones aparentes de comodidad y relajo. La misma persona, en un momento posterior, puede sorprender con una acción en un sentido completamente opuesto, transformando la comodidad de un ministro en un pedido de salida intempestiva.
El Presidente es un experto en ofrecer situaciones diferentes en cada enlace del sistema político...
Estos mecanismos construyen un escenario particular de condicionamientos que no debería ser señalado como un símbolo de desgobierno o de carencia de liderazgo. En estas variaciones hay una interesante capacidad productiva del Presidente que fomenta condiciones que solo él puede convertir en algo diferente en el siguiente paso, dejando a todos turbados ante la sorpresa. El modelo Fernández es el de la contingencia voluntaria y proactiva.
Los casos de Santa Fe y Tucumán presentan situaciones llamativamente equivalentes y que pueden ingresar también en una dinámica constructiva del sostenimiento de lo extraño del próximo paso. Gobernadores enfrentados con sus vices, la transformación de esas luchas en enfrentamientos internos en las PASO y la poca claridad de posición del presidente Fernández en relación a todo lo que desde allí sucede, establecen un contexto familiar para otras dinámicas dentro del partido gobernante. Como un paso de acomodamiento operativo, la lógica de tensiones internas que ha caracterizado a la coalición oficialista, comienza a exportarse al interior del país.
Con la sobrevivencia y expansión de estos problemas, el ganador es el Presidente. El sostenimiento de cualquier tensión, extendida y sostenida en el tiempo, es decir sin su resolución, es la manera más creativa que ha encontrado Fernández para evitar el acoso del kirchnerismo más duro o de cualquier otro reclamo.
...sin que se entienda o prevea la acción
Mientras se suponía que la mejor manera de explicar la relación entre Cristina y él era a través del sometimiento, pareciera que en realidad es la multiplicación de conflictos y divisiones, sin que nunca nadie termine de ganar o de perder, aquello que paradójicamente termina ofreciendo un valor productivo.
Las internas no son anuladas, sino arrojadas a su propio devenir. El caso de Tucumán permite también un análisis similar con el enfrentamiento entre Manzur y su vicegobernador Jaldo. Mientras en apariencia el Ejecutivo apoyaría al actual gobernador, la interna se muestra incontenible y lanzada en medio de un proceso de conflicto público de carácter intenso. Para Manzur ese apoyo no se ha transformado en esfuerzos por anular a sus rivales.
AF divide, fomenta y confunde, al mismo tiempo que cimienta un futuro donde todo es aceptable para él
Algo en simultáneo ayuda a cierta confusión. La oposición se encuentra exponiendo sus conflictos a través de los medios de comunicación para que amplios públicos encuentren allí también diversión sobre aquello que no termina de resolverse. Estos episodios parecen equivalentes a los del peronismo recién descriptos, cuando en cambio expresan situaciones opuestas.
En Juntos por el Cambio la multiplicación de las internas expresa la batalla por la renovación y los desafíos de la UCR al formato dominante de la era de Macri y Peña, como manera de litigar por quién podrá o no transformarse en heredero o heredera de los lineamientos estratégicos para la campaña presidencial 2023. La oposición ofrece al electorado, justamente al no estar en la gestión nacional, la condiciones de resolución de esas batallas.
Los miedos y la desorientación a los que el Presidente somete a sus aliados culminan en la búsqueda de resguardo, de seguros para el futuro. Perotti es candidato suplente igual que Manzur, ya que lo que la dirección del partido no resuelve, lo harán los atajos institucionales. Tolosa Paz tiene una enorme capacidad de exponerse en los medios, pero su candidatura en primer lugar y las demoras en su definición se parecen también a un resguardo de una gestión loteada, en la que nadie se siente seguro de abandonar para ser candidato o candidata. Mientras se pueda, se debe aguantar en lo que exista como seguro.
Alberto construye un formato de poder y condicionamientos probablemente sin demasiados antecedentes. Divide, fomenta y confunde, al mismo tiempo que cimienta un futuro donde todo es aceptable para él. Puede ganar o perder la elección, pero eso es lo de menos, porque para cada opción, habrá una alternativa posible para él.
*Sociólogo.