Tal como había prometido, en su primera semana de gobierno Mauricio Macri se reunió con todos los gobernadores, recibiendo graves informes de situación y reclamos que la mayoría de ellos silenciaba frente a su antecesora. El ejemplo más notorio fue el de Alicia Kirchner, gobernadora de Santa Cruz –hermana y cuñada de los abogados exitosos y ex presidentes Néstor y Cristina Kirchner–, quien a último momento condescendió a asistir a la cita. Doña Alicia manifestó allí que su provincia, gobernada por el kirchnerismo desde 1991, necesita asistencia financiera de la Nación “para enfrentar obligaciones tales como el pago de sueldos”. Antes, en su primer discurso como gobernadora, había declarado que su provincia estaba quebrada económicamente y que el modelo del empleo público “está agotado”.
Oír para creer… Informes y reclamos calcados recibió asimismo la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, durante su reunión con 131 intendentes de la provincia, quienes le expresaron su “preocupación por las deudas millonarias de sus distritos”, además del estado lamentable –aguas, cloacas, energía, etc.– en que se encuentran numerosas ciudades y pueblos. Por no hablar, en todos los casos, de la situación social: empleo, pobreza, seguridad, vivienda.
Macri recibió también a sus rivales en las elecciones, con excepción del joven Nicolás del Caño, quien decidió hacerse la rabona. Hasta allí, todo muy republicano, prometedor y acorde a las promesas del candidato Macri y el nuevo talante que los ciudadanos votaron en las urnas por mucho más que el 51,4% si se consideran los votos del candidato Massa, las izquierdas y otros que votaron a Scioli ante la imposibilidad de hacerlo por un liberal, aun tapándose la nariz.
La economía. Luego de que el Presidente anunciara a productores agrícolas e industriales el fin de las retenciones y las trabas a importaciones, a cambio de pagar luego “con alegría” más impuestos a las ganancias –cuyo monto no precisó–, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, anunció el miércoles el levantamiento del “cepo” cambiario. El jueves, el dólar se mantenía dentro de las previsiones, incluso más bajo que el anterior “paralelo”. El ministro confía en que las altas tasas de interés del peso y el aumento de las reservas del exhausto Banco Central –ingresos de yuanes chinos, exportadores y otros aportes en fase de negociación mediante– permitirán mantenerlo en esos niveles. En cualquier caso, una devaluación en regla, del orden del 30%.
La incógnita, el gran temor, es pues la inflación y sus consecuencias políticas y sociales. Nada de qué asombrarse, ya que la inflación consecutiva a una devaluación responde a la lógica del sistema; la misma que, en sentido inverso, sumió al país en la recesión con alta inflación, grave déficit fiscal y agotamiento de las reservas durante la política del “cepo” y el gasto, emisión y corrupción desenfrenados. Pero en un país acostumbrado a estos brutales vaivenes y, todo hay que decirlo, con empresas y empresarios no muy escrupulosos, la incógnita y el temor son mayores. Ya a fines de noviembre la inflación “preventiva” había dado un salto considerable. No está claro, por el momento, qué clase de medidas prevé el Gobierno respecto de este asunto crucial.
En cuanto a lo social, ya antes de la devaluación los gremios habían fijado un “piso” del 28% de cara a las próximas paritarias. Habrá que ver ahora. En la semana hubo un paro de los empleados del subte, una protesta en el Congreso ante el eventual despido de 600 “empleados” nombrados a último momento, un “corte” prolongado en Ezeiza y una manifestación kirchnerista ante el Congreso, entre otros hechos. Una pauta a futuro la dio el camionero Hugo Moyano, “aliado” del gobierno, al manifestar “esperemos que este cepo que le sacan al dólar no se lo pongan a las paritarias. Esto huele a los 90”. ¿Dónde estaba Moyano en los 90? ¿Remember los 11 paros nacionales a Alfonsín y ninguno a Menem? Declaraciones de sindicalistas millonarios al margen, el reclamo de los trabajadores es legítimo.
Asuntos varios. A este incompletísimo panorama se agregan las repercusiones que tuvo la decisión del Gobierno de nombrar en comisión a dos calificados juristas en la Corte Suprema de Justicia. Resumiendo, hay tantos expertos que opinan que la medida es constitucional como los que no. Nadie discute la calidad de los nombrados. Nadie piensa que “son” del PRO, ya que uno es de filiación radical y el otro, peronista. Dejando de lado al kirchnerismo, que no califica para opinar sobre institucionalidad, y aceptando que lo normal sería el trámite ante el Congreso, ¿a qué vino tanto ruido, considerando la gravedad de la situación del país y la debilidad parlamentaria del Gobierno? El asunto acabó en la postergación del juramento de los nuevos jueces hasta febrero, con posibilidades de que se ocupe el Congreso, en marzo. Primer tropezón serio de Mauricio Macri.
En fin, que en su primera semana el Gobierno anunció que el país “está al borde de un colapso energético”, y que se declarará la “emergencia en seguridad nacional”; la fiscal del caso Nisman, Viviana Fein, fue desplazada y la causa que el muerto había iniciado podría reabrirse; Margarita Stolbizer presentó otra denuncia por enriquecimiento ilícito contra la familia Kirchner; al multiprocesado motoquero domiciliado en un médano y ex vicepresidente Amado Boudou se le prohibió salir del país; el peronista papa Francisco no saludó al nuevo presidente hasta que éste lo llamó por su cumpleaños; la Fundación La Alameda dio a conocer un nuevo y detallado mapa de búnkeres narco, de trata y talleres clandestinos –uno frente a la seccional de policía– en el barrio porteño de Once y, agárrense, Nacha Guevara llamó en ShowMatch a manifestar en apoyo a la compañera de baile de Cristina Fernández, Moria Casán, encarcelada en Paraguay por un supuesto robo de joyas y un nada supuesto intento de introducir cocaína en la prisión que la aloja.
Vamos, Argentina.
*Periodista y escritor.