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Esperando el próximo plan anticrisis

Finalmente, gran parte del “paquete anticrisis” está sancionado. Aunque, seguramente, vendrán más anuncios, en la medida que la economía siga presentando indicadores negativos.

Szewach
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Finalmente, gran parte del “paquete anticrisis” está sancionado. Aunque, seguramente, vendrán más anuncios, en la medida que la economía siga presentando indicadores negativos. Es cierto que el mero reconocimiento de la crisis por el kirchnerismo ha generado un vuelco favorable en las expectativas de la gente, y también que algunos sectores de actividad, ligados al incremento de la obra pública, verán alguna mejora. Tanto como que el problema de la Argentina de hoy es que es más pobre en dólares que hace unos meses y que necesita más dólares para pagar deuda y financiar importaciones.

Y en este festival de anuncios no hay ninguno vinculado a “producir dólares”, salvo la baja de retenciones a la exportación y, eventualmente, el blanqueo de capitales. De manera que nada de lo que se anunció sirve para evitar que la economía argentina se desacelere fuerte durante al año próximo.

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Por lo tanto, más que insistir con el problema, o ratificar que el escenario más probable para el próximo año es de recesión moderada, quisiera evaluar el tema del blanqueo y de su contraparte, la evasión impositiva, que caracteriza a la economía desde hace décadas.

Se presentan aquí dos cuestiones a explorar. La primera es el sistema impositivo formal que genera comportamientos perversos con una evasión importante. La segunda es la de las sucesivas “estafas legales” caracterizadas por inflación alta, hiperinflación, confiscación de depósitos, defaults, megadevaluaciones, pesificaciones asimétricas, etc., etc., que nos han llevado a elegir el dólar y los sistemas financieros de otros países como reserva de valor y administradores de nuestros fondos, respectivamente, en un intento de escapar de la “voracidad confiscatoria” de nuestro sistema político.

Dicho de otra manera, el sistema impositivo –incluyendo la inflación– nos impulsa a un grado de evasión de impuestos superior a la media regional y mundial y a la dolarización permanente de una parte de nuestros ingresos, para eludir el impuesto inflacionario. Y por otra parte, la voracidad confiscatoria ha llevado a que la dolarización de portafolios mencionada se realice fuera de la Argentina.

No todo el dinero que está dolarizado y fuera del sistema financiero local proviene de la evasión. Mucho es “blanco” pero se conserva fuera del país, para evitar estafas y confiscaciones varias. Por ejemplo, los “fondos de Santa Cruz” no son precisamente fondos negros. Se mantuvieron fuera de la Argentina, pero están blancos y declarados (confusamente declarados, por cierto). Surgen entonces, ahora sí, los problemas de fondo. ¿Tiene sentido un blanqueo impositivo sin una reforma tributaria que reduzca para delante la necesidad de evadir impuestos que surge del sistema actual? ¿Tiene sentido intentar repatriar capitales “en negro”, cuando hay mucho capital “en blanco” que pudiendo volver sin costos permanece fuera del país por temor a futuras confiscaciones?

Y aquí vuelvo al “paquete anticrisis”. La Argentina es un país con deuda pública en dólares y, hoy, sin capacidad de colocar deuda externa y con menos dólares comerciales producto de la caída de los precios de nuestras exportaciones. En ese sentido, los anuncios realizados, lejos de alejar incertidumbre y bajar riesgo, lo aumentan.

Me explico. Las medidas anunciadas reducen, al final del día, los recursos fiscales para pagar deuda y aumentan la presión sobre las reservas del Banco Central. Ello implica que se incrementa el riesgo de confiscar para lograr recursos fiscales, o el riesgo de default y el de devaluar para reducir importaciones y conseguir más dólares del comercio. Estos dos elementos hacen que la repatriación de capitales sea más difícil, dado que quien tiene dólares alejados de la voracidad confiscatoria local percibe, ahora, que el riesgo confiscatorio futuro, lejos de disminuir, aumentó.

Pero, además, como no se ha instrumentado una reforma tributaria de fondo, siguen vigentes los incentivos a evadir con lo que también se dificulta el blanqueo: quien blanquea hoy seguirá “negreando” ingresos en el futuro.

En síntesis, el “paquete” demuestra que el Gobierno entendió que hay una crisis, y eso ayuda, pero no contribuye a solucionar el problema de fondo y puede empeorar la visión de los inversores, al reducir los recursos fiscales para atender deuda e incrementar el riesgo confiscatorio hacia delante (junto al riesgo devaluación).

Lo antedicho no implica que no ingresen algunos fondos por el blanqueo, ni desconocer el carácter de “cuasi amnistía” para la corrupción de todo tipo que sancionó el Congreso. Intento transmitir que los problemas que han llevado a la salida de capitales en blanco y negro y a la evasión impositiva siguen con nosotros, se agravan y no se solucionan. Por lo tanto, el plan anticrisis ni es plan, ni resuelve la crisis. Lo bueno es que tendremos auto nuevo, para pilotear un recesivo 2009. Heladera nueva, para mantener enfriada la economía. Y lavarropas nuevo, para lavar fondos y dejarlos impecables.