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Eurasia: ¿aislado el continente?

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Diálogo. Biden provocó a China y a Rusia al dejarlos afuera de su Cumbre por la Democracia. | afp

La Cumbre de la Democracia convocada por Biden en la segunda semana de diciembre pareció establecer un parteaguas –algo desdibujado y confuso– entre las democracias y los países no democráticos del planeta y, especialmente, del espacio euroasiático. Rusia y China expresaron conjuntamente su rechazo por ser excluidas de la invitación, junto con otros países como Turquía. Algunos, como Pakistán, fueron invitados, pero cancelaron su participación. Otros, con dudosas credenciales democráticas, participaron sin objeciones. Pero, en esencia, la cumbre respondió a un claro propósito de la administración Biden: recomponer el sistema de alianzas de los Estados Unidos en torno a valores compartidos y aislar a los países que no comulgan con esos valores en el marco de la confrontación con China y Rusia, identificadas como principales amenazas a la seguridad estadounidense. 

Con ambas potencias, en dos escenarios diferentes, la escalada de tensiones ha ido in crescendo. Taiwán,   invitado a la cumbre, es el foco de un conflicto entre China y los Estados Unidos que afecta al Indo-Pacífico, donde se concentra la mitad de la población mundial, siete de las mayores economías del planeta y un dinamismo geoeconómico que ha desplazado al tradicional centro gravitacional del Atlántico. Ucrania, también invitada a la cumbre, constituye otro foco de tensión, esta vez entre Rusia, por un lado, y los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea (altamente dependiente del gas ruso), por otro. A raíz de esta tensión, gran parte de la agenda de la reunión bilateral virtual entre Putin y Biden que antecedió a la cumbre se focalizó en la situación ucraniana y en la búsqueda de acuerdos que posibilitaran desescalar una potencial confrontación.

Sin embargo, precedida por una visita personal de Putin a India, una semana después de la cumbre se desarrolló una reunión virtual de Xi Jinping y el mandatario ruso, reforzando una creciente coordinación política en el marco de la convergencia estratégica de ambas naciones. Más allá del rechazo a la cumbre, esta reunión mostró una evidente sintonía expresada en el apoyo de Beijing a las demandas de seguridad planteadas por Moscú frente a EE.UU. y la OTAN. Por otra parte, en la reunión se abordó la creación conjunta de una estructura financiera para operaciones comerciales que no pueda ser influenciada por terceros países, en especial por la amenaza de expulsar a Rusia del Swift utilizado como parte de las operaciones bancarias en el sistema internacional. 

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Otros temas relevantes de la agenda de la reunión fueron la “armonización” de la Franja y la Ruta (BRI) con la Unión Económica Euroasiática; la próxima presidencia de China en los Brics y una reunión del grupo RIC (Rusia, India, China), y el relevante rol que ha adquirido  la Organización de Cooperación de Shanghai en la construcción de un entramado institucional en Eurasia, especialmente luego de la retirada estadounidense de Afganistán. De ese entramado forman parte las ex repúblicas soviéticas del Asia central, que no fueron invitadas a la cumbre: Irán, India, Pakistán y Mongolia. Sin embargo, Eurasia –que alberga cuatro de las siete potencias con capacidades nucleares y donde se ha configurado un mercado de 28 países con una población de más de 4100 millones de personas– se ha convertido, independientemente de los modelos políticos en vigencia, en un foco de atracción para diversas economías desde Vietnam a la India.

“Aislado el continente” tituló en una ocasión un periódico británico al caer una densa bruma sobre el canal de la Mancha. Eurasia, pese a las exclusiones de la cumbre de Biden, no parece estar aislada y más bien se convierte en un epicentro geoeconómico y geoestratégico fundamental en un complejo y diverso mundo en transición.

*Analista internacional y presidente de Cries.