“La metodología de Braden sólo ha servido para elegir a nuestro enemigo Perón y para que en Argentina se vuelva a hablar de ‘imperialismo yanqui’”.
Editorial del New York Times, tras las elecciones argentinas de 1946.
“¿Qué más tenemos que hacer?” La pregunta-confesión del diplomático argentino que talla la relación bilateral entre Argentina y Estados Unidos sonó como un suplicio. Habían pasado pocas horas desde que el mismo Barack Obama anunciaba en el Congreso de Estados Unidos que realizaría su primera gira por Latinoamérica sin pasar por Buenos Aires, y el funcionario, que vuela frecuentemente a Washington, no salía de su asombro. Desconsolado, recordaba que la Casa Rosada fue fundamental para evitar una condena regional al “imperialismo yanqui” en la reciente Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata tras la revelación de los cables de WikiLeaks.
Pero para la Casa Blanca, por lo visto, el giro K en política exterior no fue suficiente. “Todavía persisten las dudas sobre Argentina y su gobierno. Fueron muchos mensajes confusos en los últimos años y aunque ahora se están enviando buenas señales, es prematuro decir que la relación cambió”, reveló un diplomático norteamericano que hace un tiempo estuvo destinado en la embajada de Buenos Aires. Más tarde, el canciller Héctor Timerman le ponía fin a las “buenas señales” al acusar a Washington de promover la carrera armamentista en la región.
“Si bien es cierto que hubo una mejora en Argentina todavía no hay una cercanía profunda. La relación ha mejorado en los últimos meses, pero aún no hay confianza total”, aseguró Michael Shifter, presidente del Inter-American Dialogue. “Va a tomar tiempo recomponer los vínculos, hay gestos pero no son suficientes”, completó desde el think tank norteamericano que trabaja con ex presidentes y académicos de la región.
En ámbitos diplomáticos y del establishment político-económico de Washington se advierte que Estados Unidos descartó Argentina de la gira presidencial porque no se observa algo para reconocer en el campo político ni económico, mientras que fueron elegidos Brasil, Chile y El Salvador porque tienen un valor simbólico para destacar. Brasil es un BRIC y Obama tendrá su primer bilateral con la flamante presidenta Dilma Rousseff. Chile demostró una exitosa transición de la Concertación a Sebastián Piñera y se ha convertido en un ejemplo de moderación política y crecimiento económico. Y Salvador ha demostrado cómo un gobierno formado por miembros que estuvieron en la guerrilla en los 80 ahora pueden trabajar en consenso.
“Argentina sigue siendo un interrogante. Hay inflación pero el Gobierno no lo reconoce, no está claro qué pasará con el Club de París y aquí no se olvida el manejo que tuvieron con el Banco Central”, opinó desde Washington Riordan Roett, profesor de la universidad John Hopkins. “Además hay mucha confusión sobre Cristina y no se sabe si realmente va a ser candidata, por lo que la Casa Blanca evaluó que no era seguro viajar a Buenos Aires”, concluyó uno de los académicos norteamericanos que más conoce la coyuntura argentina.
“Cuando yo estaba en Argentina pasaba lo mismo: interpretaban que si el presidente no viajaba era un insulto”, confesó Lino Gutiérrez, ex embajador de Estados Unidos en Buenos Aires. “En la Argentina se exagera un poco, interpretan el mundo sólo bajo el prisma de ustedes y siempre preguntan cómo los ven en Washington, pero cuando se deciden las cosas a nivel hemisférico no depende de cómo va a reaccionar Argentina”, agregó el diplomático que escribió un “wikicable” lapidario sobre el “estilo K”.
A mediados del siglo pasado, otro embajador norteamericano se había hecho famoso en Argentina. Spurille Braden sólo estuvo cuatro meses en su cargo, pero se convirtió en una figura emblemática del “antiimperialismo” local cuando publicó el famoso Libro Azul. Consulta entre las repúblicas americanas respecto de la situación argentina en el que denunciaba los presuntos vínculos entre el peronismo y el nazismo.
“Sepan quienes voten por la fórmula del contubernio oligárquico-comunista, que con este acto entregan el voto al señor Braden. La disyuntiva en esta hora trascendente es ésta: Braden o Perón”, anunció el mismo Perón al lanzar su candidatura en la campaña de 1946.
Kirchner no fue Perón y Vilma Socorro debe ser la embajadora menos “imperialista” de toda la historia. Pero la tensión entre Washington y Buenos Aires se activó esta semana cuando se supo que Obama evita Argentina.