No se equivocaba el filósofo francés Michael Foucault cuando sostenía que “el poder se ejerce”. La palabra “poder” proviene del latín possum, que significa tener capacidad o fuerza para hacer algo. El poder no es una cosa fija, sino que se produce, se acumula, y seduce cuando pone a circular un discurso que se instala en un lugar de verdad. Sin estas consideraciones no podría entenderse cómo un gobierno, basado en un partido nuevo, con escasa experiencia política, que ganó con lo justo, y con una minoría legislativa haya logrado consolidarse al punto de sentar en una mesa a una otrora poderosa CGT para ofrecer un escueto bono de fin de año, que incluso los empresarios dudan en poder o querer –según el caso– pagar.
El poder convoca, cautiva y gratifica, por eso otra forma latina de conocerlo es potentia. Pero también segrega y castiga. Lo curioso es que, para instituir el dispositivo, las cabezas ideológicas del Gobierno también leyeron a Ernesto Laclau cuando indicaba la polarización como la herramienta correcta para la acumulación de poder. Bajo esta idea se generó la exitosa narrativa de la pesada herencia, instalando que el gobierno anterior había sido algo cercano a una asociación ilícita. Esta historia se vuelve “verdad” bajo el motor visual del olvidado José López y los bolsos voladores del monasterio. Pero el mismo movimiento coloca a Cristina Fernández de Kirchner en el sitial de la oposición, como lo reconociera en este mismo diario Marcos Peña. Cristina parece muy cómoda allí y, abandonando todo atisbo de tibia autocrítica sobre su gobierno –como la necesidad del conflicto con el campo o la imposición del cepo cambiario–, se fortalece marcando las falencias de su sucesor y convocando a los –cada vez más amplios– sectores bajos de la sociedad. La polarización afectará a candidaturas alternativas, aun cuando el Gobierno complete su estrategia con el sostén de otras boletas que dividan el espacio opositor para poder plantar una bandera ganadora en 2017, aunque sea por un voto.
El triunfo de la pantalla. Redondeando los preparativos para las próximas elecciones, ya tiene media sanción en Diputados la llamada “reforma política”, que es en realidad un cambio en los procedimientos electorales, con la imposición del voto electrónico y el abandono de la boleta tradicional de papel. La incidencia en los resultados de los sistemas de votación suelen ser impredecibles, como ocurre con las PASO; Macri ganó usando el sistema de primarias –contra Carrió y Sanz–, mientras que Vidal ganó como única candidata. Pero el principal efecto que se puede observar de la utilización del voto electrónico parece ser la neutralización del “aparato político” antes imprescindible para “asegurar la elección”. Ya no harán falta miles de militantes para garantizar la limpieza de los sufragios. El voto electrónico, argumentado desde una visión modernizadora de la política, declara en el mismo acto prescindibles las estructuras partidarias ligadas al territorio coronando la tele-política. En plata, el PRO ya puede agradecer los servicios prestados a la UCR, y Cristina puede prescindir del auxilio de los “barones del Conurbano”. Se abre otra discusión: cómo se mostrará la oferta electoral en las pantallas de votación. La mesa, más allá de sus bemoles, exponía al votante a todas las boletas con la simultaneidad que permite la vida offline, y trasladadas a una pequeña pantalla electrónica genera nuna serie de incógnitas.
“Romperse el traste”. Todo el entramado político cuya finalidad es un triunfo del oficialismo en 2017 depende del despegue de una economía que sigue sin entregar buenas noticias. La relativa baja de la inflación se está haciendo al alto costo del enfriamiento del consumo, que obviamente afecta principalmente a los sectores de la economía que dependen del mercado interno. Pero una inflación en dólares cercana al 40% para este año vuelve a colocar al país en la encrucijada de un dólar barato, lo que estimula las importaciones, el turismo y las compras en el exterior y complica las exportaciones. Las declaraciones de consejero de la Embajada de China acerca del alto precio del aceite de soja deben ser una alarma sobre uno de los pocos productos argentinos posibles en el supermercado del mundo. La reticencia de los empresarios locales a invertir –real fórmula para mejorar la competitividad– ha llevado al Presidente al poco académico pedido de que se “rompan el traste”. Pero los hombres de negocios, renuentes a abandonar el paradigma de “empresarios ricos, empresas pobres”, piden al unísono menos impuestos y flexibilidad laboral, y el clásico menos Estado. La caída del PBI en 1,5 que estima el FMI será la mala noticia que cerrará el año.
¡Ni una menos! La violencia ejercida contra las mujeres enluta al país a la par que se hacen públicos en forma diaria casos de violaciones y muertes ejecutadas por hombres. Sobre estas situaciones se espera la actuación de una Justicia que muchas veces no llega. Principalmente contra estas circunstancias un grupo de mujeres tomaron la novedosa iniciativa de llamar a un paro de una hora el miércoles y marchar en plena lluvia, una acción colectiva que corre el riesgo de naturalizarse sin un programa concreto de iniciativas mensurable, así como tampoco puede ser un debate que sólo incumba a un pequeño grupo feminista activo. Debajo de las situaciones extremas existe una multitud de eventos cotidianos y “no públicos” de maltratos, insultos y acosos que pueden provenir de desconocidos en la calle o incluso de compañeros de trabajo. Mujeres temerosas de tomar un transporte público o un taxi porque implican riesgos en determinados horarios del día, mujeres que deben evaluar su vestimenta para no ser objeto de acoso en su lugar de trabajo y un largo etcétera son condiciones por las cuales jamás pasa un hombre. Las formas de poder que los hombres ejercen a diario sobre las mujeres constituyen un fantasma autoritario que recorre a la sociedad argentina –y que frecuentemente recala en las formas políticas–, y que debe interpelar tanto al sistema educativo, a la organización familiar como a los mensajes que generan ciertos medios de comunicación con publicidades que insisten en formas esquematizadas de mostrar el mundo.
*Sociólogo, analista político (@cfdeangelis).