COLUMNISTAS

Figuritas

Lo confieso: estaba tentado de abrir esta columna semanal afirmando que este torneo que acaba de comenzar seguramente es de los más opacos y deprimentes de los últimos tiempos; que no se vislumbran grandes equipos, ni favoritos excluyentes al título, y mucho menos hay nombres brillantes y atractivos en los planteles.

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“El balón llegó de aire y Zidane lo durmió como un Nijinski con botas.”
Santiago Segurola (Bilbao, 1957-)

Lo confieso: estaba tentado de abrir esta columna semanal afirmando que este torneo que acaba de comenzar seguramente es de los más opacos y deprimentes de los últimos tiempos; que no se vislumbran grandes equipos, ni favoritos excluyentes al título, y mucho menos hay nombres brillantes y atractivos en los planteles. Para colmo de males, el drástico recorte al público visitante amaga con quitarle lo único que le quedaba de divertido a este viejo rito inglés. Podría haberme atrevido a pontificar que estamos frente a una berretada importante. Un exceso. Sin embargo, gracias al zapping y a un hombre de nuestra cultura, Gerardo Sofovich, pude abrir mi mente y comprender que siempre habrá brillos: solo hay que saber mirar.
Sucedió en el dancing televisivo de Marcelo Tinelli. Iliana Calabró había intentado una coreografía de hip hop que, por alguna razón, el autor de El champagne las pone mimosas juzgó ardua, compleja, demasiado jugada, muy audaz. Con el tono grave de las grandes definiciones, confesó que el post bailongo le recordaba a la polémica y célebre puesta que Vaslav Nijinski (1890-1950), el talentoso bailarín y coreógrafo ruso, había hecho de La consagración de la Primavera de Igor Stravinski (1882-1971) en el Teatre du Champs Elysée de París, en 1912, tan cargada –eso agrego yo– de rupturas, movimientos angulares y matices explícitamente sexuales. Wow. Moria Casán rompió el espeso silencio del estudio y advirtió, prudentemente, sobre los ácidos comentarios que tan original comparación podía provocar. Sofovich, canchero, levantó los hombros con desdén y aseguró que sus críticos seguramente ni sabrán quién fue Nijinski lo que, de paso, da por cierto que los millones que engordan el rating del programa sí lo sabían. Qué alivio. Gracias. Sofovich, me abriste la cabeza hermano. Quién diría.
Señores: si nuestra Iliana puede recordar a la mítica figura del genio ruso (me refiero a Nijinski), ok, todos tenemos la oportunidad, más diría, la-o-bli-ga-ción, de enfrentar la vida con actitud positiva. En el caso que nos incumbe, viendo con otros ojos este torneo un tanto falopa que nos preocupaba y que, como el sapo de la Bella Durmiente, puede convertirse en un Príncipe Francescoli. ¿Por qué no? ¡Nace el efecto Nijinski! ¿Con qué figuritas llenaremos nuestro álbum y el PPV de acá a fin de año? ¿Qué equipo brindará una Consagración de la primavera justo ahora que se acerca septiembre? Repasemos con optimismo:
Devuelto Riquelme a su laberinto borgeano, a Boca le queda el repetido sueño Gracián, el enganche soñado en el verano, hoy colgado en México. Quizá Carrusca. ¡Maravilloso! Mientras Maradona jura que se le cae la baba por el inalcanzable Insúa –muchacho elegante que alguna vez hice posar en la tapa de Tendencia Hombre–, Palacio intentará mutar en el letal Piki Fererro de los ’70 y Palermo en Palermo, circularmente. Caranta no será Roma pero es seguro, aunque Hugo Gatti dirá que le falta ángel, ojos verdes, esos detalles técnicos que sólo él sabe ver. Expatriado el Cata Díaz al poderoso Getafe, Morel será el peruano Meléndez, mientras la franja de Marzolini estará a buen recaudo con el sutil Kuproviesa. ¿River? Vuelve a la mística de La Máquina, de Artime o Crespito con este muchacho sin apellido comprado a Central, Marco Ruben que, pobre, involuntariamente remite a aquel hit de Los Twist: “¡Ricardo Rubén, yo soy una estufa, vos mi querosén!”. Por suerte, se sumó otro viejo sueño, el Roly, miembro de la dinastía Zárate, que una tarde metió un gol en el Bernabeu vestido de blanco. Sixto Peralta, injustamente ninguneado en Racing, seguramente será un Ermindo Onega: Passarella, chocho. Independiente lo tiene a Gioda, que para Fernando Niembro es más que Ayala, y a un arquerito nuevo con un apellido que augura fortuna para esa zaga: Assmann. Mantiene un enganche de buen pie y desdichado apodo, el Rengo Díaz y confía en resucitar a Denis, que no es Sergio. Racing importó un container de paraguayos bastante difícil de catalogar: quedó detenido en Ezeiza. Moralez, su único crack, mide menos que Pampita y de los ex campeones regresó Chatruc, hábil por derecha y en la cocina es chef. San Lorenzo mantiene al gran Ramón en el banco y a sus dos retoños en el plantel, uno de 4 y el otro de 8. Esta vez, Ramón se ríe de las acusaciones de nepotismo: igual ignora de lo que se trata. Con su suerte, no sería raro que Basile convocara a sus chicos. Les iría mejor que al pobre Alfito, hijo de Coco, director en exclusividad de un reality grabado en la Copa América con la intimidad del cuerpo técnico y los jugadores. ¿Qué habrán hecho con ese Master? ¡Uy! Y bueh, todo no se puede...
Se cumplió el destino yo-yo de algunos multicampeones en Boca: un año después de hacerse rogar por Croacia, Bilos volvió a San Lorenzo. Schiavi, sin súplicas, está en Newell’s. Más estrellas: Romeo, encerrado en Pamplona, firmó para San Lorenzo. ¿Más? Los medios prometen bombas para los días que vienen. Veremos. Mi deseo es modesto: con que se quede Verón es suficiente. Con él y un Piojo López bien puesto, qué torneo nos espera, Santo Nijinski... Un lujazo.