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Panorama / Elecciones y recesion en EE.UU.

Hillary recrea la coalición

En las primarias del 8 de enero en New Hampshire, Hillary Clinton se impuso a Barack Obama entre los demócratas registrados por 11 puntos de diferencia. Hillary ganó entre las mujeres no blancas 50% a 38%. Finalmente, entre los afiliados a los sindicatos, derrotó a su colega afroamericano por 10 puntos.

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En las primarias del 8 de enero en New Hampshire, Hillary Clinton se impuso a Barack Obama entre los demócratas registrados por 11 puntos de diferencia. Hillary ganó entre las mujeres no blancas 50% a 38%. Finalmente, entre los afiliados a los sindicatos, derrotó a su colega afroamericano por 10 puntos. Por eso triunfó frente a su principal rival demócrata 39% a 37%.
Hillary Clinton, en suma, ganó entre los pobres, los menos educados, los trabajadores sindicalizados y las minorías. Incluso logró imponerse entre los que se manifestaron “muy preocupados” por la posibilidad de un nuevo ataque terrorista, y que le otorgan a la política exterior un carácter prioritario. Entre ellos, la diferencia sobre Obama fue 46% a 39%.
La economía y la seguridad nacional llevaron al triunfo a Clinton el 8 de enero. Obama ratificó su convocatoria entre independientes, jóvenes, y estudiantes y graduados universitarios. Su vigencia en estos sectores evitó que su derrota frente a Clinton en el arco de la tradicional coalición demócrata implicara una diferencia mayor.
En las primarias republicanas, los votantes también colocaron a la seguridad nacional en primer lugar; por eso triunfó John McCain. Es el único precandidato republicano que respalda la política militar en Irak (“Iraqi Surge”), lanzada en febrero de 2007 por el Gral. David Petraeus. McCain, senador por Arizona y seis años prisionero en Hanoi, proclama la posibilidad de la victoria en Irak.
Si Clinton encabeza el arco demócrata, McCain no lo hace entre los republicanos. En términos político-electorales, la coalición conservadora creada por Ronald Reagan en la década del 80 se ha dispersado en 2008. Los precandidatos republicanos se orientan hacia los diversos componentes de la coalición, pero ninguno parece encarnar el conjunto.
McCain representa el sector preocupado por la seguridad y la defensa. El ex gobernador de Arkansas Mike Huckabee, que triunfó en Iowa, atrae el voto evangélico, pero es rechazado por la comunidad de negocios por su proteccionismo aislacionista. Mitt Roomey, ex gobernador de Massachusetts, encarna las aspiraciones del mundo empresario, pero carece de convocatoria popular y es rechazado por los “conservadores culturales”. Finalmente, Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York y precandidato republicano de mejor imagen nacional –comparable a la de Hillary–, es identificado por la opinión estadounidense como el “hombre del 11/9” y de la “mano dura” en materia de seguridad. Pero es una figura secular, rechazada por los “conservadores culturales” y los evangélicos.
En términos institucionales, el sistema norteamericano es bipartidista. Sólo dos veces una tercera fuerza tuvo importancia nacional en el siglo XX. Theodore Roosevelt obtuvo 27,4% de los votos en 1912, tras haber roto con los republicanos; y su escisión permitió el triunfo del demócrata Woodrow Wilson. En 1992 fue el turno de Ross Perot (18,9%); su ascenso permitió el triunfo del más joven gobernador de Estados Unidos hasta entonces: Bill Clinton.
El carácter federal y el sistema electoral otorgan permanencia al bipartidismo. Pero las elecciones presidenciales no las gana un partido, sino grandes coaliciones nacionales (socio-económicas, regionales y culturales). Desde la década del 30 sólo ha habido dos: el “New Deal”, creado por Franklin Delano Roosevelt –cuatro veces presidente entre 1932 y 1944–, y la coalición conservadora impulsada por el dos veces gobernador de California Ronald Rea-gan.
La coalición demócrata parece haber reaparecido con Hillary Clinton; el 5 de febrero (“Supermartes”) tendrá ocasión de corroborar los indicios que mostró New Hampshire; si lo logra –sobre todo en California, frente a Barack Obama– es probable que se le abra el camino para su nominación en agosto.
El Departamento de Comercio informó que se crearon sólo 18.000 puestos de trabajo en diciembre y la desocupación pasó de 4,7% a 5% de la PEA. Estados Unidos cumplió en diciembre 52 meses consecutivos de creación de puestos de trabajo, el período más largo desde que se llevan estadísticas (1854).
De inmediato, la mayor parte de los pronosticadores (Merrill Lynch, Goldman Sachs, Morgan Stanley) señalaron que la economía norteamericana se sumerge en la recesión. Al mismo tiempo, en el último trimestre del año, fondos soberanos de los países petroleros y asiáticos colocaron 27.000 millones de dólares en el sistema financiero, incluso entre los pronosticadores de la recesión.
Las instituciones financieras recaudaron 87.000 millones de dólares en acciones (equities) en el segundo semestre de 2007; 60% o más provenientes de Asia Pacífico (China). Es 20% superior a igual período de 2006. Es curioso lo que sucede en Estados Unidos. Se proclama la “recesión”, mientras que se multiplican las inversiones que llegan desde Asia-Pacífico y el Golfo.
La campaña electoral norteamericana se desarrolla en un contexto de desaceleración de la economía o, quizás, de recesión. Los candidatos que emerjan deberán dar cuenta de esta situación.