¡Wow! ¡No lo puedo creer! ¡Qué emoción! Bien, ahora empiezan a correr los 45 segundos de espacio para agradecer. Gracias Aptra, gracias Carlos Paz por ponerle Carlos al premio, gracias Mar del Plata por esta Estrella de Mar que me guía y titila más en la Ruta 2 cuando hay patrulleros al acecho de multas o coimas, gracias por este Grammy a los latinos que la venimos remando en balsa o huyendo a pie, gracias por tener el detalle de entregar el premio en Los Angeles, así pude tarjetear el pasaje con el 30% solidario en sesenta cuotas y quedarme a recibir también el Oscar, gracias a la Academia Racing Club de Avellaneda, al Chelo, Nery, Javi, nunca imaginé que viviría algo así, gracias a los editores clínicos de PERFIL, Santiago, Silvina, Gustavo, Jorge Fontevecchia, a los generosos lectores, Rosana Firpo, Pacho O’Donnell, a los que escriben en foros y redes, sin sus amables sugerencias, correcciones y comentarios no hubiera llegado hasta aquí, gracias a los prestigiosos compañeros de columnas, es un honor compartir la nominación con Guillermo, Rafael, Pola, Martín, Daniel, Fabián y todos los que ayudan a mantener la cabeza abierta, ventilada y en su sitio, gracias a los que están siempre, mi esposa, María, mis hijos, Malena, Julián, Conrado, mi nieta Lupe, mi hermano Jorge, mis amigos, Jorge, Cecilia, Quique, Nilda, Churri, Yami, Mariela, el Flaco, Oscar, Marina, Alejandra, Ramiro, y a todos a quienes ahora olvido pero saben que los recuerdo siempre, por último quiero agradecer a los primeros, Alba y Luis, esto es para ustedes, como dijo Sandro cuando le entregaron un premio en el Senado: ¡miren adónde llegó el nene!
Leyendo a mil, como locutor de letra chica en un aviso publicitario, me da casi un minuto y me falta todavía un toque sobre el cambio climático, exigir la legalización del aborto, reclamar la igualdad de género, denunciar la injusticia social, el hambre, la desnutrición y el sufrimiento animal. No puedo desaprovechar la oportunidad de ser sensible. Corto los nombres. Si digo solo “editores”, “lectores” “columnistas” y “amigos” quedo bien con todos y zafo del reproche. ¿Debería dejar a Fontevecchia? La familia sí, ni hablar, tengo que volver a casa.
Raro. Pasó la entrega en todas las categorías y nada. Viene el momento in memoriam. Jairo canta Venceremos. En la pantalla se ve una multitud en el Obelisco. “(...) Pronto venceremos/ pronto venceremos/ Juntos lucharemos hasta el final/ Quiero que mi país sea feliz/ con amor y libertad...” ¿Qué es esto? ¿1983? ¿El acto de cierre de campaña de Alfonsín en la 9 de Julio? Ese discurso sí que duele todavía. Está en YouTube.
Error. Típico de las entregas. Se les traspapeló el archivo. Ahora sí. Otra vez. In memoriam, Jairo retoma Venceremos ( ...) “No tenemos miedo/ no tenemos miedo/ No tendremos miedo nunca más...” Pasan imágenes con fechas de atentados y tragedias, Embajada de Israel, Amia, Once, crímenes sin castigo, nombres de las víctimas, declaraciones, fotos, De Vido, Boudou, Cúneo, Moyano, Barrionuevo, Cavalieri, Aníbal Fernández, López, empresarios y funcionarios, jueces, dirigentes gremiales, videos con declaraciones, Pino Solanas, Massa, Mirta Tundis. En el momento en que Jairo repite “(...)Solo con justicia, solo con justicia/ nos haremos dueños de la paz...” salen los créditos del final. Blanco sobre negro, se lee una larga tira de cómplices.
Lagrimeo. Es decir, voy al baño y lloro mientras meo. Vuelvo. Espero por el de plata, platino, oro, nada. ¿Trayectoria? Nada. ¿Qué trayectoria?, pienso. Terminó. Respaldado por un buey de seguridad, es decir: con una bestia resoplando en la espalda, me voy. De camino, bebo el resto de todas las copas que quedan en las mesas. Contra lo que me sugiere la suavidad del papel en el que fue escrito, doblo y guardo el discurso con el que pensaba agradecer.
Un año más, aguanta. Todos los que quiero van a ser los mismos, espero. Si alguno falta, lo incorporo a la lista de mi in memoriam personal. La que vale.
*Periodista.