Hoy, miles de chilenos en el Estadio Nacional gritarán contra Argentina, con acento, ritmo y melodías imitadas a la perfección justamente de los hinchas argentinos. El técnico chileno, Jorge Sampaoli, como los dos técnicos anteriores de la selección chilena, es argentino. Tan argentino como el vocabulario, las referencias culturales y literarias de todos los comentaristas de la televisión y la radio chilenas.
Jugar contra Argentina es como ir de bar en bar con el hermano mayor. En el fútbol, como quizás en la literatura, el odio que podemos llegar a sentir los chilenos por los argentinos está teñido siempre de una cuota inconfesable de admiración. Hemos crecido más bien mirando por la pandereta mientras los argentinos nos olvidaban. Gran parte de lo que hemos hecho y dejado de hacer tiene que ver con ese olvido. Uno de los mayores orgullos futbolísticos de los chilenos es haberle creído a Marcelo Bielsa más allá de los resultados. Sentimos que nuestra única ventaja sobre los argentinos es justamente no haber esperado con la urgencia y la necesidad de victoria, de haber creído que el fútbol era más una idea que una estadística. Los argentinos saben ganar o perder, nosotros en todo orden de cosas hemos sabido siempre militar.
Nos gustaría pensar que somos justamente eso los chilenos, argentinos con paciencia. Es quizás esa paciencia lo que al ritmo de los éxitos duramente, y al mismo tiempo pícaramente conseguidos, lo que se está acabando en esos estadios chilenos donde la gente se pinta la cara y lanza insultos y gritos cada vez más rioplatenses.
Ganemos o perdamos, no nos queda a los chilenos más que agradecer la táctica y la mística que aprendimos de su fútbol. Para bien o para mal, nuestro fútbol es una traducción de ese lenguaje a un territorio escarpado y desigual donde ningún dios dura demasiado tiempo. Quizás lo único que personalmente me gustaría devolverles intacto a mis hermanos argentinos es justamente esa impaciencia gritona, esa verdad de canciones sin melodía, con que el hincha chileno va a cantar hoy contra Argentina con una seguridad importada directamente de la Bombonera o del Monumental de Núñez.
*Escritor.