Concluidas la presidencia argentina de G20 y la cumbre, y registradas la presencia de los principales líderes mundiales en nuestro país y las reuniones bilaterales con el presidente Mauricio Macri, salta a la vista la importancia de este foro y el hecho de que tener la presidencia de G20 en 2018 nos brindó la oportunidad de jugar en primera en el mundo quizás por primera vez en la historia.
Por ende, la pregunta relevante no es solo si la cumbre y la presidencia argentina fueron exitosas en la visión del mundo, que sí lo fueron, sino si esta gran oportunidad ha sido aprovechada. ¿Para qué? Para construir un mejor presente y un mejor futuro para todos los habitantes del suelo argentino, para nuestra región, y el mundo, y para acordar principios e iniciativas para un desarrollo global más equitativo y sustentable, tal como lo instruye el lema de G20 Argentina 2018.
A fin de responder haremos un balance conciso del proceso hasta la cumbre y los resultados de esta.
La preparación de la presidencia Argentina de G20, en el canal de sherpas, comenzó en diciembre de 2016. Entonces, la ministra de Relaciones Exteriores y Culto, Ing. Susana Malcorra, me convocó para hacerme cargo, habiendo consultado al presidente Macri, y recibido su aprobación. En el ejercicio de dichas funciones representé a Argentina en la troika de G20 (mecanismo de toma de decisión), y participé activamente en las reuniones de sherpas y ministeriales aportando a la presidencia de Alemania de G20 en 2017, apoyada por un equipo pequeño y eficaz integrado por la Cancillería y Jefatura, hasta la Cumbre de Hamburgo, cuando la renuncia de la ministra Malcorra resultó en un cambio de gabinete. Durante ese período cimentamos las bases de la Presidencia Argentina 2018, contribuyendo principalmente a la definición de las prioridades (particularmente el futuro del trabajo y el futuro alimentario sostenible, mientras que la infraestructura para el desarrollo fue propuesta por Hacienda) y de una agenda orientada al desarrollo y centrada en la gente; la coordinación del equipo de trabajo gubernamental que incluía a funcionarios de varios ministerios más Hacienda y Banco Central; la planificación del cronograma de reuniones y la cumbre; la negociación con los otros sherpas, cumpliendo la instrucción del ex ministro Bullrich y del presidente Macri, para la primera reunión de los ministros de Educación en la historia de G20, y proponiendo que fuera conjunta con los de Trabajo; la contribución a la creación del primer fondo para mujeres emprendedoras de países emergentes We-Fi (hospedado en el Banco Mundial); la transversalidad de la agenda de género; y la propuesta de candidatos para liderar W20 y B20 y países a invitar, entre ellos, Chile y Holanda.
Dichos cimientos construyeron una base sólida para el gran trabajo realizado por Argentina en G20 en 2018, tanto a nivel gubernamental, en el canal de Finanzas, liderado por el Ministerio de Hacienda, como en el de sherpas, liderado por el embajador Pedro Villagra Delgado, como por las funciones críticas complementarias de las áreas de Seguridad y de Logística y Operaciones, y por todos los grupos de afinidad, T20, B20, W20, C20, L20, Y20, y S20, muy bien conducidos todos ellos. Los logros se obtuvieron no obstante enfrentar un escenario internacional complejo, con guerra comercial, debilitamiento del multilateralismo, rupturas respecto del cambio climático, y vientos de frente, y una situación interna de crisis cambiaria (sector externo), en un contexto de un freno abrupto en el influjo de capitales hacia los emergentes, lo que amenazaba espiralizar la inflación doméstica y que logró estabilizarse en el marco de un apoyo inédito del FMI. Esto ya es un resultado positivo de G20 para Argentina, no planificado.
Un gran resultado es el comunicado consensuado de los líderes de G20 cuando en 2018 ni G7 ni APEC lo lograron. Hay importantes avances en el comunicado respecto de las prioridades (puntos 6-11) y la agenda de G20, aunque el disenso sigue centrado en cambio climático –punto 21 en el que EE.UU. reitera su salida del Acuerdo de París–, y comercio internacional –punto 27, manifiesta que el sistema multilateral tiene espacio para mejora y que ello requiere una reforma de la Organización Mundial de Comercio.
Otro resultado relevante es la tregua comercial entre EE.UU. y China por 90 días, frenando la guerra comercial. Entretanto, EE.UU. tratará de lograr un acuerdo para reducir el déficit comercial con China y nivelar la cancha de juego. De no lograrse, las tensiones comerciales escalarán.
En síntesis, en mi opinión, el balance es positivo pero, para aprovechar plenamente la oportunidad de la presidencia argentina de G20, faltó que en el comunicado los líderes se comprometieran no solo a una reforma de la OMC, sino también a cumplir el compromiso del artículo 20 del Acuerdo de Agricultura, fundacional de la OMC en 1995, que obliga a una reforma continua en el comercio del sector agroalimentario, el cual continúa incumplido.
Esto es clave para el desarrollo sustentable y una mejor integración de Argentina y de nuestra región al mundo (así como para Africa), que nos permita escalar en el valor agregado de nuestras exportaciones en la competitiva cadena agroalimentaria y reducir así la volatilidad de un patrón de inserción en el mundo excesivamente concentrado en commodities. Sin menor volatilidad macroeconómica y mayor complejidad productiva de nuestras exportaciones no habrá reducción sostenida de la pobreza ni saldremos de la trampa de ingresos medios, ni tampoco podrán cumplirse los ODS 2030 de eliminar el hambre y la pobreza. Sin inclusión del sector agroalimentario en las reglas y disciplinas del comercio multilateral nos seguirá siendo difícil cerrar acuerdos comerciales balanceados con países y regiones que lo protegen y subsidian. Esto no por una anomalía del Mercosur sino por un incumplimiento de los compromisos asumidos en el sistema multilateral de comercio.
La esperanza es que este importante tema para el crecimiento sostenido y el desarrollo sustentable, junto con otros para nivelar la cancha de juego y mejorar la gobernanza global de comercio, sea incluido hacia adelante en la avenida ancha que significa la mejora del sistema multilateral y la reforma de la OMC. Mirando hacia Japón 2019, también, la esperanza es que su foco en infraestructura de calidad nos permita acordar políticas y programas para asegurar la sustentabilidad de la infraestructura, de modo de reducir riesgos, atraer inversión privada, contribuir a su resiliencia, proteger a la gente y la biodiversidad. Argentina aún será parte de la troika de G20 en 2019. No dejemos pasar esta oportunidad.