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La cárcel de la política y de todo lo demás

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Probablemente no se reflexione lo suficiente alrededor de las cuestiones de apertura y cierre para procesos sociales en ámbitos muy específicos de la sociedad. Más concretamente, la atención podría centrarse en pensar de qué manera sistemas sociales muy especializados tratan la diferencia entre sus propias y específicas expertas operaciones como algo diverso en relación a su entorno, es decir, con aquello que no son, con lo no incluido en su especialización, pero existente en el resto de la sociedad, y de qué forma deben generar esfuerzos para sostener esa disparidad incluso como un emprendimiento necesario para lograr su sobrevivencia.

Esta problemática de aperturas y cierres puede ser aplicada al análisis de la política si se permite reflexionar sobre ella también como un ámbito social diferenciado y especializado en el que ocurren allí procesos sociales que no tienen paralelo en su exterior. En el sistema político se debe ir a elecciones frente a toda la ciudadanía, se requiere constantemente prestar atención a la opinión pública para comprender cómo ésta valora sus respectivos momentos y se hace imposible no lidiar con la dinámica recurrente con los enemigos de la oposición (o del Gobierno). En este acumulado de problemáticas internas no solo queda en evidencia la especificidad implicada, sino que en paralelo a sus protagonistas se les va el tiempo para quienes desean participar allí para “cambiar el mundo”. El tiempo disponible para tratar los problemas de la gente, o sea del exterior a la política, es escaso. Obligados al cierre operativo para poder atender sus problemas, del resto se activarán intereses solo en caso de alarma.

La dependencia con estos mismos mecanismos y obligaciones internas muestran problemáticas de rigidez no menores y que pueden ser detectables en el espacio interno de la política. El sistema necesita efectuar un cierre, una no atención, respecto de otros asuntos sociales, aunque también existentes, para poder ser específico y no diluirse en su entorno genérico alrededor de lo que el resto de la sociedad ofrece. La única manera de lograrlo es produciendo una mayor especialización sobre sí mismo con consecuencias. Decide solo si no se enoja la opinión pública, promueve una gestión sobre temas solo si no tiene riesgo electoral y observa si su reciente acción podría ser capitalizada por alguno de sus rivales o por ellos mismos. Así, su cierre operativo genera una dependencia y rigidez de la cual no podrá expresarse de una manera más frágil.

No es esto algo exclusivo de la política. El derecho no puede tratar su lado interno más que con cierta rigidez en relación a su marco normativo ya que las leyes de las que dispone son esas y no otras. La economía solo puede funcionar a través de enlaces operativos en formas de pago en dinero, sin importar si es efectivo, bitcoin o billetera virtual; su único y exclusivo requerimiento es que sea dinero considerado válido. Incluso la ciencia solo puede publicar en una revista especializada si respeta los procedimientos considerados aceptados por sus pares en relación a la construcción de verdades, ya que es el método científico la única opción. Los cierres basados en la especialización llevan justamente a la rigidez y a la dependencia por sostener esos mismos límites.

De cualquier manera, se puede pensar también en cómo estos ámbitos especializados tratan la relación con lo que ellos no son, es decir con su entorno. Mientras las cuestiones internas deben basarse en operaciones de enorme dependencia autogeneradas, la atención proporcionada al mundo exterior ofrece mayores detalles y una necesaria y considerable apertura en formato de aprendizaje. Lo que ocurre fuera de ellos no se basa en operaciones propias, sino en ajenas, por lo que cualquier cosa sería portadora de una chance de ocurrencia. El impacto de un descubrimiento científico, los aumentos de precios en el mercado, la divulgación de un escándalo o una marcha por cambiar una ley, ofrecen ejemplos de irritaciones externas a los procesos propios de estos sistemas y sobre los cuales deberán estar atentos de una manera laxa y abierta. Para ellos su cierre operativo obliga al mismo tiempo a una apertura cognitiva para estar atento a todo lo que desde el exterior podría ser o no relevante. Concretamente la política, asiste a problemas de la ciudadanía solo cuando el escándalo ofrece algún nivel de riesgo para sus propias operaciones y no cuando ese riesgo se vincula a problemas de la gente.

Este tratamiento de apertura y atención a estímulos externos explica cierta sencillez en algunos accesos posibles a la misma política o a otros ámbitos sistémicos. Quien quiera contratar un servicio de internet solo deberá hacer un llamado para que al primer “ring” sea atendido a una velocidad mayor al ancho de banda que está a punto de contratar. El paso del exterior al interior, el camino del no cliente al de cliente se produce con enorme sencillez y la disponibilidad para el acceso, siempre y cuando se disponga de la capacidad de pago, es inmediata bajo la condición de interés para la empresa. Si Mario Markic tiene la capacidad potencial de ofrecer votos de inmediato, o Carolina Losada puede convertirse en su primer paso en la política directamente en senadora, es porque para ambos casos ofrecen una seducción desde el exterior para tratar cuestiones internas. Algo ocurre que la incorporación, el ingreso desde afuera, ofrece requerimientos de muy baja especificidad.

Con la música ocurre algo similar. Solo es necesario saber cómo bajarse alguna base, colocar el autoafinador y desde allí lograr construir una carrera musical basada en el desconocimiento absoluto de reglas armónicas y de tiempo que son compensadas con imágenes en redes sociales de personas que se proyectan sobre parámetros de la moda. Se puede ingresar a la música, igual que Losada o Markic a la política, o Florencia Peña o Iván Noble al análisis político, e incluso trasladarse desde el periodismo de espectáculos al político sin inconvenientes y ni requerimientos profesionales que deban ser validados. En los años 40 nadie podía tocar en una orquesta de tango sin saber leer música; hoy se puede criticar al neoliberalismo solo con la escucha de una charla Ted.

Esto de cualquier manera tiene un costo comparable al de hacerse cliente de una empresa de servicios. El ingreso es muy sencillo, pero su salida y procesos internos son casi imposibles de ser delimitados. La política, la música o el periodismo aparentemente político ofrecen una bienvenida en cuyo futuro solo será encontrado por las limitaciones que el cierre operativo que ya hemos mencionado volverá a surgir. Usted puede ser candidato, igual que ser recibido con alegría en su nuevo puesto de trabajo, para que el poco tiempo detectar que las limitaciones de ese mismo sistema, se harán presentes y usted ya no podrá ser el mismo que antes de ingresar.

El resultado algo problemático es un alto nivel de especialización operativa, pero con una calidad de rendimiento de producto muy baja debido al sostenimiento dificultoso de personas incorporadas con sencillez y solo por su popularidad, pero con niveles de conocimientos escasos de las funciones para las que fueron expuestos, con la única condición de representar lo que supuestamente sería una novedad rutilante para una nueva oferta política que en realidad termina confirmando lo anterior.

Todos allí adentro podrán recordar las oportunidades infinitas que se imaginaban al inicio, que al  igual que una publicidad mágica del servicio de banda ancha, convertirán una expectativa de velocidad en un 0800 de quejas, del que casi nunca atenderán su llamado. Es fácil ingresar a la política, lo que es casi imposible es salir.

*Sociólogo.