La política en Argentina tiene cara de mujer, aunque el poder lo sigan concentrando y detentando mayoritariamente los varones. Son los resabios y tironeos de una cultura patriarcal que resiste desde su fundamentalismo y se renueva en sus formas. O los fotogramas de una sociedad que intuye que el verdadero cambio radica en ser capaces de aceptarnos como distintos y respetarnos como iguales. Las multitudinarias marchas de Ni Una Menos lograron agitar, interpelar y visibilizar públicamente un tema que el “decoro” y la naturalización parecían destinar al ámbito privado. Sus consignas claras lograron interpretar un tiempo en el que la violencia de género es el exponente más cruento de un sistema patriarcal, desigual, injusto.
Hubo en el pasado un interregno en el que muchas mujeres ningunearon grandes batallas libradas por sus predecesoras y para quienes el feminismo sonaba a viejo y gastado. Hoy existe un embanderamiento masivo de jóvenes no dispuestas a aceptar el orden establecido.
La política, aún tímidamente, ha debido dar cuenta del fenómeno, aunque mayoritariamente las mujeres siguen siendo marginadas de la esfera de decisión pública por múltiples factores. Los avances en las últimas dos décadas han sido significativos pero insuficientes. En 2016, las parlamentarias representaban mundialmente sólo 22,8%. A principios de año, existían diez jefas de Estado y nueve jefas de Gobierno. Como hecho curioso, Ruanda, con el 64%, y Bolivia, con el 54%, son los países top en paridad de género.
Si actualmente los partidos tradicionales son “víctimas” y “gestores” de la crisis de representatividad que golpea a las democracias, las expresiones políticas surgidas de las cenizas son las dirigidas a jóvenes que deben proyectarse en un mundo incierto y a las mujeres, como protagonistas necesarias de estos cambios. El inglés Corbyn o el estadounidense Sanders son líderes que desde la experiencia se calzan las zapatillas deshilachadas de un tiempo que le cuesta encontrarse a sí mismo. La fuerza de Macron, nuevo presidente de Francia, conformó su lista con candidatos surgidos de la sociedad civil: casi la mitad son mujeres, muchos jóvenes y gran diversidad étnica.
En Argentina, el cierre de listas refleja los cambios. Unidad Ciudadana, el frente electoral conformado por Cristina Fernández, cuenta con un 47,6% de mujeres, la de 1 País, de Sergio Massa, con un 40%, el Frente de Izquierda con 37,3%, Cambiemos con 37,1% y Cumplir, encabezado por Florencio Randazzo, con un 28,6%. La trepada en los números de participación se debe en parte a la ley de paridad de género bonaerense, además de la Ley de Cupo a nivel nacional, que establece un mínimo del 30%.
La arena política muestra, sin embargo, una densidad de género que sobrepasa por mucho las cifras. Este universo “femenino”, que engloba referentes tan disímiles como la ex presidenta y hoy principal figura opositora, una gobernadora bonaerense que aventaja y apuntala la imagen del propio Macri, dos “fiscales” de la Nación tratando de direccionar la Justicia aconsejando o regañando jueces, y hasta una vicepresidenta en ejercicio, harían pensar que la igualdad de género es una cuestión de tiempo.
Es una especie de Juego de la Oca, de avances y retrocesos, en el que las mujeres empoderadas están dispuestas a hacer realidad una igualdad plasmada en leyes y frecuentemente no reconocida en los hechos. El gobierno de Macri carece de una visión de género. Tiene sólo dos ministras en un gabinete de 23 y escasamente el 22% ejerce los altos cargos del Ejecutivo. Sin embargo, Cambiemos depende de ellas. Pero las reconoce en términos individuales, lejos del colectivo social con demandas propias y respuestas imprescindibles. La paradoja es que, en el distrito bonaerense, la política con imagen positiva más alta, según las encuestas, apenas tiene una única mujer en su gabinete.
La agenda de campaña muestra que el tema de la igualdad es materia pendiente. Las mujeres han ganado la calle y nada parece frenarlas. Como decía la activista y primera dama de Estados Unidos Eleanor Roosevelt, tratando de romper los estereotipos: “Las mujeres con buen comportamiento rara vez hacen historia”. De eso se trata, de hacer y cambiar la historia.
*/**Expertos en medios, contenidos y comunicación. *Politóloga. **Sociólogo.