En la década del 90, la discusión política giró en torno a los “outsiders”. El triunfo de Bucaram en Ecuador, Palenque en La Paz, Fujimori y Belmont en Lima, Collor de Melo en Brasil, Antanas Mockus en Bogotá, Menem, Palito Ortega, Scioli y Reutemann en Argentina, y de otros candidatos que venían de fuera del sistema llevó a que algunos nos preguntáramos si no ocurría que los que estaban “out” no eran los políticos tradicionales. Las elecciones mexicanas del año 2003 nos permitieron esbozar algunas hipótesis acerca de la política latinoamericana que expusimos en nuestro libro Sexualidad, mujer y política: los nuevos electores latinoamericanos, publicado por el Fondo de Cultura Económica de México en 2005. El centro de esas hipótesis era que la crisis de la política tradicional no es superficial, sino que tiene que ver con fenómenos de fondo que viven nuestras sociedades como fruto del avance tecnológico, la feminización de la cultura occidental y la aparición de nuevos valores que cambiaron el mundo.
En diciembre de 2004 viajamos a Argentina, conocimos a Mauricio Macri y a varios dirigentes del PRO. Tenían la desventaja de contar con poca experiencia política y la ventaja de hacer una política distinta,con una mente abierta. Thomas Kuhn dice que las revoluciones científicas se producen cuando quienes se encuentran fuera del paradigma dominante lo interpelan y son capaces de producir ideas distintas. Tuvimos la impresión de que Macri y su gente estaban fuera de los usos de la política tradicional, podían pensar creativamente, cuestionar prejuicios teóricos y aprender de la realidad. En América Latina no hemos conocido otro partido que investigue tanto, que dedique tanto tiempo a planificar y que tenga una mesa de análisis estratégico para analizar el mediano y largo plazo de sus acciones. Solamente con esa actitud sofisticada intelectualmente pudieron suplantar los ritos de los viejos partidos, con el salto del bache y los aburridos folletos que se reparten en la calle con globitos. Sus adversarios no tuvieron la capacidad de percibir que pasaba algo importante detrás de la supuesta banalidad, a pesar del reiterado éxito del PRO que contaba con Macri, un líder fuera de lo común, con buenos candidatos y una metodología profesional que nunca dejó de ganar.
En la campaña para las elecciones legislativas porteñas de 2005, Mauricio empezó tercero, lejos de Lilita Carrió y Rafael Bielsa, que le sacaban ventaja en todas las encuestas, y finalmente terminó primero, con una ventaja de 10 puntos sobre Carrió. En 2007 muchos decían que era imposible que Mauricio ganara la segunda vuelta en la ciudad y que debía ser candidato testimonial a presidente del peronismo disidente, para perder frente a Cristina Fernández.
Acertadamente, Macri compitió por la Jefatura de Gobierno. En el año 2009, apoyó a Francisco de Narváez, que se enfrentó en la provincia de Buenos Aires con una lista del Frente para la Victoria, encabezada por Néstor Kirchner e integrada por Daniel Scioli, Sergio Massa y otros dirigentes importantes. De Narváez, un éxito inesperado, el primero y último de su vida cuando le ganó a Kirchner. También fue la única campaña en la que contó con una metodología profesional. En 2011, la muerte de Néstor Kirchner conmovió al país, Cristina Fernández se convirtió en una viuda imbatible y Macri decidió bajar su candidatura presidencial, en contra de la opinión de todo el círculo rojo que le exigía que afrontara una pérdida honrosa. Macri decidió ir a la reelección como jefe de Gobierno. Sin ese acierto, no habría culminado su obra en la ciudad y ahora estaría jubilado de la política.
En el año 2015, el PRO había evolucionado. Se unieron muchos jóvenes profesionales preparados, que bajo la conducción de Marcos Peña se convirtieron en el corazón de la campaña. La mesa estratégica siguió aportando de manera decisiva para que la campaña tuviera un cauce racional. Horacio Rodríguez Larreta, con su propio estilo de liderazgo, empleó las armas modernas a las que está habituado el PRO y ganó las elecciones para jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Macri tuvo un gran acierto cuando designó a María Eugenia Vidal como candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Vidal armó una campaña moderna, con reflexión estratégica y dio una enorme sorpresa.
Mauricio Macri se impuso en las elecciones presidenciales y terminó con doce años de kirchnerismo que muchos creían eterno. Los triunfos en todas las elecciones de este año fueron ante todo mérito de los candidatos, pero también de la estrategia y de un numeroso equipo que trabaja con herramientas modernas. Termina una década ganada para el desarrollo de la política argentina y se abre una ilusión.
*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.