Estoy en mi oficina, muy concentrado escribiendo mi columna política para PERFIL, cuando entra Moira, mi secretaria, con los auriculares puestos, hablando casi a los gritos y mascando chicle ostensiblemente.
—¡Acá te traje la información que me pediste sobre Anna Frank! –dice Moira–. Es todo lo que hay en Wikipedia. Pero como vos sos periodista, supuse que con esto te alcanzaba.
—En primer lugar, te pido que golpees la puerta antes de entrar –le digo–. En segundo lugar, te pido que te saques los auriculares. Y en tercer lugar…
—¿Qué? ¡No te entiendo! –dice Moira sacándose los auriculares.
—Te pedí algo más sobre Anna Frank, si podías tener alguna información sobre el Museo y…
—Está todo en Wikipedia, ¿para qué querés más? ¿Por qué es que querés esa información? ¿Por la visita de Bullrich?
—Sí, claro, estoy escribiendo mi columna y…
—Tranquilo, ponelo así: Anna Frank fue víctima de la grieta que sufrió Alemania en los años 30 del siglo XX.
—Pero Anna Frank era holandesa y Macri y Bullrich fueron a Holanda…
—Claro, es que la grieta en Alemania fue tan grande que llegó a Holanda, a Polonia, a Austria, a Francia… ¡A un montón de países!
—¿O sea que Hitler fue…?
—¡El hombre que dividió a los alemanes! –dice Moira–. Por eso fue tan malo. ¿No viste que Macri y Bullrich también lo criticaron por eso? Igual no creo que el Presidente y el ministro vuelvan a Holanda.
—¿Por qué no? –pregunto sin entender.
—Porque acá ya se aprobó el uso de cannabis medicinal –responde Moira–. ¿Y uno a qué va a Holanda? ¡A fumar porro! Y si sos funcionario, vas también a visitar a la reina Máxima, por supuesto.
—Moira, me dijiste que querías estudiar periodismo, así que te pedí que me des una mano buscando alguna información para mi columna. Pero, la verdad, no me estás ayudando mucho.
En ese momento entra Carla, mi asesora de imagen, mirando su celular, seguramente enviando algún mensaje por WhatsApp o algo así.
—¡Pará todo! –dice sin siquiera saludar y sin dejar de mirar la pantalla de su celular–. ¿Estás escribiendo tu columna?
—Sí, y yo lo estoy ayudando –dice Moira.
—Me parece muy bien, porque a éste no se lo puede dejar solo.
—Le estaba dando información sobre Anna Frank –dice Moira.
—¡Cosas que sacaste de Wikipedia! –me quejo–. Eso lo podía buscar yo en un segundo, pero...
—¡Silencio! –grita Carla–. Seguro que te estás olvidando de la noticia más importante de todas.
—Ya hablé de todas las propuestas que les hizo María Eugenia Vidal a los docentes –digo–. Que fueron un montón pero básicamente siempre la misma.
—Bueno, eso es tener voluntad de diálogo –agrega Moira–. Al menos se juntaron un rato para hablar de cosas importantes como dejar de dividir a los argent…
—¡Basta! –grita otra vez Carla–. Estoy hablando de algo importante de verdad.
—Ya hablé de Messi y de la sanción injusta que recibió –digo.
—¿Por qué injusta? –pregunta Moira.
—¡Porque es injusta! ¡No podés darle cuatro fechas y dejarlo casi afuera de las eliminatorias!
—Hay que reconocer que esto con Don Julio no pasaba –se enoja Carla–. ¡Que vuelva Grondona!
—Está difícil –agrego–. Habría que revivirlo, es complicado.
—Lo que no entiendo es por qué nos llenamos la boca hablando de honestidad, cuando lo que en realidad queremos es tener un gángster, pero que afane para nosotros.
—Y, sí, extrañamos a Grondona –admito–. Voy a sumar eso a mi columna.
—¡Basta! –vuelve a gritar Carla–. ¿En serio no pusiste nada de lo importante de verdad?
—¿Las elecciones? ¿La vuelta de las cuotas? ¿La posible candidatura de Cristina? ¿La posible candidatura de Carrió? ¿Qué va a hacer Massa frente a la polarización?
—¡La concha del mono! –grita Moira.
—¡Claro! –me alegro–. ¡Me faltaban los gritos de Cristina! Gracias por hacerme acordar de eso, Moira.
—No, yo dije “la concha del mono” porque se me rompió un zapato y se me hizo una ampolla horrible en el pie.
—Como sea, éste es un tema y no lo tenía en mi lista.
—El tema me parece que es un poco más importante que la puteada en sí –agrega Moira–. Acá lo que importa es la utilización política del material de los servicios de inteligencia. Los carpetazos que vuelan por todos lados. Y en qué se convierte la política con esto.
—Es verdad –admito–. Aunque es raro que hablemos de “la concha del mono”, cuando el mono no tiene concha.
—Pero vos fijate que con los apodos y los animales también hay una gran confusión –sigue Moira–. Están La Mona Jiménez, La Chancha Rinaldi, la Gata Fernández, la Hiena Barrios…
—Bueno, pero hiena está bien, porque no existe el hieno.
Seguimos hablando con Moira sobre apodos de animales y noto que Carla está desencajada, juntando furia y sin dar crédito a lo que está escuchando.
—…está bien, pero lo de “la concha del mono” es cualquiera. Porque el mono no tiene concha, el mono tiene pi…
—¡¡¡Basta!!!! –grita Carla y me da la sensación de que todo el barrio se quedó en silencio–. ¿Se pueden dejar de hablar estupideces? ¡Les estoy diciendo que hay un tema realmente importante y vos ni siquiera sabés cuál es! ¡Y es gravísimo!
—¿Qué tema? –pregunto casi en un hilo de voz.
—¡La policía de Lanús reprimió en un comedor infantil! –sigue gritando Carla–. ¡Entraron y golpearon a varios pibes y a varios de los adultos responsables! ¡Tiraron gas pimienta!
—¿Gas pimienta en un comedor? –pregunta Moira–. Suena coherente. Salvo que sirvieran panchos, porque en ese caso lo mejor es gas mostaza.
—¿Y de la intendencia qué dijeron?
—El secretario de Seguridad, Diego Kravetz, dijo que tiraron gas pimienta y no gas lacrimógeno porque el gas pimienta se va con el agua. —¡Ah!, qué buena onda –dice Moira. —Sí, represión humanitaria –agrega Carla.
—Igual creo que el Gobierno debería tomar medidas urgentes para dar vuelta esta situación –opino.
—¿Te referís a un nuevo timbreo? –pregunta Moira–. Porque está demostrado que ir al programa de la camarada Mirtha Legrand no es bueno.
—No, Macri no puede exponerse otra vez en Almorzando con aguante –dice Carla–. Esta vez hace falta algo mucho más contundente. Hace falta lo de siempre.
—¿Lo de siempre? –pregunto sin entender– ¿Y eso qué sería?
—¡Más kirchnerismo! –se enoja Carla–. Que salgan a hablar Cristina, D’Elía, Esteche, Hebe, Moreno, Milani… ¡Todos y todas!
—¿Sabés que tenés razón? –opino.
—¿Cómo? –pregunta Carla.
—¡Que tenés razón!
—¿Qué tengo razón qué?
Suspiro resignado un momento hasta que finalmente digo:
—¡Que tenés razón, la concha del mono!
—Ahora sí me gusta más –concluye Carla.