COLUMNISTAS
GOBIERNO Y PRENSA

La ley mordaza

Cuenta la leyenda gorila que Juan Domingo Perón solía pasar los sábados a la tarde acompañado por las adolescentes de la UES. Néstor Kirchner, en cambio, prefiere compañías más maduras para sus ocios sabatinos.

|

Cuenta la leyenda gorila que Juan Domingo Perón solía pasar los sábados a la tarde acompañado por las adolescentes de la UES. Néstor Kirchner, en cambio, prefiere compañías más maduras para sus ocios sabatinos y así fue como hace una semana concurrió a la asamblea de fin de año de Carta Abierta, el grupo de intelectuales que se reúne en la Biblioteca Nacional y suele desplegar ante los actos, la palabra o la mera presencia de su líder un entusiasmo que recuerda al de aquellas estudiantes secundarias.

Esta vez, para beneplácito de la concurrencia, Kirchner anunció que en 2009, la gran iniciativa del gobierno de su mujer será la sanción de la nueva ley de radiodifusión. Mientras la crisis económica golpea al país e incluso el ala más progresista del oficialismo reclama una mayor atención a los problemas sociales y una preocupación por el desamparo en el que la política actual sumerge a los más necesitados, Kirchner no deja de pensar en el enemigo al que vuelve una y otra vez en sus discursos: la prensa. Lo acompañan funcionarios, militantes y bloggers oficialistas que atribuyen cada choque del Gobierno contra la realidad a los intereses de las empresas y a la venalidad de los periodistas.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

La leyenda gorila recuerda también la expropiación del diario La Prensa y la transformación de los medios de comunicación en meros instrumentos de la propaganda oficial. Por otra parte, no se conocen del todo los alcances de un proyecto que tantas veces ha amagado concretarse y que hasta hoy, parece más un arma de presión que una amenaza real. Por las dudas, sin embargo, me gustaría terminar el año 2008 haciendo una nueva profesión de fe opositora. Tal vez eso se haga más difícil en 2009 y es bueno recordar –mediante su ejercicio– que la libertad de prensa protege no sólo las apariencias de neutralidad sino también las opiniones más enfáticas. Y, especialmente, las que se enfrentan o incluso desprecian al poder de turno. En cambio, los continuos reclamos de una prensa objetiva por parte de Néstor y Cristina Kirchner apenas disimulan un deseo de silencio y acatamiento.


*Periodista y escritor.