Cristina insiste. Cristina resiste. Cristina se autopropulsa, salta, baila, cae en cualquier casillero de la rayuela y prosigue campante el guión soplado por su monárquica adrenalina. Volada de sí, cruza el espejo y esconde el ayer bajo la alfombra. Mientras el plañidero Julio Bárbaro se desgañita recitando que el primer peronismo es el único verdadero, ella se desentiende de la mitad de la realidad y ensordece a la otra con el pícaro cuento de la Buena Pipa.
Porque hablar, habla. Y sorprende. Hombre que ama la radio, la admiro por ser la locutora que más audiencia concita. Sea en la “artística” de la política o venteando “avisos” es impecable y vendedora. Tanto, que mantiene en el mercado productos tan improductivos como la mayoría de sus ministros.
Seguí hace una semana su campaña de venta rápida y masiva. Con aire rockero hizo una oferta límite y le dio vuelta la cabeza a su clientela. Le compraron todo. Muchos se fueron creyendo que la Primera Junta la formaron De Vido, Saavedra, Milani, Castelli, Moreno, Kicillof, Larrea, Tomada. Les vendió que la corpo de Billiken había infestado la infancia escolar y mucho se fueron creyendo que el 25 de mayo de 1810 Néstor y Ella estaban en el Cabildo y el Virrey Macri y su Virreina en el Fuerte. ¡Es que es una locutora con mucho gancho que te da vuelta lo que quiere! De haber dicho que no French y Berutti sino Jozami y Barone fueron quienes repartieron las cintitas, hoy Pigna les estaría dedicando un libro. Pues así, de este fantasioso modo de analizar lo que venga, 1810, 2003, 2011 y 2015 se fundieron en un solo tiempo que, según proclamó, no tendrá término. Tal el mensaje latente (y ocurrente) de la homilía que la Locutora ofició para sus todos y sus todas en tan mercantil jornada de campaña.
Con gran caramelo como regalo preelectoral: un formidable centro cultural. Un edificio neoclásico francés construido por los conservadores de 1940. Palacio que los gorilas de entonces alzaron para cartas y telegramas y desde ahora lo será para artes varias y sede egipcia del álbum dinástico de los K.
La locutora oficial asumió el gran evento como concierto público con miras al octubre tan temido por todos. Impedida de sucederse a sí misma y sin confianza en tan lánguidos delfines optó por revitalizar su “vamos por todo” la única ideología que la mueve. Para ello vibró, militó, publicitó y convirtió los actos en un carnaval romano con fuegos de artificio. Nunca sabremos (tan buena actriz es también) si audible sólo para ella en algún instante pulsaron en su memoria inoportunos sones del “Addio del passato” de “La Extraviada” de Verdi. Si sucedió, lo disimuló. Locutora profesional, se ajustó al libreto y no tembló su voz.
Tampoco cuando debió eludir los meteoritos de su balance presidencial. Vigente para ella su otrora 54 por ciento se empeñó en instalar una primicia típica de traviata. Sostenida por la buena coloratura de su voz la dedicó a profundizar la confusión reinante, borronear el pasado y abrir todavía más la brecha que amenaza partir en dos nuestras costumbres.
(“Así no se va a ninguna parte” decía mi abuela cuando sospechaba lo irreparable. “Y si ésta es mi Presidenta, ¿mi República dónde está?”, plañí yo, recordándolo).
Fantasía tuve, confieso, de arrimarme hasta Olivos y solicitar como gracia en día patrio, me aclarara intríngulis que me dejaron en babia. No más que éstos. ¿No le pareció a usted que los actos fueron más teatrales que reales? ¿Influyó usted en el armado de un acto tan “producido” que me pareció a mí que era una ópera política? ¿Su presidencia restante se abocará solo a la campaña electoral? ¿De verdad considera usted que el matrimonial ciclo K es “el más virtuoso de nuestra historia”, como ha dicho? ¿Más que el período 1810/1816? ¿Más todavía que el de 1946 a 1952, de Evita y de Perón? ¿Reparó usted que muchos avances de su gestión se han opacado cada vez más por una realidad en desgaste que muestra como más sensible producción nacional el crecimiento de la droga, la inseguridad, la corrupción, la economía “negra”, las zonas con alto dolor social, una anomia que…
Los granaderos, corteses, me dijeron: “Abuelo, váyase que en cualquier momento puede venir el Moreno (de hoy) y Fernández (el de siempre)”. Y me pegué la media vuelta.
Así es la historia. Mayo se fue. Junio ha venido y nadie sabe como ha sido. Sobre todo la sonámbula oposición. Que despierta pronto y se une para acordar no una alianza como otrora sino un armónico frente republicano como Dios manda o será barrida por un sismo. Aunque nunca se sabe. Dios no juega a los dados pero la Argentina sí. De no encontrar los opositores un ideal común habrán construido mediante el absurdo la más efectiva de las estrategias para vencer. Nada menos que dejar como herencia al poder reinante el quilombo padre que éste diseñó como alternativa B para hacer inviable un futuro gobierno que pudiera sucederlos.
¡Chi lo sa!
Cuando a las 5 en punto de la tarde abren el ruedo para que ingresen los 3 toreros de la lidia y los 9 mozos de espadas, dicta la cábala que el veterano mire los rostros aceitunados de miedo de todos y exclame:
¡Y que Dios reparta cojones!
Yo, que desprecio la tauromaquia, espero que aquí, en octubre, sólo reparta votos.
(*) Especial para Perfil.com