COLUMNISTAS
Acerca de ciertas Ganancias

La moral del fútbol

Todo está en las manos del Cholo Simeone.

|

Todo está en las manos del Cholo Simeone. Cuando la gente conoce las obscenas ganancias de los grupos inversores que conquistaron el corazón –por así decirlo– de los dirigentes de River, se inquieta. Al menos hasta el primer gol y la primera victoria del torneo. Si Belluschi deja el club cuando parecería que más se lo necesita, para que River se haga de un dinero que a la larga será mucho menos que el del Locarno, o como se llame esa gente con la que se ha enredado el prestigio millonario, el pase a Grecia se perderá en el olvido de una apilada de Ortega que termine con un tiro al ángulo de Abreu o de Falcao.
A eso apuestan Aguilar y el coro de voces que da siempre la misma nota. A que el Cholo, Ortega, Rosales y los muy buenos jugadores que aún le quedan lo salven del incendio de los pasillos –cuando se termina el domingo y vienen a protestar porque el equipo no responde– con la intrepidez de los bomberos que suben por las escaleras para salvar a alguien que quedó atrapado.
El grupo con el que se reúnen en Londres, y que parece haberse mudado al Canadá porque la fruta de Suiza se ha secado, sabe ya la cotización provisoria del rosarino: más de diez millones de dólares. Ahí nomás tiene cuatro de ganancias, pero tienen paciencia estos inversores que consiguieron los más encumbrados dirigentes de Núñez, con el aplauso de los que se sientan a la misma mesa. Con algo de suerte, puesto en el mercado europeo, Belluschi puede duplicar la ganancia. Con los cinco que dejó Higuaín al cabo de dos meses, y los tres juveniles que consiguieron en aquella operación, incluido Augusto Fernández, nada menos, la diferencia final puede ser de 20 millones, o más. Y todo por prestar una plata que no llegaron a poner, que les devolvían en el primer pase, y a partir de esa cifra partían la diferencia con River. Pero ojo, que hay un córner para River en el último minuto de un domingo complicado y va Tuzzio y la mete de cabeza. Entonces Aguilar y los inversores se abrazarán y el público olvidará lo que hay que olvidar, lo cual sólo se consigue ganando, y para eso llegó el Cholo.
Si River hubiera pedido esos cinco millones a un banco al 10 por ciento anual, habría pagado 50 mil pesos por mes de intereses. Lo vendió a los dos meses, menos. Quizás alguien se ponga a sacar cuentas, pero veamos antes ese tiro libre que va a patear el Burrito. Si se mete en el ángulo, importa menos que si se pagasen cinco millones de dólares en lugar de 100 mil.
En los palcos, algo escondidos aún de la gente, retirados del vidrio de la ventana, los dirigentes esperan muchos tiros libres generados por la presión del Cholo. Desde febrero hay que tirar el equipo encima de los rivales, tapar las salidas, obligar a las faltas, los córners, aprovecharlo todo.
La moral del fútbol es así: habrá fastidio por las ganancias tan hidalgas de los generosos inversores, si el Cholo falla, o si Ischia anda mejor, o si Cabrero repite. La amnesia, en cambio, premiará los triunfos, la vuelta olímpica traerá sobreseimientos y prescripciones.
Lo único que no parece depender del Cholo son esos comentarios de ciertos jueces de la Justicia ordinaria empeñados en ver a los dirigentes como cómplices de los barras que se matan por el dinero que, según las denuncias de los propios involucrados, parecería salir de dirigentes que necesitan que prosperen los negocios que emprenden.
De cualquier manera, todo parece estar en conocimiento del público. No hay nada nuevo para decir sobre las ventas de los jugadores porque el asombro ante tanto coraje ya cedió. Poco puede descubrirse en los expedientes de las causas de los barras que no sea lo que se ha pensado siempre. Sin embargo, y ésa es la eterna franquicia, si Aguilar acertó con el Cholo, lo que se discuta en los juzgados será minimizado y las operaciones con el Locarno terminarán por ser las más transparentes de la historia como, no sin un dejo de sarcasmo, ha señalado algún dirigente.
A cuatro torneos por año, cuesta pensar que River no se alce con algún título. De a poco, el Cholo conseguirá que ciertos patrones puedan sentarse más adelante, saludar al público ubicado frente a sus palcos, declarar ante las cámaras cómplices que éste es el premio a un trabajo bien pensado y, ofendidos, referirse a cierto periodismo con engoladas ironías.
La tarea que inicia Simeone se derramará sobre el futuro de los dirigentes de River. En él está la esperanza de que no sea lava incandescente.