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falsedades

La puteada

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Sucedió hace unos días y duró solo unas horas. Pero el asunto de por sí resulta tan ilustrativo de un estado general de cosas, que tal vez convenga detenerse a examinarlo. La cosa empezó una mañana. Alguien, no importa quién, publicó una denuncia en Twitter según la cual en un restaurante de Olivos, no importa cuál, se le había impedido el ingreso al ex presidente Macri. Cayó ese cacho de carne en las aguas pestilentes de la red y al instante acudieron a tarascar las pirañas más feroces y enceguecidas. Arreciaron durante horas los clamores de venganza (creen que claman Justicia, pero están clamando venganza, que vendría a ser lo contrario), agravios a los mozos de esa sucursal y de todas las otras por secos y por ariscos, denuncias de los habitués (sin que se entendiera por qué eran habitués) contra gnocchis (sic) y sorrentinos. El sórdido placer de la horda destructiva se hizo incontrolable.

Hacia la tarde, bastante después, se interpuso una aclaración: nadie le había impedido la entrada a Macri en un restaurante de Olivos; es más: Macri ni siquiera había concurrido a esa sucursal; es más: no existe una sucursal de ese restaurante en Olivos. ¿Todo mentira, entonces? Sí, pero ¿qué importa? El daño ya estaba hecho. Y la pasión de los violentos es el daño, no la verdad. Las pirañas se retiraron a la espera de la siguiente ocasión.

Ese mismo mecanismo se activa en otras esferas: las discusiones políticas, ideológicas, literarias, futbolísticas (en el fútbol es menos eficaz porque ahí están los barras bravas, que actúan exactamente así, pero no en los telefonitos). Alguien suelta una falsedad por el gusto de soltarla y la patota cae a castigar a mansalva a una víctima a la que prefieren inerte (si acaso responde, se ponen más loquitos).

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