COLUMNISTAS
figura desvalorizada

La sumisión de Alberto

En una de las frases de más impacto de una entrevista reciente, el Presidente admitió que es sumiso, pero no tanto.

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Onda expansiva, Patio Bullrich. | Pablo Temes

No soy tan sumiso y ella no pega cuatro gritos”, fue una de las frases de más impacto que dejó la desangelada entrevista que le dio Alberto Fernández al youtuber Pedro Rosemblat. Parece increíble que el Presidente no aprecie el significado de sus palabras ni de lo que representan. A buen entendedor, pocas palabras: AF no dijo que no es sumiso sino que no lo es tanto. El reconocimiento de esta sumisión a Cristina Fernández de Kirchner es un paso más en la permanente actitud de desvalorización de su figura. Hay un componente psicológico de subordinación a la vicepresidenta que sorprende a muchos de los que componen el entorno cercano del jefe de Estado, cuya gestión es blanco de críticas sonoras dentro del oficialismo.

Algunas de esas críticas se despliegan con bastante crudeza en la mesa de los lunes, encuentro que cada quince días reúne en La Plata a Axel Kicillof, Sergio Massa, Máximo Kirchner con otros dirigentes del oficialismo que pasan, entre otros, por el ministro de Vivienda, Jorge Ferraresi, el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, el ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, y el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde.

Allí se evalúa la gestión de gobierno y se delinean la táctica y la estrategia con vistas a las elecciones de noviembre. En la apreciación que se hace del funcionamiento del Gobierno los reproches abundan y los elogios escasean.

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De lo que allí se conversa, surgen dos preocupaciones esenciales: la inflación y la falta de vacunas. La vacunación será uno de los instrumentos que el Gobierno utilizará en la campaña electoral. El gobernador te cuida, es una de las frases que se les escucha decir a distintos funcionarios bonaerenses cuando se acercan a los centros de vacunación con afán proselitista.

En el contexto de escasez de vacunas sobre el pico de la segunda ola, la ausencia de los productos de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson continúa atormentando al Gobierno. Padecimiento alimentado por su propia falta de transparencia y claridad. El jueves por la noche, en el reportaje  que le concedió a Rosemblat, el Presidente sintió la necesidad de hablar de la fallida negociación con Pfizer. Es evidente que AF sabe que las explicaciones dadas hasta el momento no convencen y eligió un interlocutor pasivo para instalar su versión sin sufrir sobresaltos: “Las condiciones iniciales me ponían en una situación violenta de exigencias y comprometía al país en cosas que era muy difícil de comprometer”, dijo una vez más sin brindar especificaciones. ¿Cuáles son esas exigencias que a nuestros vecinos no les impidieron acceder a la vacuna? El misterio encuentra sustento en la vaguedad de los argumentos del propio presidente.

La vuelta a fase 1

Harto de todo esto, el ex ministro de Salud Ginés González García salió a hablar. “Les ofrecimos algo hasta indigno, una firma de responsabilidad individual, de cada uno de los vacunados, diciendo que no iban a hacer ningún reclamo. Y siempre nos dijeron que no”, dijo en el reportaje por radio Rivadavia el viernes, agregando que “Pfizer consideraba que con la ley vigente no estaba protegido. Se hizo una ley especial, se le agregaron algunas cuestiones, y esto lo tengo por nota, contestado por Pfizer”.

A la luz de esta declaración, resulta inentendible la decisión de la ministra de Salud, Carla Vizzotti, de no responder a pedidos de acceso a la información pública para aclarar todas las dudas sobre esta controvertida negociación. ¿Qué oculta?

Cuando Patricia Bullrich pateó el tablero denunciando el pedido de una supuesta coima por parte del Gobierno al laboratorio, la onda expansiva sacudió tanto al oficialismo como a la oposición. Mientras AF y González García se preparan para querellarla y ganar terreno político en la batalla judicial de alto voltaje que se avecina. Desde Juntos por el Cambio también se escuchan críticas hacia la ex ministra de Seguridad. “Patricia se equivocó. No puede demostrar lo que dijo. Es difícil salir a respaldarla. Estamos haciendo equilibrio en una línea muy delgada. Para peor, todos saben que la negociación no prosperó porque el Gobierno quería asegurarse una especie de filial local con transferencia de tecnología y un socio amigo que, en los papeles, era imposible de cumplir. Nunca tuvo la intención real de acordar con Pfizer. En eso estamos de acuerdo con Patricia pero lo dijo con demasiada vehemencia”, resaltó una voz autorizada de JXC. Halcones y palomas piensan lo mismo en este punto. Los últimos empiezan a creer que pudo haber una “intención electoralista” en semejante declaración y que se le dio al Gobierno la “oportunidad de victimizarse”.

Alineados con Venezuela. Luego de la salida del Grupo de Lima en marzo de este año, el Gobierno retiró su apoyo a la demanda que el bloque había presentado contra el régimen de Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional de La Haya por presuntos crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno chavista. Fuentes oficiales se preocuparon en aclarar lo que es obvio: “Que la decisión de Argentina no tiene consecuencias en las acciones judiciales que se vienen realizando”. Por supuesto, hay otros países que siguen adelante sosteniendo la investigación. “Hay una intención directa de desandar el camino recorrido por Macri en el tema Venezuela y que tiene a su máximo representante en Donald Trump”, deslizaron desde el Gobierno. El presidente argentino dijo el pasado martes que “el problema de los derechos humanos en Venezuela fue desapareciendo”. Curiosa declaración para explicar una decisión a todas luces equivocada. Quien esto escribe estuvo en Venezuela en dos ocasiones en 2019. La persecución política a quien critica al Gobierno, la falta de libertad, el miedo, la falta de justicia y la represión brutal son datos de una realidad que se palpa a cada paso y a cada momento. Son las violaciones a los Derechos Humanos cometidos por el régimen cívico-militar de Nicolás Maduro –una dictadura– lo que Alberto Fernández ha decidido apoyar y defender.