“Todo lo sólido se desvanece en el aire, lo sagrado se profana y el hombre, por fin, se ve forzado a enfrentar sus verdaderas condiciones de vida y sus relaciones con los demás hombres.”
Karl Marx y Friedrich Engels, El Manifiesto Comunista,1848.
“Estos últimos eclipses de Sol y de Luna no nos presagian nada bueno; aunque el conocimiento de la Naturaleza pueda explicárnoslo, ella misma, no obstante, se encuentra azotada por los efectos consiguientes: el amor se enfría, la amistad se disuelve, los hermanos se dividen.
En las ciudades, rebeliones; en los campos, discordias; en los palacios, la traición; y los lazos entre los hijos y los padres, rotos.”
Gloster, en El Rey Lear, de William Shakespeare, 1605.
Nadie puede caminar si no sabe, primero, dónde está parado. Veamos, entonces, desde qué lugar y en qué circunstancias llegamos a 2007: el Presidente ha llegado al máximo grado de acumulación de su poder: tejió alianzas con propios y extraños olvidando las viejas promesas de renovación de la clase política, e intenta ahora cumplir con otro de los mitos argentinos: el movimientismo.
La inclusión del gobernador Julio Cobos y la aparición de extrapartidarios forman parte de ese sentido.
—La economía crecerá al 7% previsto y podrá cumplirse con tranquilidad la agenda de pagos con los organismos de crédito y los bancos.
—No hay –y nada parece indicar que surja en lo inmediato– un líder de entidad nacional que pueda nuclear a la oposición y comprometer un nuevo período K.
El Gobierno enfrentará entonces, en 2007, dos grandes problemas:
—Sus propias contradicciones internas.
—La ruptura del doble discurso, en el que la realidad inexorablemente aparece.
La Física debería, alguna vez, dedicarse al estudio de las instituciones y los gobiernos. Ahora ocupa todo su tiempo con las investigaciones cuánticas (buscan las partículas elementales que constituyen la materia, o sea lo más pequeño de lo pequeño) y eso la ha alejado del ojo humano.
Hay, en la otra Física, la que estudia los grandes y pesados objetos, una ley que parece cumplirse siempre: cuanto más grande se vuelve un objeto, más débil se presenta.
Lo que la intuición percibe como garantía de estabilidad y potencia vive, por paradoja, en constante fragilidad. La historia contemporánea de la Argentina demuestra esta tesis: las reelecciones jamás funcionan.
Sucedió con Roca (aunque con un gobierno intermedio), Yrigoyen, Perón y Menem. Los gobiernos “fuertes” que buscan instalarse terminan devorados por sus contradicciones y se alejan cada vez más del público.
El poder consolidado es enorme, pero a la vez paquidérmico, lento y abúlico.
Debemos a México el haber asociado los dos conceptos más disímiles que explican esta situación: el PRI, Partido Revolucionario Institucional, algo tan contradictorio como la Inteligencia militar.
Mientras el Presidente retrasa todo lo posible el nombre de los candidatos, sordos ruidos oír se dejan: hay especulación electoral pero hay también la misma promesa a demasiadas personas y, lo que es peor, demasiadas promesas para pocos sillones.
El personalísimo estilo K le ha garantizado un gobierno estable pero también gris: Lavagna, el único que tuvo una pequeña luz propia, fue encandilado por K y tuvo que retirarse a tiempo.
Ministros que aún hoy deben pedirle permiso al Presidente para hablar por radio no pueden convertirse en grandes candidatos de la noche a la mañana.
Y mientras en algunas apuestas el problema es el exceso de silencio, en otras son los riesgos del discurso: el Gobierno pudo mantener callada a Cristina K durante toda su campaña como senadora provincial, pero ¿podría hacer lo mismo en una campaña a presidente?
No hay nada peor que alguien que cree que sabe, y el Gobierno asiste a las declaraciones espontáneas de Cristina con una mueca de espanto en la boca: ¿qué irá a decir ahora?
La peor pesadilla electoral es imaginarla en un debate; si bien es cierto que ha debatido en el Congreso, también lo es que, cuando lo hace, todos se quedan callados en posición de firmes.
El otro detalle menor es la vida: ¿cuánto puede durar la ficción del control de precios, tarifas subsidiadas, plata fácil para las corporaciones y dólar artificialmente alto?
¿Cuánto tiempo podrá ignorarse la crisis energética mientras algunos políticos les recomiendan a algunos periodistas que lo mejor es comprarse un grupo electrógeno?
¿Cuánto tiempo seguirá la mayoría de la prensa cambiando independencia por pauta oficial?
El Gobierno logrará la reelección personal o familiar en octubre. Hará promesas nuevas. ¿Alguien le pedirá que las cumpla?