COLUMNISTAS
Defensora de Género

Las propuestas de Beijing 25 años después

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50/50. Dificultades para que Diputados ratifique el protocolo anti violencia de género en lo laboral. | cedoc

Aclaremos que cuando nos referimos a Beijing hablamos de la Cuarta Conferencia Internacional de la Mujer que se realizó en 1995 en Beijing, China. Esta conferencia es un eslabón muy importante para el avance de la lucha de las mujeres, pues permitió reconocer derechos, promover la igualdad y eliminar las discriminaciones. Sus capítulos se estructuraron según el marco de la Convención de Eliminación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer –Cedaw, por sus siglas en inglés–. Su plan de acción –PoA– es muy amplio. Con los años fueron surgiendo nuevos aspectos que se trataron de incorporar en las revisiones que se realizaron cada cinco años; desde la tercera, en 2010, resultó más difícil progresar, y se observa que disminuye el apoyo de los países a los derechos humanos en general, y específicamente a los derechos de las mujeres. Esto se ha profundizado a lo largo de los años, y es una actitud que en forma paralela crece junto a la profundización de modelos de desarrollo cada vez más inequitativos, con una distribución de recursos que profundiza la brecha entre ricos y pobres y ha aumentado la pobreza y la desigualdad. El Covid-19 visibilizó estas desigualdades, y si no se adoptan cambios las profundizará. 

Desde hace años las organizaciones de mujeres y feministas venimos advirtiendo acerca de la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo. Este año en Naciones Unidas durante el Foro Político de Alto Nivel, donde se revisa la implementación de la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, el reclamo fue: “Las mujeres queremos cambio”. Y el cambio que queremos es un modelo de desarrollo centrado en el bienestar de las personas, con un sistema tributario que permita una distribución más equitativa de la riqueza y las cargas impositivas; que respete el cuidado del medio ambiente, que promueva el trabajo productivo con protección social, que disminuya la privatización de los servicios de salud y educación, especialmente la inicial, primaria y secundaria, y que promueva el uso de los recursos naturales sin favorecer modelos público/privados que expulsan a las poblaciones originarias de sus territorios, persiguiéndolas e incluso reprimiéndolas. 

Este 2020 se cumplen los 25 años de Beijing, nos preparábamos para celebrarlo, hasta que el Covid-19 impidió toda celebración y nos limitó a reuniones virtuales, en las que somos más observadoras que participantes. El Foro Político de Alto Nivel de julio nos dejó ese sabor: los gobiernos tuvieron la posibilidad de expresarse, pero la sociedad civil tuvo poca y muy reducida participación. Tuvimos que ver la mayoría de las sesiones por la TV de ONU, que no es lo mismo, y nos preocupa que muchos gobiernos y la misma ONU digan que hubo una gran participación. Hubo muchos observadores, pero participantes pocos. 

El domingo en 50/50 Patricia Valli escribió sobre las dificultades que se registran en la Cámara de Diputados en el tratamiento de la ratificación del Convenio 190 de la OIT sobre eliminación de la violencia de género en los ámbitos laborales. Este es uno de los puntos claves en relación con lo que se planteó en Beijing hace 25 años y que no se había logrado hasta el año pasado, cuando la OIT aprobó este convenio. Si Argentina lo ratifica se implementará, por eso en la discusión se escuchan las voces de todos los involucrados. En la reunión de la Comisión de Legislación del Trabajo en Diputados, la ministra nacional de Mujeres, Géneros y Diversidad y el ministro de Trabajo expresaron el apoyo del gobierno nacional, así como varias representantes mujeres de sindicatos. La Unión Industrial Argentina estuvo representada por Daniel Funes de Rioja, que señaló que “la definición combinada de violencia y acoso es ineficaz”, pidió definiciones diferenciadas y aclaró que esto lo plantearon en la OIT pero no se tuvo en cuenta, por eso su delegación votó en contra. Además planteó otro desafío, que es que el convenio sea un motor de cambio, para lo cual se necesita un verdadero diálogo social. En relación con esto sería conveniente que se propusiera una campaña para esclarecer este tipo de violencia, no tan visibilizada aunque muy frecuente.

Notas como las de la sección Policiales del sábado muestran otro objetivo no logrado de Beijing: la eliminación de la violencia contra mujeres y niñas y el femicidio. La noticia de la liberación en Entre Ríos de uno de los acusados de matar a Micaela solo pagando una fianza, al lado de la nota sobre otro femicida, dejan en evidencia cuánto falta para lograr cumplir los objetivos de Beijing. ¡La lucha continúa!